*Me duele tanta violencia y tanta corrupción, la impunidad de los poderosos
*Pero no pierdo la esperanza en un futuro mejor
*Llevo en la sangre su savia, el olor y el color del país, de la tierra
Raúl Pérez López Portillo
Por Carlos Alberto Duayhe
Raúl es un periodista consumado en retiro formal desde el 2018, luego de más de 50 años de estar en medios de comunicación de enorme prestigio de México y del exterior, como él mismo lo posee, entre otras experiencias su salida con Julio Scherer, de Excélsior, en 1976. Corresponde a esta fase, aún inconclusa -aunque diga lo contrario- con otra faceta de su existencia: la de escritor. Conoce, a fondo, los efectos luminosos y oscuridades del poder y su repercusión en las sociedades como lo denotan sus trabajos periodísticos y literarios, de forma rigurosa, en busca de la verdad. Ahora, desde su residencia en España, comparte estas querencias con otras de sus grandes cualidades: la de artista del cuadro y el pincel (óleos, acuarelas, lápiz) y la fotografía. Otras riquezas de su vasta existencia, familia y amigos, los próximos allá y los que extraña de aquí, muchos de Guadalajara, Jalisco, su origen.
-Raúl, desde España ¿Cómo aprecias al México que quieres con ganas?
-Como he vivido más tiempo fuera de México que en la república, tengo una enorme nostalgia del país donde nací y de mi ciudad, Guadalajara. La disfruto enormemente cuando vuelvo a ella y a mis amigos y familiares. Pero lamento que no acabe por constituirse en una gran república democrática, sin adjetivos. Me duele tanta violencia y tanta corrupción, la impunidad de los poderosos. México necesita educación y salud de primer nivel, porque tiene potencial para hacerlo. Pero no pierdo la esperanza en un futuro mejor. Llevo en la sangre su savia, el olor y el color del país, de la tierra.
-Bueno, ahora sí, a ver, tus remembranzas iniciales de periodista.
-En la actividad periodística, ya como profesional, los recuerdos son entrañables, porque me inicié en El Día, que dirigía Enrique Ramírez y Ramírez, en la sección internacional de cables y escribiendo en las páginas internacionales. De aquel tiempo, aún conservo amigos, aunque por lo menos dos han fallecido. Los directores también eran muy competentes, Musquiz y Aymami. El jefe en la sección de cables era José Carreño Carlón. Ahí trabaje también en las páginas que dirigía La China Mendoza.
-Y de los que aprendiste más ¿a quiénes recuerdas?
-Mis maestros fueron varios en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, pero recuerdo mucho a varios compañeros: Luis Albarrán (rip), Carlos Marín, Sara Lovera, Oscar Hinojosa, Socorro Díaz, Samuel Luna…
-Tienes muchos amigos que, sé, reconoces ¿Puedes mencionar a algunos?
-Reconocimiento, a mis compañeros de El Día, la división noticias del Núcleo Radio Mil, Excélsior y Proceso. Y a los que tuve a la distancia, cuando fui corresponsal de varios medios en Francia y España. Como amigos y profesionales, a Marco Aurelio Carballo; el equipo de Radio Mil, Raúl Cremoux, Jorge Armendáriz, Edgar González, y mi amigo Gilberto Samayoa, que ha muerto hace poco. También a Carlos Ferreyra Carrasco, Rafael Cardona, Guillermo Mora, Francisco Cárdenas Cruz…
Con algunos de sus amigos en casa de Edgar González en la Ciudad de México.
-Te tocaron en tu carrera acontecimientos tremendos de la historia
-Testifico el golpe de estado en Chile, el 11 de septiembre de 1973; el intento de golpe en España, en 1982. También sobre el rector de la Universidad de Guerrero secuestrado, Jaime Castrejón Díez, pues fui el único que lo entrevistó cuando fue liberado el 12 de enero de 1971 (por el éxito, nos subieron el sueldo a todo el equipo de noticias en Radio Mil). Mi estancia en Excélsior y el trago gordo de nuestra salida del periódico acompañando a Julio Scherer García, en 1976. La fundación de la revista Proceso. Mi etapa de corresponsal extranjero en Francia y España, así como mi estancia en Chile durante un año.
-Ahora, de lo digital ¿qué piensas?
-He pasado ya a mejor gloria, el descanso de un hombre que se inició en el periodismo en 1970 y dejo de ser profesional en 2018. Una ardua tarea. Ahora veo los toros desde la barrera, pero le doy su valor a la era digital…
-¿Y de las redes sociales?
