Eduardo Sadot
Ante estudiosos juristas universitarios el rector Leonardo Lomelí Vanegas, en la inauguración de los Foros sobre la Reforma Constitucional en Materia de Justicia, señaló la importancia de la “coyuntura social y política actual nos presenta un escenario para construir un consenso en torno a un tema tan apremiante y complejo como lo es la impartición de justicia en México, un pilar vital de cualquier sociedad democrática contemporánea”, señaló la importancia de la celebración de estos foros para consolidar “un estado de derecho robusto e inclusivo” agregó que “la UNAM comprometida con el conocimiento la verdad y la justicia se enorgullece de ser anfitriona de este diálogo constructivo” pero también subrayó que “es primordial que consideremos la independencia judicial y la división de poderes como ejes centrales de éste intercambio de ideas, pues son la garantía para que las decisiones de las y los jueces se basen en el derecho y la jurisprudencia y no en presiones externas y de grupo”.
Refirió los doscientos años de haber optado por el federalismo, Lomelí Vanegas es historiador, por ello sabe perfectamente – a diferencia de historiadores improvisados – que México pasó hace muchos años por la experiencia de la elección de miembros del poder judicial, afortunadamente ya lo habíamos superado, volver a esos tiempos es regresión, es una decisión retrógrada fincada en la terquedad de no valorar la experiencia y el camino recorrido en la historia.
El rector ha sido muy claro y se ha consolidado, a pesar de ser criticado por conservar a funcionarios del rectorado anterior, condición contraria al principio de excelencia y renovación de cuadros que caracterizó a la UNAM y que desde el principio aceptó la imposición de funcionarios del anterior rector – hay ejemplos señalados – tampoco hay que subestimar su talento, capacidades y relaciones particularmente con el actual gobierno, es probable que esté pavimentando el camino para que a sucederlo llegue la primera mujer rectora.
No obstante que el control de sus audiencias y el acceso de los universitarios al rector es limitado, parece que le han encapsulado, al menos en los primeros ocho meses de su rectorado, justificable acaso por la cantidad de temas que ha tenido que abordar y que le acapara su tiempo para conservar la tranquilidad de la UNAM.
La declaración del rector clara, contundente y justa respecto al eje central de los foros: “independencia judicial y división de poderes” precisa la mayor preocupación de los mexicanos especialistas y conocedores del tema y del riesgo de equivocar las reformas.
Nuestra participación, sea o no considerada, se centra en la reforma para la selección de ministros, por elección indirecta privilegiando la excelencia, retomar precisamente el modelo de la junta de gobierno de la UNAM y crear un órgano autónomo, como la junta de gobierno, un Consejo Nacional de quince Notables mexicanos, mujeres y hombres, mayores de 75 años y menores de 80 cuya única función sea nombrar a los ministros de la corte, mandos de las fuerzas armadas modificando los artículos 89 y 96 y los demás relativos para nombrar a ministros embajadores y miembros de los organismos autónomos.
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