Luis Alberto García / Moscú
*La pregunta es si sus sanciones cambiarán al futbol mundial.
*Hicieron posible que Rusia y Qatar fueran sedes de mundialistas.
*Dejaron la FIFA en medio de un escándalo que condujo a detenciones.
*Jaque mate al presidente, y al ex jugador francés, su posible sucesor.
*Gianni Infantino conoció todos los delitos; pero guardó silencio.
Ambos urdieron que se hiciera posible que, con cantidades nunca imaginadas de petrodólares –además de tráfico de influencias, chantajes y sobornos- la nobleza multimillonaria de Qatar lograra que –igual que Rusia en 2018- el pequeño país árabe consiguiera organizar la XXII Copa del Mundo de futbol de 2022.
Sin embargo, los conflictos y las penas del suizo Joseph Blatter y del antiguo astro francés del futbol mundial Michel Platini, tuvieron rumbos diferentes, luego de estar unidos como presidente y asesor del organismo.
Así fue desde la llegada a la presidencia del primero a la Federación Internacional de Futbol (FIFA) en 1998, heredando de Joao Havelange un cargo por muchos codiciado, debido a las estratosféricas cantidades de dinero e intereses económicos que se mueven en el ámbito futbolístico mundial.
Distanciados hasta el odio y la enemistad por el paso del tiempo, los dos quedaron en off side, fuera de juego, en octubre de 2018, al cumplirse tres años por algo sucedido en la década anterior, si se recuerda que el pago “en perjuicio de la FIFA” de dos millones de euros, que Blatter hizo a Platini en 2011 por trabajos hechos entre 1999 y 2002, asuntos que motivaron esa sanción.
Ésta, de ser provisional, pasó a ocho años de ausencia del ámbito deportivo mundial y de toda actividad relacionada con el deporte que los hizo millonarios –a uno como directivo, a otro como jugador-, aunque el castigo luego fue reducido a seis debido a que apelaron a la sentencia, rebajada luego a cuatro solamente para el francés que hizo época en las décadas de 1980 y 1990.
Joseph Blatter y Michel Platini cumplieron el lunes 8 de octubre de 2018 tres años de sanción, fecha que marcó el inicio del trienio transformador que ha vivido el gobierno de la FIFA con un siempre sonriente y afable políglota suizo, Gianni Infantino, al frente de ella.
En mitad del shock que supuso el estallido del “FIFA-Gate”, con registros en su sede en Zurich y detenciones de algunos directivos, la propia FIFA movió su ficha con jaque mate a quien había sido su presidente durante desde 1998, y a quien pretendía sucederle.
Aquel segundo jueves de octubre de 2015 supuso el particular “fin y principio” de la organización deportiva más poderosa del mundo y se llevó por delante la aparentemente blindada carrera de Blatter y la supuestamente imparable de Platini, triple ganador del “Balón de Oro” europeo.
La Comisión de Ética independiente, que el mismo Blatter había incluido para evitar sospechas, devoró a su creador con una suspensión temporal de tres meses “por presunta corrupción”; pero alcanzó a Platini, igualmente castigado.
Junto a ellos cayeron el que ya era ex secretario general de la FIFA , el francés Jerome Valcke –sancionado diez años- y otro de los aspirantes a relevar a Blatter, el surcoreano Chung Mong-joon, quien consiguió rebajar su castigo de seis años a quince meses.
Sin embargo, el calvario de Blatter y Platini siguió diferentes caminos, y con ambos fuera del escenario la FIFA se empeñó en reinventarse para apartar de sí las sospechas de corrupción que la acechaban desde tiempo atrás, especialmente desde que en 2010 concedió a Rusia y a Qatar la organización de los mundiales de 2018 y el de 2022.
La sanción llegó con las elecciones a la presidencia en marcha por la dimisión de Blatter, días después de su quinta elección, y frenó en seco la aspiración de favorito que ejercía Michel Platini, sin poder aspirar al cargo, y de ello surgió la FIFA actual, presidida por Infantino, que conoció todas las anomalías, pero guardó silencio porque así le convenía como número dos en la Unión Europea de Futbol (UEFA).
Gianni Infantino pasó, en siete años, de entrar en ésta, para trabajar en asuntos jurídicos, ser secretario general y mano derecha de Platini, quien vio en él a su mejor reemplazo para presidir la FIFA porque él no podía.
La visión de Platini no falló, pues Infantino ganó en la segunda votación de las elecciones de febrero de 2016 y, desde entonces, preside una organización en la que ya no están los responsables de aquella Comisión de Ética que provocó su llegada.
La FIFA encabezada por Infantino, con sus principios de “transparencia, responsabilidad, cooperación e inclusión”, prescindió en 2017 de los jueces Eckert y Borbély que tantas sanciones dictaron, como las de Blatter y Platini, encarando una nueva etapa con elecciones ya programadas para el 5 de mayo de 2019.
Mientras, con 365 días de sanción aún pendientes, Platini esperaba que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos rehabilitara su imagen y Blatter, fiel a su estilo, aprovecharía cualquier ocasión para defenderse.
Una de las últimas fue en mayo de 2018, antes de viajar “como espectador” a la Copa FIFA / Rusia 2018; pero a la vista y a un lado de Vladimir Putin, presidente de la nación anfitriona: “Lo que hice –dijo sin mayor recato- fue pagarle a alguien lo que habíamos prometido. Todo está en los libros de contabilidad de la FIFA”.
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