* Actualmente te conduces como te lo permite tu crédito y como lo autoriza tu administrador público. Olvídense del guía espiritual, ahora tienen dos: el gerente de la institución bancaria o financiera, y el administrador de los programas de bienestar
Gregorio Ortega Molina
La condición social determina el uso y abuso del tiempo como instrumento para pasarla bien o, al menos, tener que llevarse a la boca. La mayoría de los seres humanos son ahora rehenes de los plazos de los créditos contratados. Viven a su ritmo. Los precaristas ajustan sus días a los programas sociales y a otras dádivas, o al asalto, al robo y al pillaje.
Hace décadas vivimos equivocados. No es la cultura, tampoco la instrucción pública ni la formación profesional la que determina conductas y comportamientos, sino las hipotecas, los plásticos a los que se les adeuda por el uso de créditos y la compra de alimentos. Es el dinero, cuando se tiene acceso a él, el que determina los modernos usos y costumbres, y sobre ellos gravitan los plazos fijos, los vencimientos crediticios e hipotecarios, el pago de la renta, las colegiaturas, los gastos en salud, las medicinas.
¿Cómo puede disponer de ese tiempo que es de su propiedad, quien vive tronándose los dedos de angustia porque no le alcanza, o se arrastra en la mugre y la pepena, o espera la entrega puntual de las aportaciones a las tarjetas de débito de los viejitos, de las becas, de sembrando vida?
Es así como se determinan y administran los criterios políticos y los modos de incidir en el sufragio. A ojos cerrados entregas tu tiempo y vida a quienes se dicen comprometidos a mejorar tus opciones, y tarde te das cuenta de que les enajenaste tus días, años y futuro, a los bribones que te expropian tu capacidad de decisión, la libertad que consiste en decidir sin injerencias en el uso libre de tu tiempo. Es el libre albedrío, pues. Estos gobernantes resultaron peores que los clérigos medievales.
Economía y política sustituyeron a los administradores de la fe. Ahora son los bancos y los gobiernos los que imponen el modelo de vida, la manera en que te es permitido hacer uso de ese tiempo que les facilitaba disponer del libre albedrío. Actualmente te conduces como te lo permite tu crédito y como lo autoriza tu administrador público. Olvídense del guía espiritual, hace tiempo tienen dos: el gerente de la institución bancaria o financiera, y el administrador de los programas de bienestar.
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