MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
¿Cuestionar al licenciado presidente implica violar la veda electoral?
Legalmente no es candidato de instituto político alguno a un cargo de elección popular; en todo caso, en términos llanos es un delincuente electoral porque recurrente e insolente ha pasado por encima del ordenamiento legal que le prohíbe, como depositario del Poder Ejecutivo Federal, intervenir en el proceso electoral.
Pero le importó un pito y ayer, su convocatoria a salir a votar porque sostiene que la seguridad pública está garantizada, sonó más falsa que un billete de 400 pesos.
Creo no estar fuera del marco legal en esta prohibición de hacer campaña electoral, porque no lo es el referir que el árbitro de la contienda llega –como nunca en su breve vida en el escenario democrático– a la ruta crítica rumbo a las urnas con una enorme carga de descalificaciones operadas y avivadas desde la mañanera en Palacio Nacional.
Porque, mire usted, es una ofensa al sentido común ese dicho del licenciado López Obrador de que en México nunca ha habido democracia, que inmediatamente corrigió, porque se estaba dando un tiro en el pie, como citan los clásico, y refirió que, bueno, bueno, hubo democracia en contadas ocasiones y una de ellas en 2018, es decir, cuando ganó la elección federal con más de 30 millones de sufragios.
Pero, vaya, si de legalidad se trata y de convocar a respetar a las leyes que los mexicanos tenemos producto de toda una historia de complejas relaciones políticas en la lucha por el poder, Andrés Manuel no se inscribe en ese marco de tolerancia e inclusión que debiera tener un luchador social que se ha gastado le vida para llegar a la Presidencia de la República.
Veamos. Nunca será grato cuestionar al director del equipo porque se parte de la convicción de que éste llegó al cargo por su capacidad y experiencia, conocedor del terreno que pisa y propositivo por cuanto demanda un plan de trabajo para impulsar al equipo a los primeros niveles y en busca del máximo galardón.
¿El director del equipo llamado México lo ha impulsado sin distingos y con ideas innovadoras para convertirlo en triunfador y merecedor del respeto mundial y rumbo a ese liderazgo que otros equipos de similares condiciones lograron con la práctica de la democracia y el buen gobierno?
Y no, no se trata de hablar de quién o quiénes ganarán el próximo domingo ni quién o quiénes son más o menos corruptos y merecedores de la cascada de epítetos que bañó a prácticamente todos los contendientes.
No, el tema es el gobierno, el equipo, y su director en jefe que se ha gastado el tiempo en culpar de todo, absolutamente todo lo malo que hay en el país y en la estructura gubernamental. Es el personaje que ha dilapidado su bono democrático en insultar y descalificar a sus críticos y opositores, que se ha negado a escuchar la crítica sin ánimo personalista, sin rencores.
Así, el mensaje de este 2 de junio, en el que incluso advierte el riesgo de que lo vaya a cepillar la autoridad electoral, es el mensaje que debió haber hecho desde el momento en que se dio el banderazo al inicio de las campañas electorales, aunque como Presidente de todos los mexicanos no debió asumir postura alguna favorable hacia nadie ni a partido alguno.
Es, Andrés Manuel, insisto y quiérase que no, el presidente de México.
Pero desde el primer día en que rindió protesta como tal, arrancó el cobro de facturas y la estrategia entendida como curarse en salud y argumentar que no se avanza en la tarea de gobierno porque los anteriores le dejaron un tiradero que nada en la mar de la corrupción.
Y por supuesto le ha funcionado esa estrategia, tanto que no ha menguado sino sólo hasta ayer miércoles cuando se asumió respetuoso de la veda electoral. ¿Y qué de las más de 20 conferencias de prensa matutinas en las que violó la veda?
Leamos:
“Manifestarle al pueblo de México y lo hago como siempre (¿cómo siempre?) de manera responsable de que el país está en paz: hay gobernabilidad, no hay riesgos de inestabilidad. Estamos enfrentando el flagelo de la violencia todos los días y se puede hablar de paz y de tranquilidad en el país (¿en serio).
“No es de buen gusto comparar con lo que está pasando en otros países, que por cierto no se sabe nada porque a nuestros adversarios no les conviene (¿por qué no les conviene?) que se sepa sobre lo que sucede en otras partes donde hay inestabilidad, confrontación, violencia política en México, no. eso lo hemos logrado entre todos y por más que quieran magnificar no obedece a la realidad, como dice la canción de Pablo: ‘no vivimos en una sociedad perfecta pero hay paz y hay tranquilidad en el país’.
“En todos lados hay tranquilidad, hay paz, hay zonas con alguna tensión. Ayer tuvimos 57 homicidios cuando traemos de promedio de 80 a 90. A ver ¿por qué no ponemos esos?, porque es más objetivo que estar magnificando antes se llamaba sensacionalismo y luego comenzó a llamarse amarillismo; 57. 18 estados sin homicidios eso es ayer, y en tres estados 44 por ciento esa es la situación de seguridad en el país. Eso es todo, no nos vayan a cepillar”.
Margen aparte de lo dicho por el licenciado presidente, seamos tolerantes, incluyentes, buenos vecinos y mejores mexicanos y vayamos a las urnas a votar por quién consideremos la persona idónea que nos represente como diputados federales y locales, alcaldes y presidentes municipales, regidores y, en fin, representantes populares.
No incurramos, por tanto, en la violación a la ley electoral que nos hemos dado ni apostemos a la desaparición de este árbitro y magistrado electoral que, en 25 años, ha transitado rumbo a la calidad democrática. Nunca será, por supuesto, la mejor medida ésta de denostar a la autoridad cuando se pierde y ensalzarle cuando se gana. Caminemos en la vía de la civilidad policía. Respeto a mis críticos y a quien no piensa igual que yo. ¿Somos o no somos? Conste.
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