PRODUCTORA QUINTO SOL.
PERFIL DE MÉXICO
Armando Ríos Ruiz
Muchos biógrafos de la señora Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno capitalino, la llaman científica por haber estudiado una carrera en la Facultad de Ciencias de la UNAM y por haber cursado otros estudios relacionados con materias de ese tipo, aunque jamás se le han conocido prácticas que no sean políticas, siempre con militancia en los partidos de izquierda.
Coadyuvó con su presencia en la formación del Partido de la Revolución Democrática, que llevó a efecto Cuauhtémoc Cárdenas y otros políticos del momento, como Porfirio Muñoz Ledo y posteriormente ocupó el cargo de Secretaria del Medio Ambiente, cuando el actual Presidente, Andrés Manuel López Obrador, fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.
Siempre observó una lealtad a toda prueba hacia su jefe. Además de un silencio sepulcral, respecto a ciertas acciones que emprendió desde entonces y esto, más que nada, le ha valido la confianza plena del político tabasqueño. Además, optó por comportarse como el clon del mismo, para convencerlo de que es digna de su aprobación. Muchos apuestan a que lo que más gusta a López, es que nadie discuta sus acciones.
Otros afirman que también le gusta la obediencia a ciegas. El halago desmesurado. El reconocimiento por sobre todas las pifias. La aceptación de todas las propuestas sin que se las discutan y sin cambiarles una coma. Como que está ávido de que vean en él a un hombre de dimensiones superiores. A un ser no comparable con nadie. Tal vez superior a Cristo.
Muchos políticos del momento lo saben y han intentado internarse en sus sentimientos aprobatorios. Algunos lo han señalado como un hombre que tiene dotes especiales, como López-Gatell, quien dijo que la fuerza de su patrón no es de contagio. Alejandro Díaz Durán propuso que Tabasco se llame en lo sucesivo, de López Obrador. Otros han ideado iniciativas descabelladas, de las que piensan, le gustan. Con ello, creen, ganarán su sonrisa y los escalones de la gloria.
Unos logran su benevolencia, pero no todos. La señora Sheinbaum logró llegar a lo más profundo de sus sensibilidades. Le cuajó repetir exactamente las mismas palabras que profiere el jefe. Mostrar tal vez su propia realidad, que debe consistir en que no tiene ideas propias y por ello, es mucho más fácil y preferible repetir lo que escucha de quien le brinda ayuda y de quien puede esperar más, como convertirse en la sucesora en 2022.
Todo eso, a cambio de desconocerse ella misma. Para parafrasear a uno de sus admirados o a Hugo Chávez: a cambio de no pertenecerse. Le sienta bien emular al desaparecido dictador venezolano.
Con estas actitudes gana mucho más. Ahora está en campaña para presidente del país. Por más que dice lo contrario, porque así fue educada en su segunda carrera, la política. Niega lo que a todas luces es evidente. Acude a los estados de la República, en donde le gritan ¡presidenta! y se deja querer. Allí repite con una modestia más falsa que el sacerdocio del diablo: “en este momento no pienso en eso. Tengo mucho trabajo por delante”. O algo parecido.
¿Pero realmente, los simpatizantes de Morena volverán a repetir la historia de 2018, con Claudia a la cabeza? Muchos responden a esta pregunta: “todo es posible y es verdad. Sólo que primero tendrá que superar a otros competidores que ofrecen mejores expectativas, por verse independientes y no obedientes a nadie, que en todo caso, permite vislumbrar un comportamiento propio y no sujeto a los intereses de alguien, a quien la señora quiere copiar hasta los gestos.
Además tiene un historial de ineficiencia probada en los cargos que ha ocupado. En la delegación Tlalpan y en la jefatura de Gobierno ha dejado una historia siniestra, relacionada con muertes de niños y de viajeros del Metro. La devoción a su patrón no podrá borrar de la mente de los mexicanos esos pasajes. Luego entonces, no todo es obediencia. Tendrá que recurrir a una inteligencia que hasta hoy no le ha brillado. Salvo que el jefe le haga la campaña.
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