* Si nos llevan a “güevin” a la integración total, uno de los temas que habrá de revisarse con lupa, son los compromisos –que los mexicanos se esforzarán en eludir- para acabar con la corrupción
Gregorio Ortega Molina
¿Miedo a la integración en el bloque de América del Norte? Obvio, no será una calca de las modalidades de la Comunidad Económica Europea, pero tampoco pueden convertirnos en Puerto Rico. Las diferencias y las épocas son distintas y terribles.
Cuando el mexicano emigra y busca nuevas oportunidades, es como la humedad. Claro, muchos son explotados, otros, quizá muy pocos, son emblema de éxito, y saben ayudar a sus compatriotas.
Los que se van ayudan. El riesgo, el peligro está en los que se quedan, y de éstos, nuestros gobernantes, codiciosos, corruptos, deseosos de tener un departamento en Manhattan o Miami, ansiosos por olvidar su origen y perder el sentido de pertenencia, y con él la idea de patria.
Muchos de los que se van mueren por regresar para ayudar a México; los políticos se empeñan en favorecer el dispendio interno y la dependencia de Estados Unidos, porque así sirven a sus patrocinadores, apoltronados en los poderes fácticos, incluida esa delincuencia organizada que tiene representantes en todos lados, porque se esfuerza en corromperlos, y sabe hacerlo.
La disquisición anterior viene a cuento, porque nos informan, antes y después de la primera ronda de conversaciones, que el gobierno de Canadá exigirá incluir cláusulas laborales y ambientales en la negociación para modernizar el TLC, y forzar a México a incrementar los salarios a los trabajadores mexicanos, porque suponen que así ese país será más atractivo para la inversión de plantas productivas.
Como colofón informativo a la primera ronda de conversaciones, nos enteran de que a las presiones de los gobiernos por la renegociación del Tratado, se sumó la demanda de los sindicatos canadienses de que México incremente los salarios y disminuya la pobreza, pues 52% de los mexicanos viven jodidos; para los empresarios canadienses -quienes estuvieron muy activos en participación durante la ronda de negociaciones- “no hay forma de competir” con los mexicanos por los bajos salarios que tienen, un hecho que también provoca que la mitad de la población viva mal, con hambre, con carencias en salud, educación, vivienda.
Pero de lo que todavía no se habla en esta renegociación, y prometen subir a la discusión, es que los niveles de pobreza se deben también a la enorme corrupción y a la impunidad garantizada por lo procuración y administración de justicia.
Es decir, si nos llevan a “güevin” a la integración total, uno de los temas que habrá de revisarse con lupa, son los compromisos -que los mexicanos se esforzarán en eludir- para acabar con la corrupción.
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