Diario ejecutivo
- Revaluación histórica del peso
- Inquina de quienes quieren devaluar
- Salarios, Tesla, sequía, huevo, turismo
Roberto Fuentes Vivar
Yo nací en un año en el que Dios estaba enfermo. No solo un día, como lo escribió el poeta comunista peruano César Vallejo (“Yo nací un día en el que Dios estuvo enfermo”). ¡Todo un año!
Fue un año en el que se devaluó el peso: 1954.
Desde luego que desde la panza de mi madre ni me enteré de la devaluación y quizá lo que sí me asustó (en ese lugar tan acogedor en que me encontraba nadando como feto en el agua) fueron los estruendos típicos de los relámpagos que anunciaban la lluvia y los tronidos de la quema de Judas, porque era un sábado de gloria.
Años más tarde me enteré (leyendo y releyendo la historia económica) que ese 17 de abril de 1954 nuestro país había sido obligado por Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional a devaluar el peso, luego de que en años anteriores (1949-1950) el país había emprendido una especie de experimento de libre paridad, la cual llevó a la moneda mexicana a depreciarse de 4.85 (en que se mantenía desde 1940) a 8.65 unidades por dólar. Claro, con su consecuente fuga de capitales hasta dejar vacías (o casi) las reservas internacionales.
Pues ese sábado de gloria de 1954, el gobierno de Adolfo Ruíz Cortines decidió devaluar el peso de 8.50 a 12.50 pesos por dólar. Desde luego que en ese momento no informaron las presiones internacionales, sino hasta años después, cuando se dio a conocer una comunicación del Fondo Monetario Internacional gobierno de México, que decía: “Sólo hay un punto que quisiera enfatizar, y es que si para finales de este mes [marzo] no se tienen indicaciones de un nuevo y enérgico avance al problema de determinar un nivel apropiado para el peso, me temo que surgirán dificultades para que el Directorio Ejecutivo no tome nota formal en una forma más estricta que la seguida hasta ahora acerca de la irregularidad en que se encuentra la relación de México con el Fondo”.
Décadas más tarde de ese sábado de gloria (y cuando ya había yo salido de ese acogedor vientre materno), el secretario de Hacienda (devaluador) Antonio Carrillo Flores, decía que aparte de las causas meramente económicas, “fue la incapacidad e imprevisión de las autoridades y la presión norteamericana [sic] las que propiciaron la devaluación monetaria de abril de 1954”, según consta en la Historia del Banco de México.
Incluso, un comunicado de prensa del propio banco central, del domingo 18 de abril (de ese año en el que Dios estuvo enfermo) decía que la devaluación tenía como objetivo: “a) reducir las importaciones de artículos no indispensables; b) alentar las exportaciones; c) aliviar la difícil situación por la que [estaban] pasando algunas actividades económicas, como la minería; d) desanimar las exportaciones de capital; e) provocar una inversión privada mayor y f) fortalecer los ingresos que el país obtiene por invisibles, como el turismo”.
Pero, mientras yo descansaba plácidamente en la barriga de mi mamá, la gente se enojaba porque la tortilla y el pan habían subido de precio. En ese año se registró una inflación de alrededor del 10 por ciento.
Fin del desarrollo estabilizador
Muchos años después y ya no desde el vientre materno sino como incipiente periodista, me tocó cubrir parte de lo ocurrido con la devaluación de 1976, cuando el peso perdió la paridad de 12.50 por dólar, la cual se mantuvo durante 22 años.
El presidente Luis Echeverría, el secretario de Hacienda, Mario Ramón Beteta, y el director del Banco de México, Ernesto Fernández Hurtado, se desvivían por explicar (a su manera) la devaluación. Pero no pudieron. La realidad es que en esos momentos había una guerra (¿no declarada?) entre la iniciativa privada y el gobierno, por lo que el saqueo de divisas y la compra de dólares eran deporte cotidiano. Además la deuda externa había crecido (entre otras cosas por el gasto de los Juegos Olímpicos y del Mundial de Futbol de 1970) a niveles inmanejables.
Al cierre de su gobierno (de LEA) el dólar se cotizaba en 22 pesos lo que significó una devaluación de 76 por ciento y a diciembre de 1976, la inflación interanual se aceleró a 27.3 por ciento contra 11.3 por ciento del mismo mes del año previo. Vale la pena mencionar que la medición inflacionaria no era la misma que hoy en día.
