Por Aurelio Contreras Moreno
Las tendencias dadas a conocer por el Organismo Público Local Electoral (OPLE) la noche de este 5 de junio sobre los comicios en el estado de Veracruz, hablan de una jornada histórica y del advenimiento de la alternancia partidista nunca antes experimentada en la entidad para una elección de gobernador.
Los resultados del conteo rápido realizado por un comité técnico integrado por especialistas en estadística de la Universidad Veracruzana y otras entidades académicas arrojan números que, de confirmarse en el cómputo final, le darán la victoria en la elección de gobernador a Miguel Ángel Yunes Linares, candidato de la alianza PAN-PRD, con un porcentaje de votación de entre 33.32 y 34.79 por ciento.
Atrás se quedarían el abanderado priista Héctor Yunes Landa con un porcentaje de entre 29.01 y 30.40 por ciento, y el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional, Cuitláhuac García Jiménez, con entre 26.48 y 28.20 por ciento de la votación.
Los signos son inequívocos. El que el presidente del OPLE, José Alejandro Bonilla, haya salido a informar estos números sólo significa una cosa: que los conocieron antes en palacio de gobierno y que no les quedó de otra más que aceptarlos. De haber tenido el margen de maniobra para revertirlos, el gobierno estatal no habría permitido que se difundieran semejantes resultados.
Una primera lectura de estas tendencias, aún preliminares, nos permite realizar varios análisis. Para empezar, que a pesar de la impudicia del grupo gobernante que se dejó ver durante todo el periodo de campañas, pero se reveló con toda su fuerza en los días previos a la jornada electoral, la ciudadanía no se amilanó. A pesar de que con absoluto cinismo e irresponsabilidad intimidaron a la población con la perversa intención de que no saliera a votar y dieron pie a diversos actos de violencia que enturbiaron el ambiente, los veracruzanos expresaron un rotundo rechazo a esas prácticas.
El porcentaje de participación ciudadana también nos lo indica.
Entre 52 y 55 por ciento de los veracruzanos en lista nominal salieron a emitir su sufragio y expresaron, con todas sus letras, el gran repudio que les merece el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, a quien le ha llegado la hora de rendir cuentas, junto con todos los que a su vera se enriquecieron a costa de la miseria de los habitantes de la entidad. La ciudadanía hizo su parte y merece absoluto reconocimiento.
Otro elemento que quedó más que claro tras la jornada comicial es que hay que modificar el entramado jurídico-electoral en materia de partidos políticos con financiamiento público. El que los partidos chicos no alcanzaran ni el dos por ciento de la votación no es otra cosa que un dispendio estúpido de los recursos públicos que se les entregaron por millonadas. No representan nada ni a nadie, pero sangran el erario descomunalmente.
Y por supuesto, la elección de este 5 de junio exige, sobre todas las cosas, un llamado a hacer justicia. A que quienes saquearon el estado paguen por ello. A que quienes se robaron el dinero de los veracruzanos lo devuelvan y vayan a la cárcel. Ése es el mandato popular expresado en las urnas y habrá que exigirle al próximo gobernador que cumpla con él.
Todo indica que llegó a su fin una época negra en la historia de Veracruz, que no debe repetirse jamás. Se acabó la fidelidad. Ojalá que sea para bien.
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