Redacción Mx Político.- El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), instancia de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), rindieron homenaje por el centenario del natalicio del novelista, periodista y crítico literario Ricardo Garibay (1923-1999), a quien reconocieron como un autor fundamental para las letras y la cultura en México.
En el Museo Nacional de Artes (Munal), la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, afirmó que este es un sitio importante para rendir homenaje a Ricardo Garibav, un gran escritor, periodista, polemista, alguien quien nos deja un legado que consideramos absolutamente vigente, vital, y que hemos de fortalecer la divulgación de su obra.
Estamos reunidos para honrar la memoria, reconocer la vigencia del pensamiento y de la obra de un gran escritor, cuyo ejemplo de honestidad, de integridad y contundencia se expresa en un acervo fundamental de obras de literatura, de crítica, de periodismo, varias de ellas están aquí habitando este espacio, y celebro que así sea, que estemos en medio de los libros de Ricardo Garibay para fortalecer esta convicción de que su legado tiene que seguir formando, además de lectores, a varias generaciones de periodistas y profesionales de la literatura.
Con la presencia de Ricardo María Garibay, hijo del autor de Beber un cáliz y El milusos, a quien la titular del Inbal agradeció el poder reencontrarse con él, a quien le externó el camino recorrido con su obra fotográfica, la cual es un referente fundamental también en la escena mexicana.
“A Ricardo Garibay se le ha llamado un mexicano universal y fue en realidad un incansable caminante de mundos distintos y distantes, él solía cruzarlos con firmeza a través de la palabra, la crónica y la memoria; sus experiencias de vida y su práctica lectora le abrieron a Garibay un mundo infinito, donde abrevar para su escritura, un mundo que se abrió, pero que él se encargó de abrir también, de caminarlo y construirlo en unas lecturas que después, por fortuna, pudimos compartir”, dijo.
Anunció que el Inbal y la UNAM pronto podrán instituir, desarrollar y compartir la Catedra de Periodismo y Literatura Ricardo Garibay, lo que permitirá transitar todos los mundos posibles, de Tepito hasta el sur; haciendo más universal la literatura de Garibay, por lo que hay que escudriñar más su obra.
La directora general consideró al homenajeado un hombre multifacético, que lo mismo practicó el box, fue actor de teatro experimental en el Inbal, bajo la dirección de José Aceves; argumentista o adaptador, y supervisor de restaurantes, también argumentista cinematográfico, y la televisión y la radio no le fueron ajenos.
Y destacó que estamos celebrando el centenario de su nacimiento, escritor contundente de vida intensa, como periodista y escritor y personaje de la vida pública fue muchas veces polémico, característica que supo retomar y retratar en su propia obra, a veces de un modo autobiográfico, crítico, a veces mordaz, o con un humor que a veces se agradece como en su libro Fiera infancia y otros años.
Por su parte, Josefina Estrada, escritora, editora y ex catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mencionó que, a pesar de que el autor hidalguense nunca fue un autor de masas, su obra literaria trasciende temporalidades y contribuye a mejorar la cultura y la sociedad mexicana, por lo cual, reiteró, es necesario difundirla a propósito del primer centenario del nacimiento del escritor.
“La literatura de Ricardo Garibay no envejece. Entré al futuro a partir de ahí, de adentrarme en su obra, y 44 años después me sigue fascinando. Su obra debiera ser una provocación para críticos y académicos. La vasta obra de Garibay contribuye a formar una sociedad con mejores lectores y, por ende, mejores personas. Háganse acompañar de Garibay”, recomendó Estrada, quien reunió la obra narrativa del autor en el libro Ricardo Garibay. Antología (2013).
En su oportunidad, la escritora Socorro Venegas recordó la relación de amistad que sostuvo con Garibay, y agregó que el creador emérito del Sistema Nacional de Creadores de Arte (1994) y autor de guiones cinematográficos como El siete copas (1960) y El milusos (1981), fue un escritor absolutamente entregado a la literatura, pues Garibay dijo: “No me arrodillo ante nadie, pero sí ante la literatura”.
“Sus batallas, mencionó, las que más le importaban, ocurrían en el papel y allá trasladó varias de las historias más poderosas de la literatura mexicana; por ejemplo, Beber un cáliz y La casa que arde de noche.
“Me parece que, a 100 años de su nacimiento, sus lectores, y sobre todo quienes no lo han leído, podemos entregarnos mutuamente la licencia de leer su obra sin los prejuicios que han impedido que sea más conocido”, agregó la también directora general de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM.
Hay muchas razones para leer a Garibay
El poeta y ensayista Armando González Torres dio un repaso a la influencia biográfica que Garibay reflejó en su obra literaria y agregó que el carácter fuerte del escritor y periodista era ya legendario, pero adquirió más relevancia con su desaparición.
“Garibay nos muestra que forjó su vocación en el sufrimiento y en el ejercicio de la piedad hacia los otros: hacia los caídos, hacia los marginados. Hay muchas razones para leer a Garibay, como la modernidad y el carácter precursor del carácter autobiográfico que tanto le costó en términos de crítica y proyección; su extraordinaria capacidad como narrador; y la riqueza, flexibilidad y elegancia de su lenguaje, así como su colérico magisterio y su ética de escritor: ser soberbio con los demás y humilde con el lenguaje”, mencionó.
Finalmente, Mary Carmen Sánchez Ambriz, ensayista y periodista, añadió que el ganador del Premio Nacional de Periodismo en 1987 abordó diversos temas en su extensa obra, por lo cual es de gran importancia reconocer y acercar al autor con los lectores.
“Su escritura se sostiene por varias destrezas narrativas: la coherencia en su poética y la forma en que expone temas que van desde la infancia, las secuelas que dejó la Revolución Mexicana, la lucha por el poder en varios escenarios; la ternura, la compasión, el amor, el desamor, la ironía, el rencor, el egoísmo en distintas maneras de expresarlo, hasta la violencia exacerbada que culmina en feminicidios.
“Este año, con motivo de su centenario, es un pretexto para desempolvar esa cercanía con su obra”, concluyó la antologadora de la obra cuentística de Ricardo Garibay incluida en el Material de Lectura de la UNAM.
Amplia trayectoria
Ricardo Garibay colaboró en diversas publicaciones como Excélsior, Novedades, Proceso y Revista Universidad de México; y se desempeñó como jefe de prensa en la Secretaría de Educación Pública (SEP) y presidente del Colegio de Ciencias y Artes de Hidalgo.
Entre sus libros destacan también Mazamitla (Los Presentes, 1954), Cómo se pasa la vida (1975), Las glorias del gran Púas (1979), Fiera infancia y otros años (1982), Paraderos literarios (1995) y La tierra prometida (1998).
Fue presidente del Colegio de Ciencias y Artes de Hidalgo y cofundador de la revista Proceso, incursionó en el guionismo cinematográfico, creando personajes definidos, inequívocos, y extraordinarios, como en la cinta Los hermanos de hierro.
En 1975 obtuvo el premio al Mejor Libro Extranjero publicado en Francia por La casa que arde de noche. Fue Premio Nacional de Periodismo 1987; Premio Mazatlán en 1966 por su obra Beber un cáliz donde aborda temas como el padre, la enfermedad y el dolor. Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa Colima para obra Publicada en 1989 por Taíb; recibió la Medalla de Oro de la Sogem por su productiva labor en el cine y perteneció al Sistema Nacional de Creadores a partir de 1994 como miembro emérito.
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