* Sólo unos elegidos por el destino y el poder político disfrutan en la hipocresía como cerditos en su chiquero. Revolcados en obvias mentiras y escurridos de mierda, se refugian en los otros datos, en el poder, en la idea de que todo les está permitido porque son los que mandan. Así lo determinan las tablas de la ley perfeccionadas en el retiro de Palenque, cuyo nombre es una ofensa sólo explicada en toda su dimensión en El laberinto de la soledad. Con ellos, “la chingada” es la PATRIA
Gregorio Ortega Molina
Nuestros políticos transitaron con total desfachatez de la simulación a la hipocresía. El tema no es nuevo, los primeros fueron los panistas que llegaron al poder con Vicente Fox. Olvidaron sus miedos al confesionario y al castigo, y procedieron como siempre lo desearon: divorcios, ayuntamientos con actrices, el todo resumido en una frase: ¿Y yo por qué?
Pero quienes se volaron la barda son los paladines justicieros de la 4T. Lo primero que hicieron fue transformarse ellos mismos, y con absoluto descaro pasaron de soñar con doscientos pesos en la cartera y un par de zapatos, a vehículos de lujo y mansiones. La de Gerardo Fernández Noroña en Tepoztlán es la muestra del tamaño de su corrupción, del abandono del arte de simular a la hipocresía como norma de vida, su vida.
Leonardo Sciascia es el consumado artífice de las letras italianas que mejor narra lo que es y cómo se obtiene ese específico arte de la simulación. En la lectura de sus novelas comprendemos que la mayoría de los humanos simulamos para vivir, pero sólo unos elegidos por el destino y el poder político disfrutan en la hipocresía como cerditos en su chiquero. Revolcados en obvias mentiras y escurridos de mierda, se refugian en los otros datos, en el poder, en la idea de que todo les está permitido porque son los que mandan. Así lo determinan las tablas de la ley perfeccionadas en el retiro de Palenque, cuyo nombre es una ofensa sólo explicada en toda su dimensión en El laberinto de la soledad. Con ellos, “la chingada” es la PATRIA.
El banderazo de salida al cambio de actitud, a la transformación de la simulación en hipocresía, ocurre cuando el impoluto líder se detuvo en uno de los caminos a Badiraguato, Sinaloa, a rendir reconocimiento a la madre viva de todos los narcos: María Consuelo Loera Pérez fue honrada con la pleitesía del entonces presidente de la República. Todas las interpretaciones que se busquen se resumen en dos palabras, hipocresía y complicidad.
Meditemos en lo que significa la madre para los mexicanos, ahí está la frase de María Félix quien interpreta a Refugio en La Cucaracha. Al acabarse las balas grita, ordena, exige: échenles mentadas que también les duelen. Aquí está la auténtica figura de María Consuelo Loera Pérez.
www.gregorioortega.blog
@OrtegaGregorio