No hace mucho tiempo, cuando empezó la violencia a vulnerar las calles del Puerto de Acapulco en el estado de Guerrero, las autoridades en turno afirmaban que sólo se trataba de pandillas de delincuentes haciendo de las suyas y que ningún incidente tenía que ver uno con el otro.
Por su parte los empresarios de centros de entretenimiento e incluso bares y restaurantes, hacían mutis al respecto. El negocio legal y el ilegal de la venta de alcohol adulterado, de estupefacientes y otros, les dejaban grandes dividendos, incluso el segundo más que el primero. Y así, los administradores dejaron entrar al crimen organizado por la puerta grande del territorio al que debían de proveer de seguridad y los empresarios por la puerta de enfrente de sus propios negocios.
Luego empezaron a aparecer las cabezas y miembros dispersos de humanos por las calles de Acapulco y más tarde la realidad: Gobernantes y empresarios sometidos a los mandatos de los criminales y en consecuencia, la queja pública de la iniciativa privada acapulqueña de que se encuentra sometida al “yugo criminal”.
Nada hay nuevo bajo el Sol y en la ruta del Acapulco criminal se encuentra ya el Distrito Federal (DF).
Así empezamos. Primero la venta de lo ilegal y el tráfico incluso de humanos –a la venta— al interior de cientos de negocios que han tenido magras ganancias de esta actividad. En tanto las autoridades capitalinas sólo jugaban y juegan a proveer de seguridad a los antros y bares. Luego vivieron los secuestros, las balaceras y las declaraciones de que aquí no pasa nada.
Las trayectorias del crimen encuentran recovecos, salidas, vueltas de esquina, pero al final tienen el mismo cometido y no verlo en territorio ajeno es tan absurdo que asusta. Y tal vez habría que preguntarnos si lo más aterrador es el poder del crimen o la ineptitud de los gobernantes y administradores en turno.
En la capital del país y sus zonas conurbadas la violencia y la inseguridad son palpables y reales.
¿Por qué la negación y por otro lado el despliegue de fuerzas del orden en números exagerados a zonas violentadas una vez pasado el incidente criminal?
El Distrito Federal está en ruta de colisión. Lo terrible es que hay quien lo duda y hasta lo niega. Lo alarmante es que esto hace Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del DF.
Acta Divina… Miguel Ángel Mancera al frente del gobierno del DF, niega que exista un “cártel de Tepito” y que nada tenga que ver el ataque y muerte de dos personas al interior de un gimnasio tepiteño y el secuestro de 12 jóvenes dentro de un bar en la Zona Rosa.
Para advertir… ¿No sería suficiente el dato del uso impune de sus influencias del ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Genaro Góngora Pimentel como para cuestionar los dictámenes de todo el sistema judicial en México?
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