* En cuanto a asegurarse el triunfo en 2018, con la absoluta certeza de que se impidan las protestas de AMLO porque se abren resquicios legales para las quejas poselectorales, nada puede anticiparse, mucho menos puede hablarse de garantías a la gobernabilidad gracias a un gobierno de coalición
Gregorio Ortega Molina
“Luis Videgaray Caso será el candidato del PRI a la presidencia de México”, me dice -con voz de Oráculo de Delfos- mi consejero en materia política; sin embargo, duda después: “el resultado electoral es imposible de anticipar, por el enojo social, los indecisos y los abstencionistas. Al voto nulo no lo considero importante”.
Le doy vueltas a su aserto, busco consideraciones que lo hagan válido, quiero encontrarle puntos buenos a esa candidatura, me esfuerzo por determinar las posibilidades reales de que el secretario del despacho de Relaciones Exteriores se convierta en el futuro presidente de la República.
Candidato será por voluntad de EPN, que habrá de concitar, en beneficio de su amigo y protegido, el favor de los priistas de cepa, de esos que saben sumar votos y voluntades. Pero, ¿qué en cuanto a un indiscutible triunfo electoral frente a AMLO, y ante la necesidad de transformar al Estado para garantizar la gobernabilidad?
La propuesta original del gobierno de EPN fue crecer y asegurar el principio de un bonancible futuro económico para los mexicanos. Lo garantizarían las reformas estructurales. La realidad cruda y dura está en los bolsillos de millones de electores, en las cifras de la pobreza, en el fracaso de la campaña nacional contra el hambre… en esa violencia que ha transformado al territorio nacional en un camposanto.
Imposible responsabilizar a José Antonio Meade Kuribreña de la pasmosa realidad de las cifras, de los resultados de la política económica, del vacío en los estómagos, de los fallecimientos por desnutrición; el actual secretario de la Hacienda Pública es, por el momento, un muro de contención a las aspiraciones empresariales de llenarse las alforjas por encima de las necesidades fiscales, lo que queda de las políticas sociales y la anemia del Estado.
Si hay resultado optimista en la renegociación del Tratado de Libre Comercio antes de la fecha legal para nominar candidato del PRI, Luis Videgaray Caso irá en caballo de hacienda. En cuanto a asegurarse el triunfo en 2018, con la absoluta certeza de que se impidan las protestas de AMLO porque se abren resquicios legales para las quejas poselectorales, nada puede anticiparse, mucho menos puede hablarse de garantías a la gobernabilidad gracias a un gobierno de coalición.
Inmerso en las reflexiones anteriores, recuerdo de mis lecturas de los días santos la siguiente advertencia dirigida a nosotros, los electores, frente a las previsibles candidaturas sin respaldo ideológico ni congruencia vivida: “Los políticos que surgen de las profundidades agitadas por las pasiones debidas al miedo y a la histeria generalizados querrán aprovechar la situación en beneficio propio, y de ninguna manera se devanarán los sesos en busca de verdaderas soluciones. En resumen: se ha abierto la posibilidad de nuevas dictaduras que, con el pretexto de la situación de riesgo, lo primero que harán es poner en riesgo a sus propios ciudadanos”.
Así vistas las cosas, el vencedor puede ser el abstencionismo, y la derrota, de México.
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