A estas alturas, nadie debe desconocer los efectos demoledores que los corruptos reptilianos que alguna vez pasaron por el sector público han provocado para acabar con el Estado mexicano y socavar cualquier esperanza de futuro. La corrupción sin límites fue escogida como su arma predilecta. Y, por consiguiente, corrompieron el TLCAN que, con cierta dosis de razón, Donald Trump quiere echar abajo.
Por la corrupción de los dizque gobernantes mexicanos, sí, no sólo perdieron empleos de sus trabajadores menos calificados, para traerlos a México donde el salario es una mera formalidad para mantener a sus obreros esclavizados, sino que vieron invadido su mercado con productos de sus competidores de Asia y Europa.
Hay causas y consecuencias. Cuando Carlos Salinas de Gortari metió a toda su prole a estudiar al Liceo Japonés de México, lo hizo con toda la saña de quien busca una alternativa para formar una dinastía de depredadores. Muchos de los economistas y politólogos en ciernes que recabó en las escuelas e institutos privados del país siguieron su ejemplo. Y lograron lo inaudito.
Al poco tiempo de ser despachados de los empleos gubernamentales, y una vez que echaron las bases del entreguista TLCAN, los más atrevidos y transgresores, decidieron fundar consultorías y empresas de investigación para asesorar a empresas extranjeras –no las del socio comercial, EU, sino asiáticas y europeas—que buscaran negociar, aplicar, aprovechar y proteger sus intereses, como se refiere en sus actas constitutivas.
El negociador, trustee en la trilateral Japón, Europa, EU
Jaime Serra Puche, el afamado Cete –porque su cargo al frente de la SHCP tuvo un vencimiento a los 28 días–, quien dirigió el grupo negociador del TLCAN como secretario de Comercio del salinismo vengativo, formó la empresa Servicios Administrativos Integrales, dedicada a la evasión fiscal, elusión de aranceles, cuotas compensatorias, prácticas corporativas, arbitrajes contra el Estado, y negociación de ventajas… así, como suena.
Además, sus “habilidades” contra la Nación lo llevaron a ser presidente del Consejo de Administración de Chiquita Brands International, la bananera de Carolina del Norte, expresión máxima de la United Fruit Company, causante de todos los golpes de Estado latinoamericanos que se recuerden. Encarnación de una historia de horror paramilitar.
Fue investido de inmediato como trustee –condición mayor de palafrenero– de la fatídica Comisión Trilateral, entre Japón, Europa y Estados Unidos, para que a nadie cupiera duda de quiénes son los verdaderos patrones de esta otra gloria del salinismo rastacuero y meteco.
Herminio Blanco, empleado de Mistsubishi
Su aliado, otro nefasto, de nombre Herminio Blanco Mendoza, recolectado por los Montemayor Seguy en el Tec de Monterrey, subsecretario de Comercio del salinismo con Serra Puche, y posterior secretario de la misma cartera con el traidor Zedillo, siguió sus pasos a pie juntillas y fundó IQOM, una empresa de las mismas características que la de Servicios Administrativos del Cete.
IQOM, como su nombre lo indica, aplica la inteligencia para balconear con anticipación en favor de extranjeros todas las medidas económicas que el gobierno pretenda utilizar contra sus empresas, según se remarca en su acta constitutiva. Por ello, el salinismo lo empujó hasta el fracaso en su pretensión de dirigir la OMC.
Su proceso de data mining –minería de datos– facilita la toma de decisiones de las trasnacionales contra el país, en base a información privilegiada. Los servicios que Herminio Blanco ha prestado a la empresa japonesa Mitsubishi, explotadora de la sal mexicana, le reportan un sueldo de un millón de dólares al mes por concepto de asesoría, nada mal para un traidor de siete suelas.
Herminio Blanco cobra también con su empresita consultora enormes cantidades a bancos, financieras, explotadoras nacionales y foráneas, japonesas y europeas, así como con el mismo cuento, es asesor de la Secretaría de Economía, toda vez que –todo así lo indica– es socio en estos brincos de Ildefonso Guajardo Villarreal. Sus opiniones en materia de acero y minería son irrebatibles: sirven al mismo patrón extranjero.
Tratados comerciales con los adversarios de EU
Quienes nos vendieron el TLCAN como el remedio a todos los males –que según Carlos Salinas de Gortari nos iba a llevar al primer mundo– resultó una fabulosa cajita productora de serviles y descastados que acabaron vendiendo a su país por un plato de lentejas… bien condimentada$ en verdes, por lo que se ve.
Los gabachos esperaban que el TLCAN funcionara como un puente salvífico a sus quebradas empresas automotrices, que, aprovechando las exenciones fiscales del gobiernito mexicano, su regalo de tierras para las empresas, bajísimos cobros de servicios de infraestructura y miserables salarios a los obreros, sin posibilidad de reclamo alguno, servirían para que sus autos pudieran ingresar al mercado europeo y japonés. Que, efectivamente, la región fuera un bloque que compitiera con los asiáticos y con los europeos.
Sin embargo, la obsesión compulsiva de enriquecimiento inmediato de nuestros mandarines, los llevó a seguir firmando otra docena de tratados de libre comercio con los adversarios europeos y japoneses, que acabó convirtiendo al país en el trampolín indispensable para el mercantilismo internacional.
