* El petróleo dejó de ser panacea de la movilidad o del desarrollo industrial, ahora debe la industria apañarse para aprovechar las otras vertientes en química, cosmética, textil… Es urgente dejar de contaminar el ambiente… y la política
Gregorio Ortega Molina
El desarrollo de una nación, no es unilateral; es decir, para que el contribuyente aporte con gusto su recaudación fiscal, para que empresarios y comerciantes tengan confianza en su gobierno, éste ha de responder a las expectativas suscitadas para resultar elegido, pero además también debe propiciar el crecimiento anímico, cultural y cívico de la sociedad.
Imposible entusiasmarse donde sólo hay manifestaciones del deseo de satisfacer atavismos que ya no tienen cabida en el presente, y mucho menos en el futuro. Sustentarlo en la exclusiva resurrección de Pemex, equivale a suponer que el cristianismo quedó fundado cuando Cristo levantó a Lázaro.
No hay proyecto productivo adicional, porque dadas las condiciones de la globalización, restablecer una soberanía alimentaria en un México con cuatro veces la población que alguna vez la tuvo, es algo más que una utopía. Resulta una insensatez.
El primer fiasco se hace presente en una de las piedras angulares para favorecer el crecimiento de la sociedad, pues la proyectada reforma educativa abortó en manos de la CNTE, a la que el gobierno se vio “forzado” a dejar contenta, pues el horno de la seguridad pública no está para bollos. No comparemos con los resultados dejados por la mafia en el poder en esta materia, pues la actual administración no saldría bien parada.
En cuanto a la salud, hemos sido mudos testigos del desgarriate que se traen, lo que me propicia recordar un dicho de mi abuela: lo barato, cuesta caro. Y es cierto, nada puede compararse al valor de la salud, mucho menos al de las vidas que el orden en el sector, los salarios y las medicinas a tiempo y en su lugar, resuelven.
Lo que trae a colación otra de mis preocupaciones: ¿son lo mismo empatía y aceptación? Naturalmente puedes aceptar a alguien, o a muchos, aunque no te susciten simpatía, pero en cuanto los resultados necesarios -al margen de las dádivas de los programas sociales- para el cumplimiento del mandato constitucional dejen de ser promesa, para transformarse en angustiosa carencia, ya veremos cómo les resultan las encuestas, aunque los viejitos y los jóvenes construyendo un futuro utópico, encuentren surtidas sus tarjetas de débito.
El petróleo dejó de ser panacea de la movilidad o del desarrollo industrial, ahora debe la industria apañarse para aprovechar las otras vertientes en química, cosmética, textil… Es urgente dejar de contaminar el ambiente… y la política.
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