- En Yucatán, el caso del empresario Armando Palma Peniche, mantiene en vilo a la opinión pública, quien ya advierte prevaricación en Fiscalía y órganos jurisdiccionales, pero, además… juzga desde el asombro al sistema de justicia penal … y valora la urgencia de esta reforma judicial en ciernes.
- Nunca hubo ‘secuestro’ a Palma Peniche… solo un amor filial incondicional de la hija menor.
- La supuesta “víctima” (Don Armando Palma) se muestrea en fotos, departiendo alegremente; haciendo vida pública y difundiendo sus actos privados y familiares.
Héctor Calderón Hallal
La historia completa es esta:
La familia de Don Armando Palma Peniche está integrada por los hermanos -de mayor a menor- Armando, Malena y Hevenly, todos de apellidos Palma Vargas.
Don Armando Palma Peniche es un importante inversionista del ramo inmobiliario en la península de Yucatán. Durante toda su vida empresarial ha sido respetado, prestigiado, amable, lúcido y muy generoso.
Es evidente la rivalidad entre los hermanos Palma Vargas, la cual desde hace más de 20 años ha estado plagada de celos, insidias, humillaciones, rencores e incluso agresiones en contra de la menor de las hijas Hevenly Palma Vargas, a quien Don Armando considera coloquialmente como la “pupila de sus ojos”.
Todas las probanzas reunidas hasta ahora -acreditan que Don Armando Palma Peniche nunca estuvo privado de su libertad, haciendo vida pública y privada en forma ostensible: acudiendo a restaurantes, centros comerciales, eventos oficiales, recibiendo además continuas visitas de familiares, amigos y ejecutivos de sus propias empresas, así como constancias notariales; firmando en distintos actos empresariales y recorriendo -sin restricción alguna- los jardines del fraccionamiento Country Towers, siempre apoyado por un equipo integrado por una coordinadora de enfermeros y médicos especialistas organizados por Hevenly Palma Vargas.
Incluso, cabe destacar que Don Armando Palma Peniche, es el único “SECUESTRADO” del mundo, que ha podido ir a votar en la jornada electoral de junio 2024 estando supuestamente privado de su libertad.
Se advierte que, a finales de mayo del 2024 ante el Juzgado Tercero de Oralidad Familiar, los hermanos Armando y Malena solicitaron “Órdenes de Protección” a favor de Don Armando Palma Peniche. Entre las diligencias realizadas en aquel entonces, el empresario manifestó al Actuario que “estaba feliz y bien atendido por su hija Hevenly Palma Vargas…, quien además era realmente la única cariñosa y dedicada de sus hijos…de tonto me voy de mi casa si mi hija me trata como un rey”.
En junio de 2024 los hermanos mayores de Hevenly presentaron una denuncia de hechos en su contra, acusándola indebidamente de los delitos de violencia familiar y de “privación ilegal de la libertad”, aduciendo que Don Armando se encontraba retenido en contra de su voluntad en el Departamento propiedad de su hija Hevenly ubicado en el Fraccionamiento Country Towers.
Porque… ¿A qué secuestrador se le ocurriría llevar a su víctima a un Departamento de primera donde hay casi 200 unidades habitacionales?
En marzo del 2025, un año después, se dictó el no ejercicio de la acción penal en virtud de que las autoridades ministeriales e investigadoras concluyeron que: “No se ha cometido delito alguno, ni de violencia familiar, ni de privación ilegal de la libertad, al expresar en reiteradas ocasiones Don Armando que se encontraba en el citado inmueble por su propia voluntad, es decir, que siempre estuvo en pleno goce de sus derechos de libertad”.
Continuando con la “conspiración” familiar de Armando y Malena y en contra de la petición expresa de su señor padre, en la expresión textual de “… ¿Ya déjenme en paz… ya me tienen hasta la madre y son unos ruines!, refiriéndose naturalmente a sus hijos Armando y Malena.
