* La primera mentira puede ser comprada por los destinatarios, pero para hacerla “vivir” es necesario decir otra, y otra, y otra. Joseph Goebbels fue el maestro, y así concluyó ese totalitarismo por él defendido a capa y espada. Hoy, los últimos representantes del presidencialismo viven en el vértigo del anuncio de su extinción como modelo político
Gregorio Ortega Molina
Los regímenes se agotan y corren a la extinción, cuando los gobiernos que los administran quedan impedidos de ser munificentes. Imposible confundir con populismo. La generosidad sólo es posible en la equidad, y ésta dejó de existir en el Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo.
El problema se oculta en la impostura. La primera mentira puede ser comprada por los destinatarios, pero para hacerla “vivir” es necesario decir otra, y otra, y otra. Joseph Goebbels fue el maestro, y así concluyó ese totalitarismo por él defendido a capa y espada. Hoy, los últimos representantes del presidencialismo viven en el vértigo del anuncio de su extinción como modelo político.
Dejaron de tener recursos para compartirlos entre la sociedad, ahora sólo la hacen dentro del grupo, en este caso el Atlacomulco. En el seguimiento al Consenso de Washington, las exigencias del TLC y la globalización, adelgazaron al Estado que administran, y se pusieron en “cintura” ellos mismos. El problema es de números.
Veamos: los recursos que durante 2018 se destinarán al pago de pensiones y el costo financiero de la deuda -intereses y comisiones que se generan por el endeudamiento del gobierno- suman 28 por ciento del gasto neto del sector público; es decir, 1 billón 457,179 millones de pesos; en el 2012 estos rubros representaron 19 por ciento del gasto neto total.
Se indica en los Criterios Generales de Política Económica para 2018, que el gasto en pensiones será por 793,700 millones de pesos, con un incremento real de 5.2 por ciento, respecto del presupuesto aprobado en el 2017.
En lo que al costo financiero de la deuda se refiere, destinarán 663,479 millones de pesos, lo que significa un aumento de 10.6 por ciento, en términos reales y respecto a lo que se espera destinar para el cierre de este año.
El pago de este servicio a nuestros acreedores, supera el presupuesto establecido para las secretarías de Educación Pública, Salud y de Desarrollo Social, pues entre las tres suman un total de 504,023 millones de pesos.
En medio de esta realidad económica juegan a la sucesión presidencial y están seguros de desplegar ingenio para imponer candidato, basados en los criterios de un “cuerpo” senatorial que nada significa para la auténtica militancia priista, mucho menos para los ciudadanos que supuestamente los votaron, pues 32 son plurinominales.
Lo que hoy ocurre en México me recuerda las reflexiones de Carlos Mauricio de Talleyrand, hechas como consecuencia de la pérdida de la protección que Napoleón extendió sobre él y su actividad política:
“No se podía volver ya a la Monarquía de 1792, como si no hubiera corrido el tiempo ni existido la Revolución y el Imperio. Había conquistas jurídicas y políticas irrenunciables ya, y el despotismo napoleónico había reverdecido el deseo de libertad en un sentido menos filosófico, más concreto y realista que en 1792… La libertad no es un consejo de la filosofía, sino de la experiencia real”.
La partidocracia, con Emilio Gamboa a la cabeza, se convertirá en la lápida del insepulto presidencialismo mexicano. Se esfuerzan por conservar un régimen que ya no tiene recursos para crear comunidad de intereses entre los políticos y la sociedad.
Reconstrucción, ¿de dónde?
La solidaridad termina en cuanto se toca la bolsa. Todo indicó, desde el inicio, que lo de dar a la reconstrucción las prerrogativas políticas fue demagogia.
El que se puso trucha fue El Pejelagarto, porque cuando AMLO se dio cuenta del traspiés cometido, convocó al fondo de reconstrucción e invitó como administradora, para garantizar transparencia, a Elenita, la Poniatowska, pues. Y le cae la lana a la hucha.
Dicen, los que manejan las cifras y tienen conocimiento del tamaño de la tragedia, que la reconstrucción urbana ronda los 40 mil millones de pesos. Llegan ya aportaciones internacionales a México, no a su gobierno, al Estado, no a sus administradores, y todavía no quedan establecidas las normas de transparencia para administrar el fondo de reconstrucción nacional.
Algo habrán de obtener del proyectado Presupuesto de Egresos 2018, pero hasta hoy, el secretario Meade no había dicho esta boca es mía, con relación al reordenamiento de las prioridades para el ejercicio del gasto durante el último año de EPN, aunque Osorio Chong afirme que el Fonden tiene los recursos necesarios para la reconstrucción de ladrillo y cemento.
Todo indica que conducen a la nación a la opacidad en el ejercicio del gasto, incluido el de la reconstrucción, y al tropiezo y la trifulca electoral, en el empeño de conservar, solititos, el poder, y negarse a la transición, que va más allá de la urgencia de coaligarse para conseguir votos, y vida para gozar de esas prerrogativas que son discordia.
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