Eduardo Sadot
La oposición no tiene el foro nacional de las mañaneras que tiene usa y manipula el presidente de México, con toda – toda es toda – la fuerza del Estado y sin embargo, sus líderes, los dirigentes de los partidos políticos, no están adormilados, sus cerebros y sus acciones acreditan que están muy activos.
El PRI “eppur si muove” sin embargo se mueve – o lo mueve Alito – con el PAN y el PRD en la consolidación de la alianza, aunque el gobierno apuesta a romperla, las elecciones de éste año serán determinantes, lo saben Alito y del Mazo.
Alejandro Moreno, el líder priísta que al principio del sexenio fue prácticamente acribillado, amenazado, vilipendiado, inclusive satanizado desde Palacio Nacional y por el fuego amigo, resistió. Al principio en su lucha fue solo, no se escuchó ninguna voz de quienes ahora son sus aliados, para defenderle ni se solidarizaron con el. Lo dejaron solo, no dejó su partido, no salió de él, por el contrario a rajatabla y contracorriente se mantuvo y no solo se mantuvo se consolidó al frente de su partido, solo y con su talento y su circunstancia, cuando el PRI no contaba con el apoyo presidencial, como cuando era gobierno. El pasado nueve de mayo celebró un Consejo, pensado, armado y consensado por él, con una visión política propia. Donde quiérase o no arrasó, haya sido como haya sido, debe reconocérsele a Alejandro que ha demostrado en cada paso que da, que es político – quienes le critiquen, son políticos, que en su lugar habrían hecho lo mismo – si se le quiere criticar por ser político, ¡pues claro! sí es presidente de un Partido Político, no de una orden religiosa. Los partidos necesitan políticos al frente de ellos, además, no cualquier partido político, es el que se mantuvo en el poder durante más de setenta años, que bien o mal forjó al México de hoy.
A Alejandro Moreno se le alebrestaron los senadores apostando a que como el PRI ya no tenía el brazo protector que brinda el ocupar la presidencia, entonces cualquiera podría manotearle en la mesa al presidente del Partido, así pudo ser, si el presidente hubiese sido otro. El senador Osorio Chong, quiso frenarlo, subestimo el talento y la fuerza de Alito Moreno y se enfrentó a la fuerza y carácter de un Alejandro Moreno recio, que no le tiembla la mano ni las corvas, que sabe de política y conoce las reglas del juego de la política y, no de la política de antes, la de hoy, con las reglas y los escenarios de hoy, que maneja y domina.
Nos recordó al jurista, político y exgobernador de San Luis Potosí, Don Antonio Rocha Cordero, quien fuera diputado de la LI Legislatura, la que más gobernadores y grandes políticos ha dado a México, secretario de Gobierno de Tamaulipas – sin ser tamaulipeco – procurador de San Luis Potosí, Senador, diputado de la XLI Legislatura cuando Gustavo Díaz Ordaz y Adolfo López Mateos eran Senadores, Procurador General de la República. Don Antonio nos platicó, que Don Gonzalo N Santos su jefe e impulsor, un día le dijo – no licenciadito a usted le tocó hacer política con pluma fuente, a mi me tocó ser político con las armas – y Don Antonio le contestó, sí Don Gonzalo, pero si me hubieran tocado los tiempos de las armas, También hubiera sido político.
Alejandro – como los hombres del poder – es un hombre polémico sin duda, hay quienes lo admiran y quienes lo reprueban, pero no se le puede ignorar.
Quienes quisieran borrar al PRI, quisieran verlo como enterrador del tricolor, cuando siendo gobernador enfrentó al entonces candidato a presidente obrador, todos auguraban que llegado a la presidencia AMLO, Alito saldría huyendo y no solo eso, cuando lo persiguieron, creyeron que saldría del país, pero como la puerta de Alcalá, “ahí está” y precisó que seguirá estando, a pesar de quienes le han traicionado, no hay que perder de vista que además de una memoria extraordinariamente privilegiada, pocos hemos conocido así y se cuentan menos que los dedos de una mano, para fortuna de sus amigos y para desgracia de sus enemigos, Alejandro Moreno, ha sido artífice de la alianza y no está descartado a la presidencia, con la certeza de que si no tiene esta oportunidad hoy, o no la pudiera construir – porque es un hombre que cuando no están dadas las condiciones las construye – un día, eso sí es seguro, será presidente de México, porque es perseverante y sabe medir sus tiempos.
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