Astrolabio Político
Por: Luis Ramírez Baqueiro
“La ambición nunca queda satisfecha”. – Jean de Lebrune.
A menos de quince días del devastador paso del temporal lluvioso 90N por el norte de Veracruz, Poza Rica y Álamo comienzan a levantarse con una velocidad que ha sorprendido incluso a los más escépticos. Sin embargo, mientras la maquinaria gubernamental trabaja sin descanso para reconstruir caminos, restablecer servicios y apoyar a las familias damnificadas, una maquinaria distinta —la de la infodemia política— se ha activado con la clara intención de sabotear los esfuerzos y empañar los resultados.
El origen de esta campaña de desinformación es claro: un grupo de personajes plenamente identificados con la oposición, en particular con Movimiento Ciudadano (MC) y su candidato derrotado en Poza Rica, Emilio Olvera, quienes no se resignan a su condición de perdedores. Desde el día siguiente de las lluvias, comenzaron a circular videos, mensajes y publicaciones en redes sociales con afirmaciones falsas sobre un supuesto “abandono total” de la ciudad. Las imágenes manipuladas y los discursos alarmistas son parte de una estrategia calculada para instalar la percepción de que las autoridades locales y federales han sido incapaces de atender la emergencia.
Nada más falso.
La coordinación logística emprendida por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y la gobernadora Rocío Nahle García ha sido fundamental para acelerar el proceso de recuperación. En tiempo récord se establecieron puentes aéreos, centros de acopio, brigadas de salud y cuadrillas para restablecer los servicios básicos. En Poza Rica, los trabajos de limpieza y reconstrucción ya muestran resultados palpables, y expertos estiman un 65% de avance en la recuperación. Álamo, por su parte, sigue la misma ruta de reactivación.
Este avance no ha sido producto del azar, sino de la eficiencia en la coordinación y la determinación de una gobernadora que ha demostrado una y otra vez su capacidad para convertir lo imposible en realidad. Rocío Nahle García no desconoce el peso de las resistencias políticas ni la dificultad de reconstruir estructuras destruidas, pero su sello ha sido siempre el de lograr lo que muchos consideran inalcanzable. Lo hizo con el proyecto energético más grande del país, y hoy lo hace con la reconstrucción del norte veracruzano.
A pesar de ello, los detractores no cesan. Los mismos que antes se beneficiaban de la opacidad y el reparto discrecional de los recursos públicos, hoy pretenden dar lecciones de gestión y empatía. Es el viejo método de la oposición que no construye, sino que destruye: sembrar el caos para recuperar relevancia.
Pero el intento por desestabilizar no se limita a la emergencia. En paralelo, este grupo político ha abierto otro frente: la Universidad Veracruzana (UV).
Aprovechando el proceso de renovación interna y la prórroga otorgada al rector Martín Aguilar, pretenden generar un clima de crisis artificial para forzar su salida. El objetivo es evidente: controlar a la máxima casa de estudios como fuente de financiamiento, influencia y poder político rumbo a las próximas contiendas electorales.
Durante más de tres décadas, ese mismo bloque —camuflado entre partidos y colores distintos— ha intentado convertir a Veracruz en su rehén. Usaron a la UV como caja chica, a los municipios como botín y a los medios como armas. Hoy, sin ese control, recurren a la calumnia, al rumor y a la manipulación emocional para tratar de recuperar lo perdido.
Las preguntas son necesarias:
¿Quiénes están detrás de la organización de marchas nacionales que, bajo la bandera del dolor por los muertos y desaparecidos del temporal, buscan convertir la tragedia en capital político?
¿Quién financia la que ya puede considerarse la peor campaña negra contra una funcionaria pública en la historia reciente de México?
El discurso de preocupación humanitaria es apenas una máscara. Detrás hay intereses económicos, aspiraciones personales y, sobre todo, un profundo machismo político que no soporta ver a una mujer al frente de las decisiones, liderando con eficacia, sensibilidad y resultados. Lo que enfrenta hoy Rocío Nahle no es una crítica legítima, sino la reacción virulenta de quienes se resisten a perder privilegios y, más aún, a aceptar que el poder en Veracruz ya no se hereda entre compadres, sino que se gana con trabajo.
La reconstrucción del norte de Veracruz no será sencilla. Requiere tiempo, inversión y coordinación. Pero, sobre todo, exige unidad y responsabilidad política, no campañas de odio ni desinformación. Mientras algunos se dedican a sembrar miedo, las brigadas siguen trabajando; mientras otros intentan fracturar la confianza, los gobiernos estatal y federal avanzan con hechos tangibles.
La verdadera diferencia entre los que gobiernan y los que critican es que unos están reconstruyendo realidades, mientras los otros apenas construyen mentiras.
La infodemia de los derrotados no detendrá la recuperación de Poza Rica ni el esfuerzo por devolverle la dignidad y la esperanza al norte del estado.
Porque en Veracruz —como bien lo ha demostrado Rocío Nahle—, los proyectos imposibles no existen. Solo existen los que no se atreven a realizarlos.
Al tiempo.
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“X” antes Twitter: @LuisBaqueiro_mx