La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
A pesar de ser morenos, resultaron los ‘prietitos’ en el arroz
Los intríngulis, de la marcha del pasado 27 de noviembre, demostraron que Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, además de no ser los favoritos del presidente López Obrador, tampoco gozan, en lo absoluto, de las simpatías del bloque más radical de la 4T.
De entrada, el encargado de llevar a buen fin la movilización, fue Adán Augusto López, quien en funciones de director de orquesta (papel que en principio detentaba Marcelo), coordinó a gobernadores, legisladores y alcaldes morenistas, con el objetivo de atiborrar de manifestantes el primer cuadro de la Ciudad de México.
En segundo plano, como anfitriona, Claudia Sheinbaum, echó toda la carne al asador para garantizar que las cosas transcurrieran en orden, además, las huestes en apoyo de la jefa de Gobierno, fueron las más numerosas.
No sobra decir que, tanto el titular de SEGOB como la señora Sheinbaum, caminaron hombro con hombro, durante un buen tramo, con AMLO.
En caso contrario, don Ricardo, decidió poner sana distancia y viajó a Madrid, renunciando, como él señaló, a la torta y el Frutsi (no sobra decir que, ex profeso, nadie lo invitó), por su parte Ebrard, marchó con más pena que gloria (desprovisto de protagonismo), al grado de ser agredido con un escupitajo.
El zacatecano, aunque de lento aprendizaje, ya entendió que no tiene cabida en el proyecto del 2024, por su parte, el canciller, se aferra a una posibilidad harto lejana, consistente en que, por algún motivo, los punteros queden en el camino.
Sin embargo, siendo pragmáticos, las prioridades del Tlatoani son claras: Ebrard va de suplente del o la suplente, Monreal, simplemente, no transita.