Con sus formas irreverentes que tanto molestan a nuestra mecánica y sobre actuada clase política, Javier Corral tomó protesta como gobernador de Chihuahua y, como lo hizo en campaña, prometió en plena ceremonia, cárcel a quien haya quebrantado la ley en el gobierno anterior. Corral, de entre todos los gobernadores que han llegado al poder en los últimos años, es aparentemente quien menos compromisos tiene con cúpulas del poder.
Ha sido de los pocos políticos que se han atrevido a retar a las televisoras mexicanas, quienes han sido acusadas de controlar los hilos de la política en nuestro país; y éste no es un detalle menor pues todos hemos sido testigos de cómo personajes de alto perfil han doblado las manos ante tal poder.
De manera que el gobernador Corral tiene ante sí la oportunidad, de mostrar a los demás gobernantes que no debe haber medias tintas en hacer cumplir la voluntad de un pueblo que clama justicia.
En un país gobernado por simulaciones, de cumplir con lo prometido, su carrera política puede tomar tintes interesantes encausándose hacia la dirección que los mexicanos quieren para su país, y las acciones que esperan de sus funcionarios; muchos mexicanos que no siguen la política poco saben de él, pues en nuestro tele novelero país mediante su veto, las televisoras han creado su versión del ostracismo griego.
Cuantas veces no hemos oído exclamar a alguien, “no creo, no salió en las noticias”.
¿Será Javier Corral el involuntario caballo negro del pueblo mexicano o será otro más de sus simuladores?
No nos falles Javier.
Jorge A. Barrientos