Ayúdenme a convencerlos, a decirles que podríamos estar peor, con qué argumentos les podremos decir que no se preocupen.
Haciendo un pequeño ejercicio para encontrar respuestas, primero analicé las excusas que comúnmente escuchamos, para que con ellas y tal vez con la frialdad de los números podamos responder a aquellos que aseguran que estamos de la chingada, que no podemos estar peor.
Somos aproximadamente 122 millones de mexicanos, de esos millones la cantidad de pobres, y aquí entramos en un pantano de categorías que el INEGI y otros organismos han disfrazado para demostrar que solo somos un poco desiguales, según esos organismos se dividen en varias categorías (siempre pensé que pobres solo hay de un tipo, ahora nos dicen que hay varios); el INEGI este año y el pasado, mediante alguna ecuación “matemágica” desapareció de un plumazo millones de pobres en México, cuestión que fue señalada por CONEVAL. A continuación muestro las cantidades de mexicanos dependiendo su nivel de pobreza o riqueza, según los números de al menos las más creíbles de esas instituciones.
Entonces, pasa cuando alguien nos dice que nos puede ir peor, que veamos Venezuela, el ejemplo más usado para decir que nos alegremos con lo que tenemos porque hay un circulo Dantesco inferior al nuestro ¿A quién le estamos diciendo eso? ¿A los casi 98 millones de mexicanos pobres que representan el 79.5% de nuestra población? ¿Cómo podrían estar peor? Por cierto, les dejo de tarea revisar el porcentaje de pobres en Venezuela…
Porque en los últimos días según las televisoras y redes sociales, pocos en México se explican cuál es la razón para que en Venezuela haya gente en las calles apoyando a Nicolás Maduro que tanto daño les ha hecho siendo un déspota cruel y un retrógrada que los tiene hasta sin papel de baño, si, leyó usted bien, sin papel de baño, porque es esa la mayor queja que escucho cada vez que oigo de la crisis Venezolana – ¡Imagínate! no tienen ni papel de baño. Imagino que en Venezuela, la limpieza del trasero, es un asunto de seguridad nacional. Cuando mostraron esas imágenes de gente corriendo por un puente para ir a comprar a otro país lo que no encuentran en el suyo, varios imaginamos millones de venezolanos regresando felices con sus paquetes de papel higiénico.
Pero sigamos con nuestro ejercicio de buscar explicaciones que convenzan que podríamos estar peor, haciendo un análisis un poco más de pueblo, no de experto capacitado y calificado por nuestras santas televisoras, permitámonos extrapolar el caso Venezolano a nuestro país, que finalmente es lo que nos dicen puede suceder.
Si viéramos ese apoyo en las calles pudiéramos pensar que los jodidos, que fueron jodidos por los de arriba durante más de 60 años, ahora están recibiendo un poco de justicia social y económica y por eso deciden salir a las calles a apoyar, al que nos dicen las televisoras es su verdugo. Bien pudiera ser que esos millones que nunca tuvieron voz ni voto, que jamás nadie los tomó en cuenta, ven ahora que el poco espacio que han recibido y que les ha permitido equilibrar la balanza de la desigualdad, está en riesgo de perderse con el riesgo de regresar al hoyo donde estaban antes.
Por otro lado, siendo suspicaces, “sospechosistas” dicen otros, podríamos pensar que tal vez el porcentaje de habitantes pudientes, ese menor al 3%, acostumbrados a corromper y explotar todo a su paso, con poder y riqueza para hacerlo, estarían tal vez detrás de toda una campaña para derrocar al movimiento facineroso que les quitó sus privilegios y junto con ellos, sus socios extranjeros apoyándolos sigilosamente desde la oscuridad para regresar y explotar todo lo que quieran, incluyendo la gente, cerrando con ese fin, los accesos a artículos de consumo y acuerdos comerciales, para estrangular al país y luego recuperar su botín. Porque no sé, pero me parece que si estuviéramos viviendo algo así aquí, seguramente a los que íbamos escuchar quejándose serían aquellos que estaban acostumbrados a recibir todo sin hacer mucho, seguramente a muchos no iba a gustar que los ahora llamados pelafustanes, nacos, chairos o jodidos, de pronto tuvieran acceso a las áreas u oportunidades que antes eran exclusivas de la “gente bien”. Ahora mismo lo vemos en Quintana Roo, donde ha comenzado un nuevo gobierno que ha dejado fuera a los beneficiados por el anterior, quienes han comenzado como medio de chantaje, una campaña de desprestigio hacia el nuevo gobernador y sus medidas.
Creen ustedes que en el Facebook, en el twitter, en las noticias, son los Venezolanos jodidos los que se están quejando de lo que sucede en su país, ustedes creen que esos son los que están viajando o viviendo en el extranjero y corriendo la voz de la situación terrible que vive su país. No creo que sea la gente del campo Venezolano, o de los barrios pobres, las que se quejan aquí y en estados unidos, de las injusticias de allá, mientras están de shopping en las plazas comerciales. Por supuesto que el señor Maduro ha mostrado muchas deficiencias, en lo personal no es de mi agrado, pero no es peor de los que estuvieron antes que llegaran él y Chávez al poder, y seguramente no será peor de los que llegarían a tomar su lugar en caso de que caiga, entonces por qué tanto empeño a nivel mundial en solicitar su caída, creo que a nosotros no nos vendría mal una manita y no vemos una campaña de “unidos por México”.
Aunque creamos que a nuestro alrededor vemos diariamente a los pobres al salir a la calle y pensemos que no andan tan mal, la realidad es que los que vemos, es apenas un atisbo de la pobreza, hay más allá un México que pocos conocemos y que diariamente sufre para recibir u obtener lo que nosotros damos por descontado, ¿creen ustedes que a esa gente le preocupa no poder comprar papel de baño? No saben ni lo que es un inodoro carajo, dejémonos de hipocresías, hay un México que ni sabe que se llama México.
Si encima de todo esto, ese mexicano al que queremos convencer que podríamos estar peor que Venezuela, fue víctima de robo, de secuestro, o del asesinato de alguien cercano, seguro que con estos argumentos nos mienta la madre, que a él se lo esta llevando el carajo.
Habrá que pensar una mejor excusa.
Jorge A. Barrientos