-Bien, siempre y cuando se distinga lo que es ser profesional del periodismo del que no lo es. El chisme es otra cosa. Se cuelan muchas mentiras. Pero no reniego de ellas.
-Por último Raúl, de tu actividad como escritor.
-En el aspecto literario, debo decir que entré porque me quedé sin trabajo, en una crisis económica recurrente de México. Comencé a investigar y alumbré mi primer libro, Argelia, el fin del sueño islamista. Hice varios libros de historia, hasta que escribí mi primera novela, una trilogía: Capitanes del Rey. El último de mis libros es La Republica de Carlos Fuentes.
Recordando a Marco Aurelio Carballo
(De: Raúl Pérez López Portillo)
Homenaje a Marco Aurelio Carballo
Conocí a marco Aurelio Carballo en la redacción de la primera edición de Últimas Noticias, en septiembre-0ctubre de 1973, recién desembarcado yo de Chile, donde viví un año, hasta el golpe de Pinochet. Estuvimos juntos, codo con codo, en Últimas Noticias y Excélsior, hasta el verano de 1977, cuando volé a Europa, primero en París y después en Madrid (como corresponsal para medios mexicanos), donde vivo desde entonces. Fueron cuatro años intensos en México y me parece que lo he conocido toda mi vida. También un año escaso en Madrid, donde él escribió para el unomásuno de Manuel Becerra.
Tengo historias para contar de México, de Francia o España, con él, siempre dichosas. Periodista y escritor, pero sobre todo gran amigo. Vino a la selva de asfalto, el por entonces llamado DF, desde la selva del Soconusco, dejando atrás o con ello encima, su querencia de periodista, quien alguna vez, contó que le lustró, de adolescente, las botas a un tal Ernesto Guevara, en la frontera con Guatemala.
Marco Aurelio, el gran Mac, compaginó periodismo y literatura, a base de esfuerzo. Es posible que el oficio perdiera a un magnifico reportero, como cree Rafael Cardona, pero se ganó también un lugar en las letras nacionales, a base de esfuerzo y gran dedicación. Mi familia lo conoció y le dio afecto, que él retribuyo de la misma manera, también con su compañera, Patricia. En Madrid tenemos anécdotas con Elena Garro y su hija Elenita, disfrutamos en París de una breve estancia, cargando maletones en el metro o con sendas jarras de cervezas; cuando dejó la corresponsalía del unomásuno, la tomé yo, nos carteamos al viejo estilo, antes de internet, y cada vez que dejaba atrás Madrid, para disfrutar de vacaciones en México, nos juntábamos a comer en aquellas multitudinarias reuniones de periodistas, escritores, editores, políticos honrados, en el André, o donde se terciaran. Viajamos con él «canario» a Acapulco, con Patricia y Maricarmen, con paradas técnicas para que vomitara Maricarmen, embarazada de mi hijo Raúl, con el que, de mayor, le hizo pasar a mi hijo y sus amigos españoles, una juerga en Coyoacán. Porque era amigo de verdad, y lo seguimos siendo, aún a pesar de los 12.000 kilómetros que separan a México y España.
Tengo sus primeros trabajos literarios, impresos en papel de estraza, atados con un mecate. Aparezco en uno de sus libros y hay muchas historias vividas en sus libros. Borracheras varias, discusiones literarias, orientaciones a mis cuentos iniciales impublicados, un intercambio de golpes producto del estúpido alcohol, con consecuencia de un ojo morado (el mío) y una consecuencia aún más fuerte, estrechamiento de una amistad permanente. Su enfermedad fue un gran golpe personal y sentí no poder estar con él en aquellos momentos. Me queda el recuerdo vivido de ser su amigo, de compartir mesa y mantel muchas veces, y redacción en el mejor diario de México.
Es Mac mi sargento del ejército de supervivientes del sur, allá en la selva del Soconusco, en mi trilogía de Capitanes del Rey (novela histórica de finales del siglo XVIII), y desde entonces, su espíritu sigue vivo y presente. Nunca lo olvidaré.
Algunos libros de Raúl
El libro de Fuentes se presentó en el Instituto de Cultura de México en España, en 2022. Le acompaño el periodista y escritor mexicano, Carlos Rubio Rosell.
Otro de sus libros.
Algunas de sus obras plásticas: