Rubén Mújica Vélez
Con el atracomulquense encaramado en Los Pinos, aventuré una opinión sobre el sexenio naciente. Sería un desastre, le llame “despeñadero”. No era un deseo era una convicción basada en las limitaciones del personaje, en sus ambiciones desmedidas, en su provincianismo manifiesto y en la realización de las metas de un grupo nefasto. Solo que no creí que el desastre significara la ruina de México. Porque nuestro país exige una reconstrucción radical. Sus problemas se agravaron por la sumisión abyecta de casi todos los diputados y senadores que son corresponsables de la peor de las calificaciones, junto con Peña: TRAIDORES A MÉXICO.
Con irresponsabilidad increíble aprobaron sin reparo alguno la entregar las riquezas nacionales a extranjeros. ¿Pueden enorgullecerse que para nuestros días sumen más de 27,000 concesiones a buitres extranjeros por 22.1 millones de kilómetros cuadrados que significan aterradoramente el 11.3% del territorio nacional? ¿Qué país en el mundo ha cedido su soberanía territorial a extraños? Ninguno. En otras palabras esa enorme área la ha perdido México. ¿Por cuántos años? Los mexicanos lo ignoran. Y ningún politicastro de esta mesnada ha dicho esta boca es mía.
La saga del desastre del “Despeñadero” continúa. El país ha visto multiplicarse la deuda pública estratosféricamente. Nadie como Peña y sus corifeos han endeudado por la eternidad a México. Recurrió al fácil expediente de disponer de miles de millones de pesos, merced a la aprobación de los buitres financieros felices de encadenar a México como a Prometeo a una roca para que un buitre le royera sin cesar las entrañas. Solo que este personaje mitológico, fue castigado por Zeus por haber entregado a los humanos el fuego. Peña condenó a México para crear su imperio económico idéntico a Salinas de Gortari, Zedillo, Fox y Calderón. Será obra de titanes reimpulsar la economía mexicana cuando los pagos a extranjeros se han convertido en una bomba por estallar. ¿Renegociación, suspensión transitoria, negociar “quitas” de la deuda? El futuro es amenazador. Además se multiplicó la avaricia de los desgobernadores que han endeudado a sus entidades a niveles escandalosos. En otro país, por mucho menos han sido derrocados: el ejemplo de Rajoy en España es ejemplar. Falta su encarcelamiento y recuperar lo robado a la sociedad.
En otros países los latrocinios de este grado merece paredón.
¿Ahí acaba el mapa del “despeñadero”? No. La extranjerización de los energéticos derivó en el agotamiento de “la gallina de los huevos de oro”, como alegremente mencionó Peñita. Por eso para “tapar el socavón financiero” acudió al expediente mortal de elevar los precios internos de esos productos. Peña inició la “Era del Desgobierno Inflacionario”. Ahora los energéticos han convertido a los pocos expendedores nacionales en empleados de Hacienda al captar cuantiosos impuestos en cada venta de energéticos.
Siguen bastos. La Reforma Hacendaria ha encadenado a los mexicanos de “hasta abajo” a las arbitrariedades de los cobradores de impuestos. El SAT es el verdugo de eso grupos a la vez que el generoso canal para devolver impuestos a los multi-ricos. Obvio: estos se suman a la caravana de deshonestos que no quieren un gobierno que los obligue a pagar impuestos. Por eso desatan “guerras sucias” contra AMLO y MORENA.
Hay que denunciarlo. Generalmente los gobiernos burgueses optan o por elevar impuestos o por endeudar al país. Pero Peña en su avaricia acudió a ambas fuentes para crear su imperio económico. Su mundo de Rico McPato. La historia nos revela que es suicida acudir a ambas vías y peor cuando solo se hace para enriquecer a unos cuantos.
El desastre que creó Peña es increíble en cuanto a las consecuencias nefastas para los mexicanos. Continuar esta saga llevaría a algunos a calificarme de CATASTROFISTA. El diseñador de esta catástrofe es Peña y Diputados y Senadores que pasarán a la historia como TRAIDORES A MÉXICO. ¿Castigo? Muy sencillo, realizar una revolución con “D” , llevar a cabo la más intensa recuperación de las riquezas malhabidas, confiscar a los Peña y sus ladrones, a los Duarte, Moreira y un larguísimo etcétera, una ejemplar purga de lo que despojaron a México. Entonces se reforzará el optimismo popular porque se aplicará simplemente la JUSTICIA que ahora es inexistente en México.
Por eso y por muchas cosas más el 1o de julio ya muy próximo, votemos por México, por nuestro futuro, por la Patria Grande que merecemos los mexicanos. ¡Votemos por AMLO!