* Sólo un hecho es incuestionable. Andrés Manuel López Obrador dejó de ser el que buscaba denodadamente el poder para servir, lo consiguió, pero no supo qué hacer al llegar a la cúspide. Lo cilindrean para servir a grupos que disminuyen a México
* La codicia de integrantes de la 4T ante la posibilidad de quedarse con algo de Banamex
Gregorio Ortega Molina
Busco origen o matriz de la impostura política que destruye a México. Pienso que quizá ese hipócrita amor por los pobres (que da a Andrés Manuel olor de santidad, según Alejandro Solalinde) y la paulatina pero consistente militarización del modelo de gobierno, está en el peronismo.
De inmediato caigo en la cuenta que ese movimiento justicialista tiene dos etapas, completamente distintas una de otra. La de Evita y sus descamisados, para después del exilio construir la negociada a través de Héctor J. Cámpora, cuyo único beneficiario fue El brujo José López Rega, y cuya segunda víctima -porque la primera fue el propio Juan Domingo- fue María Estela Martínez. El sello distintivo entre ambas épocas fue la presencia de una mujer fuerte, decidida y de imagen pública.
Para comprender cabalmente el fenómeno del peronismo justicialista, sugiero la lectura de Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez; de Cola de lagartija de Luisa Valenzuela, y de Diario de un clandestino, de Miguel Bonasso. Tres vertientes distintas de una misma historia, el amor al aplauso, la imposibilidad de vivir sin los baños de pueblo, con esa ilusión de que se procede bien incluso en las equivocaciones.
Imposible no percatarnos de que en México se carece de una mujer de esos calibres adecuados para la imagen, la propaganda y el respaldo en el ejercicio del poder. Los descamisados siguieron a su líder porque adoraron a su “compañera”, fueron capaces de seguirla hasta la confrontación abierta con la autoridad y la ley.
¿Pueden sustituir, las tarjetas del bienestar y la palabra del líder, la presencia de una santa Evita que los haga seguir adelante, incluso contra los efectos de la inflación, contra las consecuencias de la pandemia, contra la realidad, al darse cuenta de que les han construido una impostura para regalarles la sensación de que son libres y capaces de construir su presente, para tener un futuro?
Por el contrario, candidatos a José López Rega hay muchos. Ahí están las consecuencias de los desaciertos en salud -sin medicamentos, al sujetar la vacunación a intereses de grupo, con los padres de los niños con cáncer silenciados-, o las equivocaciones motivadas al cilindraerle a Andrés Manuel su deseo de trascenderse, y sostenerle que sus decisiones para restablecer el presidencialismo imperial a través de su testamento político; enterrar el proyecto de Texcoco, empeñarse en la reafirmación de mandato y, al mismo tiempo, sacar adelante la contrarreforma eléctrica; le hacen creer que son acertadas, tanto como su empeño en traer a Carlos Ahumada, menguado en cuanto apareció la amenaza de más y picante información sobre sus allegados. Quieren que él sienta que sus decisiones son totalmente un acierto.
Está la otra vertiente, la narrada por Bonasso en su diario de un clandestino. ¿Cuántas de las muertes violentas que hoy nos agobian, son solapadas o promovidas desde la autoridad, para inspirar miedo? ¿Y la incontenible migración?
Sólo un hecho es incuestionable. Andrés Manuel López Obrador dejó de ser el que buscó denodadamente el poder para servir, lo consiguió, pero no supo qué hacer al llegar a la cúspide. Lo cilindrean para servir a grupos que disminuyen a México.
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Brilla la codicia en los ojos de algunos distinguidos miembros del entorno de Andrés Manuel. Se relamen los labios y se frotan las manos ante la posibilidad de que se fragmente BANAMEX, pero lo que más los atrae es esa enorme colección de arte, que lo mismo tiene propiedades coloniales que pintura reconocida y admirada en el mundo.
Ahora es cuando veremos la verdadera estatura moral y la profundidad en la lucha contra la corrupción. Mostrarán que son la misma gata, incluso sin revolcarla.
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@OrtegaGregorio