Luis Farías Mackey
Los griegos antiguos no se hacían bolas: verdad era lo que aparecía ante ellos, lo que se mostraba. Mentira, lo que se ocultaba.
Llegaría Platón con su mundo de las ideas y las sombras en las cavernas y entonces verdad paso a ser algo inalcanzable, propio del universo de las esencias.
Pero la verdad es que la mentira sigue siendo lo que se nos esconde.
Y López Obrador es un genio en esconder.
Cuando a finales de noviembre se anunció que la discusión de la reforma eléctrica se posponía para el primer periodo ordinario de este año, no faltó quien no festejara y hasta creyera que a López se le estaba complicando sacarla adelante.
Pero con el presidente no hay que escuchar lo que dice, ni ver lo que muestra; es necesario hacer un esfuerzo por averiguar lo que oculta.
Su gobierno es de ocultismo. Él es “El Ocultista”.
El gabinete mismo ha desaparecido por arte de magia en tramoya invisible, únicamente vistos cuando se pelean entre sí o se les desmandan sus malos manejos patrimoniales.
Hoy queda claro que su apuesta era armar un circo de tres pistas en función permanente febrero, marzo y abril: la revocación de mandato, convertida de ejercicio ciudadano a cruzada gubernamental contra el mal universal; el asalto final al INE, cocinado a fuego lento entre los tres poderes de la Unión, para nuestra desgracia; y la reforma eléctrica.
Para nuestro mal fario, la maldita pandemia, en versión Ómicron, montará un circo aún más grande, que confinará a todos en sus casas y miedos, y nos tendrá con el Jesús en la boca y el ánimo en los panteones, u hospitales y cuentas de ahorros.
Pero la propia reforma eléctrica es otra gran mentira, posiblemente su mayor ocultismo, ¡hasta ahora! Nunca se trató de la soberanía energética, ni de los precios al consumidor, ni de neoliberalismos póstumos; menos aún de autoridad moral y Cuarta Nada.
La reforma eléctrica se trata simple y llanamente de control político: quien controla un recurso indispensable, controla a la población.
¿Se acuerda Usted de la Compañía Luz y Fuerza del Centro? Esa a la que la nacionalización de López Mateos le hizo los mandados. Se acuerda de su poder, de su soberbia, de sus recursos. Todos los presidentes trataron de enfrentarla y no pudieron, hasta Calderón y, aún así, allí anda el Zombi de LyFC encaramado de nueva cuenta en el poder.
Pues bien, lo que López hace sin saberlo es convertir a la CFE en una Comisión de Luz y Fuerza de todo México, al que ningún gobierno podrá desaparecer nunca jamás. Puede que incluso a él, una vez empoderada con el control de la energía eléctrica nacional, le den una patada en el trasero. Si es que no se la dan antes los militares.
Quiero ver qué presidente en el futuro podrá meter al orden a Bartlett y sus testaferros. Le cortarían la luz de la Ciudad de México, de los aeropuertos, de los cuarteles, de los hospitales.
Asiduamente López Obrador —El Oscurantista— teje sus ocultamientos, pero tarde que temprano terminarán por revelarse.
Espero que no sea demasiado tarde y aprendamos antes a descreer.
El papel de los ciudadanos no es aplaudir al prestidigitador, sino amarrarle las manos.