FRANCISCO RODRÍGUEZ
México es, junto con Nepal y Bután, la tercera geografía más accidentada del planeta. Siempre ha sido así, y las condiciones geoestratégicas del país siempre han sido objeto de las mayores presiones y apetitos de las potencias por sus mercados puente con el mayor consumidor del planeta. Siempre ha sido así. Y nunca habíamos sido tan indefensos.
¿Qué hubiera hecho el regimencito actual si lidiara con amenazas del pasado inmediato? ¿La fiebre aftosa, provocada por la ambición de desaparecer las razas bovinas indobrasileñas para introducir el ganado Brahman americano?, ¿la necesidad inaplazable de construir presas de gran envergadura que forzaron a trasladar poblaciones enteras de los vasos inundados?
No puede uno imaginarse el desastre que hubiera provocado si tuviera que luchar, como en el pasado, contra la erradicación del paludismo, contra la tuberculosis, la difteria, la viruela, la tosferina, el tétanos y el inminente sarampión. ¿Hubiera aceptado las vacunas respectivas o habría optado por los amuletos, los escapularios y los rezos salvíficos?
Por lo visto, optaría por esto último, toda vez que contra la criminalidad del narcotráfico escogió la estrategia infame del “¡fuchi guácala!” y de los abrazos y besos, sin balazos. México les ha quedado demasiado grande. Es mucho país para una bolita de mamarrachos ignorantes e inmundos.
La mosca pinta , que pudo acabar en meses con la agricultura floreciente y los hatos inmensos de ganado… los ciclones tan recurrentes, algunos con la furia del Janet de 1955 y el Gilberto del ’88, hubieran borrado del mapa la ineptitud y la mendacidad de esta caterva de mamelucos.
Y ya ni hablar del epopéyico esfuerzo por trasladar a los miles de oaxaqueños, hoy que acaba de celebrarse a Juárez, de la Presa Cerro de Oro a las selvas de Uxpanapa en el sur de Veracruz, para que no perecieran ahogados por las corrientes del embalse. Ya para qué comparar lo que hubiera sucedido ante el azote de las enfermedades orgánicas que pudieran haber causado las epidemias referidas.
La rapiña de Ortiz Garza, Abedrop Dávila y Salinas Lozano
Cierto. La campaña contra la ridícula fiebre aftosa, comandada por tres bribones del tamaño de Nazario Ortiz Garza, Carlos Abedrop Dávila y Raúl Salinas Lozano, hizo grandes rapiñas. Casi borró del mapa a los hatos ganaderos del país… pero subsistimos.
Praxedis Balboa, el gobernador de Tamaulipas, hizo sus mulas con el ciclón Janet, pero la población mayoritaria se salvó de un desastre mayúsculo que amenazaba no dejar piedra sobre piedra. Todos robaron, pero no sepultaron al país.
Y todo eso se hizo sin recurrir al pensamiento salvaje o mágico que invoca desde las “mañaneras” a los hados favoritos del maligno. Y todo eso sin causar el mayor desastre económico de que se tenga memoria en el país, antes de iniciar siquiera el intento de afrontar el coronavirus. Antes de siquiera pensar qué hacer, como ha sucedido.
¿Qué hubiera hecho el de Tepetitán ante el terremoto de 1985?
La tercera geografía más topográficamente accidentada del planeta, México, ha sido puesta a buen resguardo sin invocar reelecciones ni fantasías de culto a personitas menores. Sin hacer escándalo, sin tropezar en todos los exitosos programas de salvación nacional. El Plan DN III E vino después, y no sirve para eso, sino para levantar los tiraderos.
Y nunca, jamás a ningún Presidente que tuvo que enfrentar y resolver esos grandes retos, le llamamos estadista. Nadie pidió la reelección por solucionarlos. Nadie tuvo la mente tan fuera de lugar para exigir una recompensa de ese tamaño. Y el país siguió su marcha, accidentada, pero no se fue al precipicio, como ahora.
Lo que es un hecho históricamente comprobado por los sucesos de hoy, es que todos los gobiernos tuvieron el equipamiento y la resolución para hacer frente a los grandes desastres naturales. ¿Qué hubiera hecho el hombrecillo de Tepetitán ante el terremoto de 1985, o siquiera ante el de 2017…
… si ahora que no puede con la mínima parte de la reconstrucción de inmuebles en el sur de la Ciudad de México, rinde pleitesía adelantada a Carlos Slim, con foto de precampaña incluida en las bardas, porque tiene el arrojo de dedicar unos cuantos pesos de todo lo ganado con las concesiones salinistas a la terminación de obra requerida?
¿Qué ha hecho la Corta Transformación si no causar lástima propia y ajena en todos los intentos que ha hecho para crear un solo empleo en todo el ámbito de la accidentada geografía nacional?
Ernesto Zedillo, padrino de AMLO. Le regaló Ciudad de México
La verdad es que nada se puede pedir a quien nada tiene. La carrerita política del empoderado se hizo en descampado. Ante rivales de poca monta en un partido que le fue confiado por Cuauhtémoc Cárdenas, y teniendo como contertulios a los bejaranos, padiernas, rosarios robles, barbosas, martín del campo, y demás iconos de nixtamalería.
Nunca compitió para adueñarse del poder de su partido con rivales ilustrados, con cuadros competentes de la izquierda mayor, que lo hubieran hecho polvo y se lo hubieran tragado entero al primer bocado.
El auténtico padrino del éxito del hombrecillo que padecemos fue Ernesto Zedillo, que le regaló Zacatecas y la Ciudad de México, casi sin pelear. Por eso a ese gran prócer no se le toca, su entreguismo bestial ha pasado a la historia y a la reseña de la Corta como mérito de prócer.
¿Qué hubiera hecho México en manos de estos palurdos?
Y ahora, para no actuar, se culpa primero de todo a la corrupción.
¿Por qué no culpar también a la ignorancia rastacuera?
Porque eso de pedir noventa de lealtad y diez de competencia, ya vimos adónde lleva.
¿Qué hubiera hecho México en manos de estos palurdos?
¿Usted qué cree?
Índice Flamígero: A pregunta expresa de si va a dar el ejemplo y observar las indicaciones de la Secretaría de Salud a la población para frenar los casos de contagio por Covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue directo: “Estoy cumpliendo con el protocolo de la Secretaría de Salud y desde luego exhorto a toda la población a que acatemos estas disposiciones, nos conviene”. ¿En serio las está cumpliendo?
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