No debe pasar inadvertido que en audiencia realizada en el mes de junio del 2024, el Juez Tercero de Oralidad Familiar le impuso una serie de “medidas cautelares”, sobre la disposición de sus bienes, siendo este un acto pleno de ilegalidad e ilegitimidad con la presunta complacencia y participación de las autoridades al decretar, en forma inadmisible que Don Armando sí podía disponer de sus bienes y cuentas bancarias pero no podía donar algo a sus hijos, ni alterar los términos del Fideicomiso constituido al efecto, a menos de que se lograra otra resolución judicial o un acuerdo entre las partes. Con esta serie de arbitrariedades, lograron limitar la disposición de su patrimonio, construido con esfuerzo palpable a lo largo de toda su vida empresarial.
Además, dentro de las diversas denuncias destaca un señalamiento de Armando Palma Vargas en contra de su hermana Hevenly, referente a que esta última “se enojaba con su papá, porque no se ponía bien el zapato y porque no comía”. Suponiendo sin conceder que esto fuera cierto, ello no amerita haber sustraído a Don Armando del lugar donde se encontraba, en virtud de que con ello se puso en peligro el patrimonio, la libertad y la propia vida de su padre.
En esta relación fáctica, el día 10 de junio del presente año, con uso de prepotencia y exceso de fuerza policial en contra de un empresario octogenario y de su hija Hevenly se efectuó un operativo -altamente publicitado- plagado de ilegalidades autorizado con extraña celeridad por el Juez en Turno del Juzgado Primero de Control del Primer Distrito Judicial del Estado de Yucatán, quien ordenó el cateo, incluyendo la ruptura de chapas y candados, sin importarle la voluntad de Don Armando sino todo lo contrario. Imponiéndole aún más, a su hija Hevenly una serie de restricciones de acercamiento al lugar donde hoy se encuentra su señor padre, sin medir las graves consecuencias que pueden causar estás decisiones judiciales.
Finalmente, es necesario precisar que Hevenly Palma Vargas es quien siempre ha coordinado al equipo interdisciplinario que auxilia a su padre y tras los sucesos del 10 de junio no lo ha podido ver ni asistir personalmente, estando en riesgo la salud de Don Armando Palma Peniche.
Y por lo que respecta a Malena y Armando, sus otros dos hijos, cabe advertir de un viejo adagio mexicano para describir la ambición desmedida de la gente:
“Quien todo lo quiere, todo lo pierde”.
Ciertamente en este país, hemos alcanzado a precisar con meticulosidad los conceptos jurídicos y sus variantes.
Ciertamente, hemos aprendido a reconocer el exigente criterio de los profesionales del Derecho como los del resto de las profesiones; como pueblo ajeno a la práctica de la justicia de manera directa, dejamos en manos de los profesionales del Derecho, tanto de los que postulan de manera independiente la ciencia jurídica… como los que administran y aplican la norma del otro lado del escritorio, en su papel de jueces, magistrados y representantes sociales (custodios del llamado Ministerio Público).
Pero ese reconocimiento… ese respeto del pueblo de México sin grado y sin título, no ha sido suficiente para que se cumpla a cabalidad con un ejercicio aseado, respetuosos y honrado de parte de muchos profesionales del Derecho, quienes, desde hace muchos años, han sabido lo que los mexicanos de todas las clases sociales no hemos querido aceptar, por un prurito vergonzante: En México, la justicia tiene precio.
Por eso la propia gente termina involucrándose -sin el conocimiento mínimo necesario- y buscando hacer justicia con sus propios medios y a su leal saber y entender…
No señores… el caso de las deplorables resoluciones de órganos jurisdiccionales yucatecos en contra de la humanidad y el patrimonio de Don Armando Palma Peniche, no puede considerarse como un simple “Intríngulis” interpretativo jurídico, donde se pretenda remitir el fondo del asunto, más vinculado a un tema de ambición desmedida de sus hijos mayores… que a un tema de calificación o clasificación típica… estamos ante un acto descomunal de corrupción judicial y tráfico de influencias… donde han hablado el dinero y las relaciones públicas al más alto nivel.
Esa reforma judicial que no termina de llegar… ¡Y cómo hace falta ya!
Autor: Héctor Calderón Hallal
@pequenialdo; @CalderonHallal1;
fixiflaux99@gmail.com