Más pronto que inmediatamente, México se convirtió en la puerta de entrada de las fábricas automotrices europeas y asiáticas, por ejemplo, que ¡invadieron el mercado de Estados Unidos! Un auténtico dumping, competencia desleal, que es el que a la fecha argumentan republicanos y demócratas para demoler las bases de su búmeran, el TLCAN.
¡Dumping!: México da subsidios a competidores de EU
No es la protección del empleo de los estadunidenses, imposible, lo que defienden los productores a través de las peroratas esquizofrénicas de Donald Trump. Es la serie de ventajas comparativas para –por ejemplo– sus corporaciones automotrices, Ford, Chrysler y Dodge, que los salinistas reptilianos cambiaron de bando. Los vecinos de Canadá y EU se vieron lentos, no contaban con la potencia psicótica de la corrupción de los engendritos de El Chupacabras.
Trump y los oligarcas republicanos y demócratas afines, patrones originarios de los reptilianos salinistas, argumentan que las mercancías asiáticas y europeas los han invadido, gracias a los tratados comerciales que México ha firmado con países de esos continentes –nos ven como mero trampolín hacia EU– cuyas empresas aquí gozan de condiciones salariales, fiscales y de servicios desproporcionadas que les brindan los gobiernitos mexicanos, por lo que sus productos entran a Estados Unidos con dumping, competencia desleal.
Salinas, Serra, Blanco empleados de rivales de EU
De que la perra es brava hasta a los de casa muerde. Ahora quieren revisar las bases del TLCAN, porque en nuestra defensa, dicen que lo único que hace México es entregar la propiedad de terrenos y servicios para las empresas ajenas a su zona hegemónica. Jamás se imaginaron que Serra Puche, Salinas y Herminio iban a acabar como empleados de sus rivales asiáticos y europeos.
Hay una figura un tanto cuanto vulgar que ilustra lo que en realidad es el TLCAN para México. Y esa figura es la de quienes creen que México “se la está metiendo a los gringos”, cuando en realidad los que lo están fornicando son los bloques asiático y europeo.
Los mexicanos, entonces, sólo somos el condón de esas espurias relaciones y amasiatos inconfesables. En eso hemos acabado, gracias a la desenfrenada obsesión de amasamiento monetario de los salinistas. Gracias a la corrupción, que tiene al país al borde de su extinción. Somos el ejemplo del entreguismo y también de la deslealtad infame.
TLCAN: Ninguna ventaja para los mexicanos esclavizados
Quien sirve a dos patrones, con ninguno queda bien. Lo deleznable, lo bochornoso de este asunto de tragicomedia, es que los salinistas inventaron su juguetito de consultorías para seguir viviendo a nuestras costillas y seguir insultando al país a límites pantagruélicos.
Viven como príncipes. Ellos sí, ya están en el primer mundo. Sus entrambuliques y transas son vergonzosos y destructores.
Los mexicanos, con salarios miserables –lo único que nos ha dejado el TLCAN–, ya sin planta industrial propia, con el campo devastado quedamos, en el mejor de los casos, como condones usados.
¿O usted que cree?
Índice Flamígero: Apenas el viernes anterior, el colega Inder Bugarin publicó un reporte sobre los impactos negativos provocados en México y Estados Unidos por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), dado a conocer en esa fecha por el Parlamento Europeo. De acuerdo con el estudio, el TLCAN y otros acuerdos comerciales similares conllevan el riesgo de exacerbar las desigualdades en los países. En el caso concreto del TLCAN, “los derechos de los agricultores pequeños y de bajos ingresos en México y de los trabajadores no calificados y de poca educación en la manufactura y los servicios en Estados Unidos se vieron socavados”. Tampoco la apertura comercial creó los empleos previstos. “Está claro que los beneficios totales en materia de empleo para México y Estados Unidos fueron menores a los previstos”, indica el reporte. El análisis presenta al TLCAN como un caso en el que se cometieron errores que la UE debe evitar en la formulación de futuros acuerdos. Sostiene que México se equivocó en acortar el periodo de eliminación de cuotas arancelarias a los productos agrícolas de 15 años a 30 meses. “Más de 2 millones de empleos se perdieron en la agricultura de 1995 a 2007. Los pequeños productores de maíz y trigo fueron los más afectados. Sólo unos pocos agricultores mexicanos fueron capaces de aumentar sus exportaciones de frutas y hortalizas”. Los consumidores tampoco se beneficiaron. El costo de la tortilla, el pan, los cereales y las frutas y verduras aumentaron se elevó, mientras que el de la carne y la comida chatarra disminuyó. En el terreno industrial, el informe sostiene que, a pesar de las previsiones optimistas, la inversión extranjera directa no logró promover un desarrollo industrial sostenible. Las maquilas permanecieron desconectadas de la economía mexicana al importar sus insumos productivos y utilizar sólo mano de obra barata…
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Y le falta Sr Francisco, el tal Herminio Blanco es socio de la famosa entidad mexicana de acreditación a.c. (ema), el único organismo privada que certifica y acredita a todos los organismos de certificación y laboratorios de pruebas del país……………….¿monopolio? imagínese el negociazo que está haciendo, nomás dele una escarbada por ahi.