Es cierto. Lo que en el pobre es borrachera, en el rico es alegría, cual reza el proverbio popular. Criticado hasta sus correligionarios de aquella época, Andrés Manuel López Obrador fue sin duda el hombre que para sí tenía a todo un partido político, el PRD, a sus órdenes y servicio. ¡Cómo le llovieron golpes mediáticos por ello!
A la corriente lopezobradorista llegaron a motejarla como PUSH (Partido de un Solo Hombre), lo que aún siguen señalando ahora que, IFE mediante, estaría por nacer Morena como partido político.
Item mas. Corrían los últimos días de octubre del 2012, justo después de que se oficializara la aspiración de convertir en partido al movimiento Morena, cuando el dirigente nacional de Nueva Izquierda –sin duda la corriente perredista con más cargos burocráticos en el organigrama– Jesús Ortega Martínez, aseguraba que se terminaba el partido de un solo hombre.
El líder de los también llamados “Chuchos” –ninguna alusión canina, por supuesto– aprovechó la ocasión para llamar a la militancia para dejar de pensar como un partido de siglo XIX para ser un partido del siglo XXI, y aseguró que esto implica terminar con viejos esquemas unipersonales.
Críticas, pues, a López Obrador quien para esas fechas ya había renunciado a ser militante del partido que incluso dirigió formalmente.
Tal la borrachera, pues.
Desde el domingo, en cambio, hay que ver la enorme cantidad de jubilosos elogios que el Presidente Enrique Peña Nieto ha recibido tras haberse convertido el PRI en el partido de un solo hombre. Él mismo.
Ya sin simulaciones, el llamado primer priísta –a quien aquí llamaremos “pri-pri”, en aras de economizar– del país tiene abiertas de par en par las puertas del añoso edificio de Insurgentes Norte para, desde Los Pinos o desde Palacio Nacional, “tirar línea” a sus bancadas en el Congreso, a los comités estatales para la selección de candidatos, para lo que guste y mande. Ni más. Ni menos.
Sin simulaciones, valga subrayar.
Porque esto no es novedoso. Sólo que se ejercía cual facultad metalegal, incluso por aquél que, como Ernesto Zedillo, parloteaba en torno a la inexistente “sana distancia”.
OBEDIENCIA, RESISTENCIA
Desde hace justo una semana se ha ido imponiendo la concepción democrática que enfoca en un sentido integral el tema de la obediencia y de la resistencia al Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Jefe de las Fuerzas Armadas y, ahora también –sin simulaciones– Jefe de Partido.
En el largo proceso de la construcción de la concepción democrática, la idea central que se irá imponiendo es la que expresa Juan Jacobo Rousseau en El discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, cuando dice que “la máxima fundamental de toda la ciencia política es que los pueblos se han dado jefes para defender su libertad y no para esclavizarles…”.
Es así que, a través del fin del poder –y también fundamento de su legitimación, que es el servicio a la libertad y a los derechos humanos–, la ética se vinculará a la política y será posible integrar poder y Derecho, de acuerdo a los librepensadores más reconocidos.
Todo ello en teoría, claro está.
En la realidad tan terca, empero, hay quienes no ven en el hecho de que Peña Nieto sea el “pri-pri” –primer priísta, en lo que nos acostumbramos– un hecho que los vaya a beneficiar.
Sintetizar obediencia con resistencia no va a resultar del todo fácil, más allá de los discursos y las declaraciones aplaudidoras, sobre todo entre los gobernadores que verán sustancialmente mermadas las facultades, también metalegales y hasta metaconstitucionales, que conquistaron en los últimos 12 años de ausencia de poder presidencial.
Plausible, en todo caso, que la simulación se haya desterrado del PRI en su relación con el “pri-pri”, así y en las apariencias pero sobre todo en los hechos “el partidazo” se haya convertido en propiedad de un solo hombre.
Mientras no sea el de un hombre solo, ¿verdad?
Índice Flamígero: Lo que son las cosas, a finales de marzo de 2009 el mandatario estadounidense Barack Obama comparó la lucha del entonces presidente Felipe Calderón contra el narcotráfico con la de Elliot Ness, el famoso agente federal del tiempo de la prohibición del alcohol, contra el mafioso Al Capone. Hoy, el señor Peña Nieto ha revivido la vieja serie de televisión, al hablar de su lucha contra Los Intocables.
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–ni cien dias don Paco, y ya decanta un estilo muy personal de gobernar. My Way or the Highway. asi lo entendieron los camaleonicos prristas, como siempre.