Corre, lee y dile
Por Germán Martínez Aceves
Se dice que los viajes ilustran, pero hay quienes piensan que llegarán a un lugar diferente para dominar. Puede ser, pero lo cierto es que conforme se adentran en la nueva vida por descubrir acaban siendo parte de ella y, por qué no decirlo, vencidos, integrados, con los sentimientos fusionados, porque la vida es un proceso narrado y construido en el vértigo, en la creatividad y en la desfachatez del lenguaje español que habla en Colombia y en México.
Al menos así sucede en Los hijuetantas, obra ganadora del Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo 2024 escrita por David Betancourt (Medellín, Colombia 1982), certamen que organiza la Editorial de la Universidad Veracruzana y que se entrega en la Feria Internacional del Libro Universitario.
Los hijuetantas es una novela que tiene como personaje central al lenguaje, ese poliedro de palabras existentes, usadas, transformadas e inventadas que son el andamiaje de la cultura de los pueblos. Por circunstancia vivenciales un escritor ubica su experiencia en dos ciudades, Medellín y Puebla, y a través de los Pérez Medina, una familia antioqueña, desarrolla una narrativa donde el humor es la esencia vigorosa del espíritu latinoamericano.
David Betancourt, filólogo hispanista, ha mostrado sus virtudes literarias a través del cuento, género literario que le ha redituado varios premios. En 2019, la Editorial de la UV le publicó el libro de cuentos Ataques de Risa, donde Risa es una joven que atraviesa por diversas vicisitudes y el humor es la base de la narrativa.
Los hijoetantas está escrita por un narrador-personaje irreverente y polémico, es una condensación de humor, ironía, sarcasmo y crítica que rinde homenaje a Fernando Vallejo y a Jorge Ibargüengoitia. En el habla coloquial las palabras que emergen del campo, del barrio, del fragor de las contradicciones y la realidad violenta surgen expresiones como “hijo-e-puta” o “hijo-de-la-chingada” que se condensan en “hijoetantas”. ¿Ofensivas? ¿Amables? ¿Fuertes? ¿Amigables? Los códigos e interpretaciones varían y dan forma a la identidad. Palabras multiusos que el autor les pierde el miedo, arriesga y las usa para deleitarse en las formas idiomáticas de Colombia y de México.
Curiosamente, las dos ciudades que están en el contexto de la historia, Medellín y Puebla, son centros conservadores formados por las buenas conciencias moldeadas por la iglesia católica. El orden está establecido de antemano, las figuras religiosas son el apoyo emocional de los feligreses, las parroquias están a la vuelta de la esquina, tal vez solo una religión les compita: el futbol. Estar fuera de esos parámetros es ser “guerrillero”, “terrorista”, “comunista”, “narcotraficante”.
El narrador se divierte a lo largo de las páginas, ironiza y critica a Puebla y a Medellín, a colombianos y mexicanos, constantemente en la novela habla sobre el mismo libro, hasta se da el lujo de anunciar su muerte en la página 150 de manos del “polémico escritor mexicano Fernando Vallejo”. Betancourt juega a la metaliteratura y se divierte en ese laberinto de palabras del que entra y sale con facilidad.
“-Y a todas estas, güey, ¿a qué llegaron?
-No seás lento, chilango. ¿A qué va un colombiano a otro país”
Y el autor cita los versos de José Manuel Arango: “Hay gentes que llegan pisando duro/que gritan y ordenan/que se sienten en este mundo como en su casa…”. Sin embargo, como también cita a Juan Villoro: “el mexicano es un colombiano en cámara lenta”. No hay nadie mejor que el otro, son al fin de cuentas los mismos seres humanos que comparten la soledad a su manera.
Los hijoetantas es una novela innovadora, de ágil lectura, de palabras que el diccionario mental de cada lector encontrará similitudes inmediatas, de gastronomía comparada, de vidas que se desarrollan entre la violencia y la desesperanza, entre la picardía y el humor, entre la creencia de los personajes que se sienten superiores y acaban regresando a su lugar de origen envueltos en la nostalgia, en la acumulación de sentimientos, como la pareja sentada en el ala del avión acompañada de sus mascotas en la composición gráfica realizada por Alan David. Llegan y se van. Los hijoetantas siempre están.
Los hijuetantas, de David Betancourt, es de la colección Ficción de la Editorial de la Universidad Veracruzana, 195 páginas, 2025. Para adquirir el libro consulta: