Van a disculpar a este escribidor las queridas lectoras de este espacio por la analogía burda y grosera que a continuación emprendo, pero extenuado de tanto desfiguro político y aquejado por un Alzheimer temprano (sic) no he encontrado una que venga mejor al caso. Si alguna queja existiere, ruego a tan respetadas damas que la misma llegue a mi buzón acompañada de una buena sugerencia que sustituya a esta alegoría.
Y es que, por los gritos y lamentos, las quejas y las demandas que hemos escuchado en los últimos días por parte de los dirigentes formales del PAN y del PRD, cada vez más me imagino a los señores Gustavo Madero y Jesús Zambrano interpretando el papel de una mala esposa del PRI, que a mañana, tarde y –sobre todo—noche jeringa y jeringa al tricolor que dizque por dilapidador de los recursos familiares, pues deja a los pobres hijos pobres sin sus programas asistenciales; lo presenta cual campeón de la violencia doméstica, y a cada rato evidencia sus muy frecuentes y ya añejas borracheras de poder.
Más jeringan a César Camacho –en realidad a Enrique Peña– los señores Zambrano y Madero en cuanto más próxima se encuentra la única fecha comicial de este 2013, la de este próximo domingo 7.
Y amenazan con divorcio exprés, si el PRI no se comporta como ellos —la mala esposa dizque ofendida—desean que lo hiciera.
PRD y PAN están maridados con el PRI desde el 2 de diciembre del año pasado. Transmitieron sus esponsales en vivo y a todo color. Dieron a conocer los frutos de sus amores: una reforma dizque educativa –administrativa de la educación, lo cierto– y otra en telecomunicaciones que va para largo que siquiera llegue a la dentición, esto es, que tenga “dientes” para ajustar a los concesionarios del espacio electromagnético propiedad de la nación.
Antes de ello, en las sombras, a oscuritas –¡shhh!, para que no enteraran ni la opinión pública, ¡ni mucho menos Felipe Calderón, no se fuera a enojar!– vivieron tórrido romance, ¡como si los panistas y los perredistas no supieran qué clase de pretendiente les cortejaba!
Y aún así, Madero y Zambrano cayeron redonditos en el tálamo nupcial.
Fue entonces, dendedenantes pues, que el PRI se los jeringó.
CAPAZ, PRUDENTE Y SUMISA
¿Qué esperaría el PRI de una buena esposa cual sin duda creyó serían el PRD y el PAN cuando les llevó al altar del Alcázar de Chapultepec? Remitámonos a uno de los textos más antiguos, La Biblia, para saberlo:
Según Proverbios (12:4) la esposa es la corona de su marido… y la corona, hasta donde sabemos siempre va encima de la cabeza. Es más, es la que le da a la cabeza su calidad real… no hay rey sin corona. Sólo hay un pequeño problema: para que la esposa sea la corona… debe ser una mujer virtuosa.
¿Y qué significa ser una mujer virtuosa? La respuesta está –por supuesto- en el archi-requete-rebién-conocido pasaje en Proverbios 31, que la describe como alguien capaz, confiable, trabajadora, diligente, benigna, sumisa, independiente, prudente, trabajadora, sabia, negociante, caritativa, previsora, trabajadora, responsable, con conciencia social, proactiva, fuerte, trabajadora, honorable, con buen sentido del humor, trabajadora, prudente, con iniciativa, astuta, ¿mencioné trabajadora?
Tales atributos bíblicos, empero, no lo son de las oposiciones al PRI en este México de ahora. Y es que apenas parieron las dos reformitas (por recién nacidas) y las bautizaron como “las que el país necesita”, PAN y PRD abandonaron al varonil –que digo varonil, al muy macho—PRI, lo dejaron solo, y por su lado se arrejuntaron entre ellos para postular candidatos que fuesen adversarios de aquellos cobijados por el tricolor.
Y a partir de ahí, PRD y PAN no dejan de jeringar al PRI. Ya porque se gasta los dineros familiares en el juego electoral, ya porque tira golpes, secuestra, incendia autos y siempre está violento, ya porque en su borrachera de poder, trae al mariachi cante y cante los muy gustados éxitos del pasado “Carro Competo”, “De todas, ¡todas!” y “De lo perdido, lo que aparezca”.
Si no se enmienda el PRI de aquí al domingo 7, PAN y PRD no volverán a procrear esas bonitas y rozagantes criaturitas a las que llaman reformas estructurales, amenazan.
¿Mala esposa? ¿Mal marido? ¿Usted qué piensa de esta alegoría?
Índice Flamígero: ¿Quién les entiende? “¡Pégame, pégame, pero no me dejes!”, parecieron gritar Gustavo Madero y Jesús Zambrano la tarde del 27 de junio, cuando con César Camacho, los tres de la mano, aseguraron que el Pacto por México mantiene vigencia y que lo mismo sucede con el procesamiento de temas para alcanzar reformas estructurales y bla, bla, bla…
— todo esta muy bien, Don Paco, pero no veo en los alrededores a ninguna mujer. los dizque varones de los partidos, me lucen mas agongorados, aferrados al billete y al higado por la ofensa recibida (la derrota brutal) y ante el susto q les pueden arrimar los proximos comicios por su probada ineptitud y corrupcion q equipara con la del marido del cuento.