Los que cambian, los hábiles, los mentirosos, son significados que al parecer daban a la palabra “vándalo” los romanos. Los vándalos eran varios pueblos de origen germano que fueron azote del imperio Romano en su decadencia. El golpe más fuerte, y por el que quizá en la actualidad la palabra vándalo sea sinónimo de saqueo, es el que llevaron a cabo en el año 455 en Roma, el ocupante del trono, Petronio Máximo, le pide a Genserico, líder vándalo, que no destruya Roma ni mate a sus habitantes a cambio de abrir las puertas sin dar batalla, lo que generó un saqueo de proporciones monstruosas, Máximo, según cronistas, moriría después a manos de sus propios ciudadanos mientras huía.
Pues bien, aparentemente, de ahí la palabra vándalo, que ahora se usa para calificar todo tipo de saqueo y llamar “vándalos” a aquellos que lo cometen.
Así es como se les ha llamado a los que están haciendo los saqueos que estamos viviendo en México y que tiene a los habitantes, pero sobre todo a nuestros impolutos políticos y líderes de opinión, consternados, sin embargo, algo que diferencia a los modernos vándalos de los antiguos es que aquellos eran, para Roma a la que saquearon, pueblos extranjeros, eran grupos externos a los lugares o poblados que saqueaban, aquí no, hoy no, esos mal llamados vándalos son mexicanos como tú o como yo, son gente de nuestro pueblo, de manera que el hecho de que nuestros gobernantes nos los presenten como gente extraña no es más que un medio de manipulación.
Para llegar a ser esos vándalos que nos presentan ahora, tuvieron que pasar décadas de olvido, décadas de falta de educación, décadas de malos ejemplos viendo a políticos robar a manos llenas, oyendo a políticos que les dicen que mientan cuando lleguen a tocar a su puerta los programas de asistencia o que entreguen sus credenciales para votar a cambio de unos pesos, décadas de políticas creadoras, o programadoras, de “vándalos”.
Ahora se olvidan, por ejemplo, que sus políticas, que dejaron en el abandono al campo, hicieron que miles dejaran sus tierras en busca de un trabajo en las ciudades para llegar a convertirse en carne de cañón para miles de agrupaciones políticas que para engrosar sus legiones de votantes los mantuvieron en la miseria, los mantuvieron en la ignorancia, los acostumbraron a ser oportunistas, los enseñaron a mentir por unos pesos, los enseñaron a ser “vándalos”. Políticas que debilitaron los programas educativos y dejaron en manos de la televisión una educación de rezos, de estirar las manos, de conformistas, de víctimas pues.
Esa gente no llegó hace 40 años a las ciudades con ganas de saquear a la primera oportunidad, llegaron a intentar dar una mejor vida a sus hijos porque en el campo estaban muriendo.
No quiero dejar pasar el comentario que dentro de los saqueadores de hoy, hay agentes disfrazados de civiles para manchar la manifestación de hartazgo que tiene la población en general.
De manera que, el que ahora políticos de cuarta nos quieran vender a los grupos de saqueadores como gente ajena a nosotros, como si vinieran de otro planeta, es un acto más de su irresponsabilidad y cinismo, que por lo visto no tiene límites.
Y si de vándalos o saqueadores hablamos, políticos y empresarios mexicanos hacen ver pequeños a esos que salen con una televisión, una lavadora o unos pañales de las tiendas, y no hay que olvidar los otros vándalos, que vienen por el petróleo, por el oro, por las riquezas de México; a éstos aparentemente les abrieron las puertas del país, a cambio, no de que no destruyan México, sino de una parte del botín que se llevaran y que se hagan cargo de los muertos de hambre mexicanos.
Así que, como muestra la historia, hasta los pueblos vándalos tenían un líder, tenían un rey, aquí nombren ustedes al rey de los “vándalos” o quizá, el próximo Petronio Máximo.
** El hecho de que haya traído a Trump no fue una hazaña, estaba en campaña, éste hubiera ido hasta Timbuktu, si lo hubieran invitado, pero el resto de países tuvieron la prudencia de no entrometerse en una campaña que no era la suya; aquí solo sirvió para que su presidente diera una imagen de inferioridad y él, del que coloca la alfombra roja. Ahora que tendríamos que estar viendo a otros mercados, con varios, por cierto, que muestran más dignidad y siguen queriendo hacer negocios con nosotros aun y con las amenazas de Trump, nosotros nombramos secretario de Relaciones Exteriores al representante de éste en México. Y si esto no fuera suficiente muestra de su ineptitud, para rechazar su nombramiento, tenemos el hecho de que hizo de las finanzas del país, que era lo suyo, un desastre, imaginemos que nos espera en aquello en lo que apenas va a “aprender”.
Jorge A. Barrientos