* El Pacto por México fue el fin de fiesta que bordó el crespón de luto al proyecto de la Revolución y al presidencialismo que conocimos. Desconozco si EPN y sus operadores evaluaron las consecuencias políticas de despojar de los últimos vestigios de poder económico a la institución presidencial
Gregorio Ortega Molina
¿Hay razones para acudir a las urnas el próximo domingo? El abstencionismo electoral equivale al dicho mexicano: el que calla, otorga. ¿Cómo, entonces, mostrar el rechazo a lo que padecemos y se nos viene encima? ¿Cómo hacer que escuchen un no incesantemente repetido?
El voto nulo es una ficción que, dadas las leyes electorales y las reglas del juego partidistas que operan en México, se revierte en contra de quienes en un momento creímos que anular el sufragio era una respuesta. Hoy sabemos que no es así.
Sin embargo -y esto es lo verdaderamente preocupante-, cualquiera que sea el resultado electoral en las entidades federativas donde se buscan nuevos virreyes, el efecto será avalar los gobiernos de los antecesores, por las componendas pre y postelectorales, y porque la permanencia de la corrupción impone garantías de impunidad. Lo que tú hagas para enjuiciar mi probidad y obra de gobierno, te harán en cuanto dejes el cargo. Esa es la conseja que circula de boca a oído.
A un presidencialismo debilitado por la venta de los activos del Estado, corresponden virreyes fuertes que, como Roberto Madrazo o Humberto Moreira o Ángel Heladio Aguirre Rivero, imponen su voluntad sobre lo que correspondía como la observancia de acuerdos no escritos para mantener la preeminencia del Poder Ejecutivo Federal, que ya ni siquiera con el reparto de las contribuciones federales es escuchado con el respeto que corresponde a la investidura.
Si Roberto Madrazo, que es un experto en las reglas del juego y en el respeto a las formas, terminó por humillar a Esteban Moctezuma, por boicotear la elección de Francisco Labastida Ochoa y, además, crear la escisión entre el PRI y el SNTE, ¿qué puede esperarse de esos operadores políticos carentes de congruencia, sentido común y honorabilidad, y en cuanto sufren el primer descalabro cambian de partido?
El Pacto por México fue el fin de fiesta que bordó el crespón de luto al proyecto de la Revolución y al presidencialismo que conocimos. Desconozco si EPN y sus operadores evaluaron las consecuencias políticas de despojar de los últimos vestigios de poder económico a la institución presidencial.
No se trata de lo que se puede disponer legalmente a través del ejercicio presupuestal, sino de esa fuerza y carisma que nada más se obtiene con el dinero, y le permitía al presidente de la República en funciones acudir a las reuniones de las cúpulas empresariales, sentarse y sentirse entre ellos como primus inter pares, debido al poder económico que le conferían las empresas del Estado. Eso se acabó.
Entonces, ¿por qué acudir a las urnas, si insisten en un presidencialismo que nos precipita a la decadencia?