* Son los administradores públicos los que pervierten a las instituciones, porque buscan el bienestar de un grupo político o satisfacer pulsiones personales. El caso es que ahora son los evangélicos los que andan tras el poder, para que éste refleje la imagen moral que ellos desean imponer
Gregorio Ortega Molina
Se les llena la boca cuando pueden hacer escarnio de jueces, lo mismo que al emitir juicios lapidarios sobre el Poder Judicial de la Federación en su conjunto, sin detenerse a meditar -escribió sor Juana Inés de la Cruz- en que son la ocasión de lo mismo que culpan, pues la procuración de justicia es parte del Ejecutivo, y a ella están integrados los MP’S; a ellos corresponde la responsabilidad de integrar pericialmente bien y con todas las pruebas de cargo las carpetas de investigación.
Recuerdo -a mi paso por el Consejo de la Judicatura Federal- a los presidentes de la SCJN reiterar la necesidad de una escuela que capacitara a quienes ejercen el cargo de MP’S, de idéntica manera a como se creó la escuela del Poder Judicial.
Si ya existe, está en el anonimato.
A cada oportunidad que se les presenta, exponen lo que ellos llaman la corrupción judicial, lo podrido de los juzgadores, sin siquiera presentar pruebas de su dicho, ni detenerse a pensar en los motivos que inciden en la decisión de los jueces y, en el caso de que la línea de la justicia se tuerce, determinar si se hizo bajo coerción o amenaza, que lo mismo pesa sobre las familias de quienes tienen el mandato de dictar sentencia; también los advierten: no puedes renunciar, si lo haces de todas maneras te torcemos junto con tu mujer y tus hijos.
Pero dejemos de lado las suposiciones y atengámonos a lo racional. Para ello recomiendo el artículo de Ricardo Raphael publicado en El Universal del 17 de septiembre, donde da pormenorizada cuenta de los errores cometidos a la hora de integrar la carpeta de investigación, y así se facilitó la puesta en libertad de Gildardo López Astudillo, El Gil, por su participación, ficticia o real, en la ejecución de los 43 de Ayotzinapa.
Actuar apegados a la ley, no es lo mismo que hacerlo correctamente; lo mismo ocurre con la suerte, tenerla no es lo mismo que saber a detalle efectos y consecuencias de las decisiones tomadas.
Caigo en la cuenta de que son los administradores públicos los que pervierten a las instituciones, porque buscan el bienestar de un grupo político o satisfacer pulsiones personales. El caso es que ahora son los evangélicos los que andan tras el poder, para que éste refleje la imagen moral que ellos desean imponer.
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