La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El empresario le dijo al político: corrupto…el político contestó: ¿ya nos llevamos así socio?
El pasado lunes, Gustavo de Hoyos, anunció que quiere ser candidato a la presidencia, en su cuenta de Twitter posteó: “Los mexicanos estamos hasta la madre de los políticos. ¿Qué pasaría si UNO DE NOSOTROS, alguien que no está podrido por el poder, se levanta para tomar las riendas de este país? Hoy lo digo claro y directo: Quiero encabezar ese esfuerzo”.
Después, hizo típicos planteamientos derechosos: revisar el tema de la pena de muerte, militarizar, aún más, la lucha contra el crimen organizado (citó el caso de Nayib Bukele) y abrir indiscriminadamente la inversión extranjera, sólo le faltó decir: los derechos humanos son para los humanos, no para ‘las ratas’ y que les cortaría una mano a los pillos.
Todo lo anterior, no es nuevo, por ejemplo, los integrantes del Partido Verde, son expertos en este tipo de dislates, en los que declaran no ser ‘políticos’ y, representar, los ‘nuevos valores’ sociales. Nada más falso, son el ‘lobo feroz’ disfrazado de ‘caperucita’.
Lo que don Gustavo, pierde de vista, no sabemos si involuntariamente, es que los empresarios, a los que él representó como líder de la COPARMEX, siempre han estado ligados al poder político, se han solapado mutuamente para hacer negocios y, por desgracia, la situación no ha cambiado mucho, nada más el nombre de los beneficiados.
Sólo para citar un caso simbólico de dicha simbiosis, recurrimos al modelo de Vicente Fox, antes de diputado, gobernador y presidente, fue empresario ¿cuál fue la diferencia?
No señor de Hoyos, diga que le gustaría ser presidente, pero no se disfrace, además, no pierda su tiempo con fórmulas irrealizables, como hizo su paisano ‘el Bronco’.
Posdata dicha con todo respeto: lo que nos faltaba, un Berlusconi ‘región 4’.