Cuando llegó José López Portillo (quien se salvó de devaluar el peso en 1976 porque fue nombrado meses antes candidato del PRI a la presidencia de la República), dijo que “presidente que devalúa se devalúa”. Por eso se propuso “defender al peso como perro”, pero sus dotes caninas no le funcionaron y el peso se devaluó y se devaluó y se devaluó.
Cuando terminó el gobierno de López Portillo el dólar se vendía en 48 pesos, lo que significó una depreciación de más de 107.8 por ciento por ciento y la inflación anual pasó de 16.2 por ciento en 1978, a 29 por ciento en 1981, para llegar hasta casi 100 por ciento en 1982.
Claro, en ese sexenio la fuga de capitales fue un deporte nacional en el cual los mexicanos conseguimos algo así como una medalla de oro, al grado de que el mandatario decretó la nacionalización bancaria, como lo expuso en su libro autobiográfico “Mis tempos”. Fuera de los errores López Portillo es importante conocer la inescrupulosa actitud de los empresarios mexicanos en su sexenio y en el de Luis Echeverría. Precisamente en el tiempo en el que se acabó el llamado “desarrollo estabilizador” y se crearon o fortalecieron muchos de los grupos de poder empresarial que hoy siguen actuando. Nada más hay que recordar a los encapuchados de Chipinque que promovieron (casi) un golpe de estado contra el presidente en ese aciago 1976.
Devaluar ¿política de estado?
Con López Portillo terminó lo que los empresarios llamaron “la docena trágica” y comenzó el neoliberalismo. Miguel de la Madrid cortó el ala revolucionario del PRI y comenzó a adoptar medidas económicas basadas en las recetas del Fondo Monetario Internacional. En su sexenio se registró el nivel más alto de inflación, pues llegó a ¡cuatro mil por ciento! Con una devaluación de mil 443 por ciento. En su descargo hay que señalar que le tocó el más grande sismo en México, el de 1985, así como el crack bursátil de 1987.
Con Carlos Salinas de Gortari, la devaluación fue 50 por ciento y la inflación de 142 por ciento, aunque al término de su sexenio había logrado reducirse a casi un dígito, pero de una manera temporal. Fue una temporada de cambios radicales en los que se generaron ciertas esperanzas de que el neoliberalismo podría ser un buen futuro para México.
Pero con Ernesto Zedillo las esperanzas se murieron regresaron las devaluaciones (203 por ciento en el sexenio) y una inflación de 225 en su periodo.
Con los gobiernos panistas de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, la depreciación del tipo de cambio ascendió a 12.03 y 30.55 por ciento, respectivamente, mientras que la inflación fue de 30 y 29 por ciento.
En el gobierno de Enrique Peña Nieto el peso se devaluó 57 por ciento, entre el primero de enero de 2012 y el 27 de noviembre de 2018, mientras que la inflación fue la más baja en ocho sexenios al llegar, de manera acumulada a 27.9 por ciento.
En esos sexenios, por las devaluaciones, la inflación y las crisis (y ya muy afuera del vientre materno de 1954) perdí una casa y vi reducirse paulatina y sistemáticamente mi patrimonio familiar.
En todos los sexenios mencionados hubo devaluación y la inflación en México fue mayor a la de los principales socios comerciales.
Ahora no ha habido devaluación, sino que por primera vez en más de 80 años el peso se ha revaluado ante el dólar y aunque existe una alta inflación, a diferencia de administraciones anteriores, es inferior (o al menos igual) a la del entorno mundial, principalmente a la del vecino país del norte, Estados Unidos, cuando hace unos años era del doble o del triple.
Hago toda esta historia de las devaluaciones porque no entiendo la inquina (¿o será miseria humana?) de quienes intentan desestimar el hecho de que en esta administración se haya revaluado el peso hasta, como sucedió el viernes pasado, rebasar a la baja la barrera de las 18 unidades por dólar.
Definitivamente no me explico la actitud arcaica de quienes quieren que haya una devaluación para que fracase a quien consideran un opositor, aún a costa del bienestar del país. Es deleznable, aborrecible, abyecto, abominable, despreciable, vil y vergonzoso, por lo menos para mí, desear una depreciación del peso en estos momentos en que el mundo vive una alta inflación.
