Paredes forradas de caoba, sillones de cuero, los sentidos embotados por el whisky y el habano, eran el factor común en muchas de las tardes inglesas en los clubs, a inicios del siglo XX y anteriores.
De manera que muchas de las doctrinas o principios, de las llamadas “SOCIETY”, que durante mucho tiempo rigieron, o rigen, distintas ramas de la ciencia, la política, la economía y otras áreas, fueron escritos o dictados por visitantes asiduos de dichos salones y fumaderos de opio; viejos alcohólicos, intolerantes, machistas, siempre he pensado que “flemáticos” es un adjetivo equivocado para calificarlos, pues un grupo de personas con tranquilidad excesiva jamás hubiera llevado a cabo las conquistas y los cambios que estos lograron, yo les llamaría fatuos, cuya mayor virtud o calificación era ser ciudadanos ingleses y auto nombrarse eminencia en tal o cual área, sin embargo era el imperio, y como padre despótico, todo lo que saliera de sus entrañas era ley y no daba lugar a réplica. Pero el tiempo ha ido demostrando que muchas de estas doctrinas fueron erróneas; es por eso que siempre debemos cuestionar o tomar con cautela todo aquello que se nos quiera endilgar como dogma.
De hecho, los auténticos avances en distintas disciplinas que han salido de ese país, u otra potencia, han provenido en la mayoría de los casos, de personas ajenas a estos grupos, cuyo trabajo en su momento fue descalificado al grado de ser ignorados, encarcelados o, lo que era peor, recluidos en instituciones psiquiátricas por calificarlos como desequilibrados al ir a contracorriente.
Por ello pienso que en nuestro país, debemos comenzar a cuestionar todo aquello que nos ha sido inculcado, por no decir inoculado, y que en nada ayuda a nuestro desarrollo, como pequeña muestra usaré una palabra que a muchos nos enseñan desde niños, el que cuando alguien nos llama debemos responder con un “mande”, una respuesta que indica servilismo, sumisión y que en otros tiempos fue enseñada a fuego a personas subyugadas para responder al amo, en pocos grupos o países, o tal vez ninguno, que no haya sido colonia escucharemos a sus habitantes responder a un llamado con algo que sea sinónimo de “ordene usted”; igualmente creo tendríamos que comenzar a hacer las cosas a la mexicana, pues aunque nada tiene de malo aprender, lo que sea valioso, de otros países, bien podemos ajustar lo aprendido a nuestra idiosincrasia, pues esa capacidad de adaptabilidad, ingenio, improvisación que nos caracteriza deben ser usadas como cualidades para darle nuestro propio sello a las cosas, además de que indudablemente debemos comenzar a crear nuestras propias técnicas y tecnologías. Son menos de 1,000 las solicitudes de patente mexicanas registradas anualmente, cuando una sola universidad extranjera rebasa fácilmente ese número.
Y aquí volvemos al freno que es la tramitocracia, aunque el IMPI dice hacer esfuerzos para agilizar y apoyar los trámites, hasta 6 meses puede tardar alguien en pasar los filtros solo para lograr el apoyo a comenzar el trámite de registrar una patente, y el costo para el trámite de la misma es superior a otros países en relación al poder adquisitivo de sus habitantes.
El claro ejemplo de que seguir a rajatabla dogmas sin cuestionarlos pocos beneficios pueden traer, sean extranjeros o locales, lo estamos viviendo con el infierno que han generado reformas impuestas que en nada están beneficiando a los mexicanos y que, aunque nos lo prometan hasta el cansancio, nada bueno dejaran en el futuro, ya desde la época de nuestros padres nos han machacado a los mexicanos con el cuento de que para ver resultados a las recetas dolorosas tenemos que esperar unos años, y así tenemos más de 30 esperando, sin resultados positivos, que los castigos impuestos al pueblo le dejen algún beneficio, justo en estos tiempos se están venciendo los periodos que nos pidieron esperar, para ver resultados a las medidas tomadas en sexenios de López Portillo, De la Madrid, Salinas; por qué razón deberíamos creerles ahora, si día con día vemos la prueba de que quienes las imponen ahora, son igual o peor que los de hace 30 años.
Y eso que diario se levantan sin intención de joder, imagino entonces que “fue sin querer queriendo”.
Jorge A. Barrientos