Seguro usted se acuerda de Miguel Limón Rojas. Sí, aquel que durante el zedillato ocupó la titularidad de la Secretaría de Educación Pública sin mayor pena pero tampoco con ninguna gloria sobre la testa. Pues bien, a decir de académicos e investigadores del tema de la enseñanza en México, él y otros tres funcionarios que parasitan en la SEP desde aquel entonces se han convertido en un verdadero y costoso lastre del que no se ha salvado el actual responsable de esa cartera de la Administración Federal, Emilio Chuayffet.
Silvia Ortega Salazar, Luis Ignacio Sánchez Gómez y Alba Martínez Olivé serían los complementos de esta cuarteta.
Burócrata de larga data, Limón Rojas ha pasado por cargos tan disímbolos a la educación como los relacionados con el indigenismo, la reforma agraria, la planeación para el desarrollo, y la procuración medioambientalista. Chambista. Chambón. Como quiera usted llamarle. Preside actualmente y desde hace tiempo una fundación en torno a las letras mexicanas –whatever that means— y según relatan mandos medios de la dependencia donde despachó don Jesús Reyes Heroles, percibió por su asesoría permanente a la SEP y trabajos que hacía para ella –y que los mismos burócratas de la dependencia se encargaban de elaborar– durante la docena trágica panista, un subsidio anual de alrededor de 20 millones de pesos que Martínez Olivé se encargaba de recolectar, lo que posiblemente siga haciendo ahora que es subsecretaria de Educación Básica.
La influencia de Limón Rojas es enorme. Mantiene ahí a quien fuera su director del INJUVE, Luis Ignacio Sánchez Gómez quien, de acuerdo a como soplen los vientos cambia de camiseta. A veces se dice camachista, otras ebrardista, dejó de ser elbista y ahora sólo reconoce a Luis Castro, su room mate en Madrid, y actual dirigente formal de Nueva Alianza. Sánchez Gómez, quien carga con una investigación del órgano interno de Control de esa dependencia por sus malos manejos en la Administración Federa de los Servicios Educativos para el DF, donde fue ratificado.
Silvia Ortega, por su parte, se ha fosilizado en la rectoría de la Universidad Pedagógica de donde sale y vuelve a entrar. Siempre ha llevado a su lado a otro recomendado de Limón Rojas, Antonio Ávila Díaz, quien también fuese director general de Programa¢ión y Pre$upuesto de dicha secretaría y que en la UPN se desempeña como Director General de Operación.
¿CUÁLES CAMBIOS?
El discurso oficial habla de que el Estado perdió el control de la educación a manos de ciertos grupos. Bien puede ser, afirman los especialistas consultados, que uno de esos sea el de Limón Rojas, ahora asesor especial de Chuayffet, enquistado en la SEP desde hace ya tres sexenios y lo que corre de éste.
Emilio Chuayffet Chemor, en efecto, advirtió que “la Secretaría de Educación Pública hay que revisarla críticamente, para que vuelva hacer la dependencia del Ejecutivo Federal que ejerza la rectoría del Estado en la materia, que diagnostique los problemas, establezca las metas y los objetivos, elija la pertinencia de las estrategias y dé seguimiento puntual a las evaluaciones, y ayude así a hacer renacer un sentimiento social como el que caracterizó al gran periodo de la emoción colectiva en México, desde 1929.”; y subraya que la reforma educativa”, enfatiza que “no se trata de buenas intenciones, sino de ofrecer una relación de compromisos sujetos a la pública y permanente verificabilidad”.
Parece entonces que los hechos nos son congruentes con las palabras. Simplemente la pregunta sería ¿de qué cambios habla Emiliio Chuayffet si desde 1995 la SEP tiene un ácido y corrosivo sabor a Limón?
Índice Flamígero: Resulta que el hoy flamante subsecretario para la pequeña y mediana empresa Enrique Jacob Rocha prefirió, ante el desconocimiento del área a su cargo, irse por lo seguro incorporando a Alejandro González como coordinador de asesores. A lo mejor desconoce que apodaban, en el foxiato, “el 10%”, cuota que pedía por las asesorías y apoyos para liberar los folios. También nombró Jacob a Gustavo Ledesma como su secretario particular. Éste entró a la Subsecretaría de PYMES en la época de Sergio García de Alba, después con Miguel Marón fungió como secretario ejecutivo del Fondo PYME, lo que le permitió direccionar las autorizaciones de los folios para apoyos a empresas que solamente cumplían con el requisito de pagar el “apoyo”. Los malos manejos en ese entonces y ahora, derivaron en la indignación del sector, con muchas quejas y denuncias por parte de los integrantes de cámaras y asociaciones que ya no entienden qué pasa en esa importante área del gobierno federal. Asunto que va precisamente en contra de la “falta de transparencia” en la dispersión de los recursos públicos a los que el propio secretarios Idelfonso Guajardo se ha referido. La pregunta aquí, ahora, es, ¿cuál es el compromiso del actual subsecretario de PYMES y “de a cuánto? Y es que, como dice el dicho, “dime con quién andas y te diré quién eres”.