La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El Tío Sam dixit: Sorry Marx: la guerra es el único aspecto de la historia en el que la tragedia es recursiva
Cuando en octubre de 1962, Kennedy y Jrushchov, realizaron negociaciones secretas para dar fin a la Crisis de los Misiles, la cual estuvo a punto de desatar un conflicto nuclear, Fidel Castro expresó su desacuerdo, por haber sido excluido de la toma de decisiones.
Sin embargo, en realidad, Cuba sólo fue usada para dirimir la rivalidad entre ambas súper potencias, situación que se repitió, con sus particularidades, en Corea, Vietnam y Angola, por citar algunos casos. Esa es la esencia de la Guerra Fría, despresurizar los diferendos en un tercer territorio.
Ahora, con la política expansionista de Vladimir Putin, que califica la desintegración de la URRS como el mayor desastre geopolítico del Siglo XX, el escenario bipolar resurge con un aspecto de mayor riesgo: el teatro de guerra es el centro de Europa, región que incubó las dos guerras mundiales.
Al igual que, en el caso cubano, el pueblo de Ucrania y su líder, Volodymyr Zelenskyy, no tienen mayor influencia en las decisiones que, sobre el curso de la conflagración, se puedan tomar, más allá de hacer una defensa heroica de su soberanía.
Así pues, el suministro de armamento de Occidente, es un ajedrez militar cuyos movimientos se ordenan en Washington. El presidente ucraniano clama por pertrechos más poderosos y sofisticados, pero, el Pentágono, sopesa lo que más conviene a su estrategia.
Al final del día, cuando existan las condiciones para dar fin al conflicto (sobre todo, el acelerado debilitamiento de la economía rusa), un símil de MacArthur dirá en Kiev: estas son las reglas del armisticio que deben firmar. Cuestión de estudiar la historia.