Definitivamente, parece ser que las devaluaciones han dejado de ser una política de Estado para que la cotización del peso se maneje, aunque les duela a algunos, en un mercado libre
Dice el filósofo del metro: Aunque comiencen con la misa letra, Dios y Dólar son muy diferentes.
Tianguis
El viernes, el INEGI dio a conocer el reporte de las Cuentas por Sectores Institucionales Trimestrales (CSIT) de julio-septiembre de 202, en el cual se señala que la economía interna tuvo un valor de 190 billones 577 mil 035 millones de pesos y sumando al resto del mundo (remesas), llegó a 203 billones 689 mil 696 millones de pesos. Pero quizá lo más interesante es que cada día las remuneraciones de los trabajadores tienen más peso en la economía. En 2018 representaban 26.2 por ciento del total y ahora la cifra ha subido a 27.8 por ciento. Sin embargo, la desigualdad en la repartición de la riqueza se mantiene, pues en el trimestre en cuestión las ganancias empresariales avanzaron 3.6 puntos…Rogelio Ramírez de la O, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), informó que Tesla no recibió ningún estímulo fiscal para instalar su panta en Nuevo León. Dijo que la empresa automotriz “vino a la secretaría de Hacienda y nos dijo categóricamente que no necesitan ningún estímulo fiscal más allá de los que ellos ya tienen a la vista que son los que tiene México”. Al participar en la Reunión Plenaria de Consejeros de Citibanamex, explicó que para una actividad exportadora tener tasa 0 de exportación es recibir toda la devolución del 16 por ciento del impuesto al valor agregado (IVA), por la parte del costo que tiene el origen interno, la parte del costo de origen externo es una importación. “Pero nosotros, con esa tasa 0 de IVA más el hecho de tener firmado el tratado de libre comercio fue suficiente Tesla. Fue suficiente razón para no estar hablándonos de incentivos”, dijo… Grave el panorama que planteo Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (Lacen) de la UNAM, a La Jornada: “Con el inicio de la temporada de sequía en el país, se prevé el encarecimiento de productos del campo, como frutas, verduras, hortalizas y carne, lo cual a su vez repercutirá en torterías, taquerías y restaurantes. La industria de preparación de alimentos y bebidas estima que la inflación impacte todavía en el segundo semestre de 2023”. Ante las altas temperaturas que ya comienzan a registrarse en el territorio nacional, refirió que datos oficiales muestran que México tendrá al menos 16 semanas de temperaturas máximas de 40 a 45 grados Celsius. Con la sequía aumentan los precios de productos del campo, como frutas, verduras, hortalizas, legumbres, maíz, lácteos, huevo, pollo, carne de res y cerdo… Por cierto que en la misma Jornada se informó que “el desmedido incremento del precio del huevo se debe a la especulación por los brotes de influenza aviar AH5N1 que ha llevado a la sobredemanda y venta clandestina, mientras el país es prácticamente autosuficiente, ya que durante 2022 se produjeron 3 millones 115 mil toneladas, y las importaciones fueron de tan sólo 6 mil 374 toneladas, 87 por ciento menos que en 2021”. De acuerdo con el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas y el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), durante 2022 se reportaron brotes de influenza aviar AH5N1 en Estados Unidos, Canadá y México, entre otros países. En territorio nacional, hasta enero pasado se habían sacrificado 5.5 millones de aves, 0.26 por ciento del inventario nacional en 23 unidades de producción de Jalisco, Yucatán y otras entidades, reportó la Sader… Como cada semana el secretario de Turismo, Miguel Torruco, presentó un informe sobre esta actividad. Ahora dijo que México seguirá siendo una potencia turística en 2023, debido a un incremento en la captación de divisas, un mayor gasto de visitantes y como resultado de los buenos números obtenidos a lo largo de 2022. “Este año México se consolidará como potencia turística en lo económico, acorde con la política turística de la actual administración, en la que se prioriza la captación de divisas y el gasto per cápita” y previó que este año se capten 31 mil 169 millones de dólares, por la llegada de visitantes, lo que representaría un incremento de 11.3 por ciento con respecto a 2022 y de 26.8 por ciento contra 2019.