Luis Farías Mackey
Hoy quiero hablar de la medianía. No de la mediocridad que pulula en nuestra política. Imposible obviar el extravío de Markito, ya no de firmar, sino de ¡publicar! el acuerdo infamante en Coahuila que le ha hecho más daño a la candidatura de Xóchitl que todas las mañaneras juntas. Como tampoco el destape Fosfo Fosfo que el más inútil de los ujieres de un partido lo hubiese hecho mejor.
No, quiero hablar del espacio que media entre los opuestos irreductibles en que ha dividido a la Nación la 4T. Hoy México está abismado en dos mundos incomunicados y confrontados. Dos méxicos a muerte.
Un México esquizado que, gane quien gane la presidencia este año, pervivirán el 3 de junio más confrontados que nunca.
Esa medianía que hoy nos separa, es el espacio que tenemos que llenar. Llenar no sólo de deliberación, encuentro y perdón, sino de México. Entre ambos extremos irreductibles palpita el México verdadero, el que tenemos que vivir y vivimos todos los días.
El México polarizado es uno que nos es ajeno y distante, que nadie quiere, que todos temen, que a nadie conviene; salvo a aquél que quiere explotar nuestros desencuentros.
En una elección presidencial, los extremos se acentúan, pero en 300 elecciones distritales para diputados y 32 para senadores, los extremos se encuentran y tocan en la pluralidad propia de una Nación pluricultural y democrática como lo es México.
Sé bien que escribo una insensatez, más en tratándose de las esquizofrenias que pueblan la cabeza presidencial, pero tanto Claudia debiera tender puentes con Xóchitl, como ésta con aquella, porque México el 3 de junio estará siendo el mismo de hoy; solo habrá cambiado la perspectiva de futuro que, o la ahondamos en el desencuentro, o la superamos en el reencuentro y la comprensión.
México es uno en su pluralidad, sólo, ahora sí, la mediocridad puede dejar de llenar la medianía que media entre nosotros.