DIARIO DE ANTHONY
9:44 a.m. “Tu papi murió, ¡maldito! Y no sabes cuánto me alegro. Ese es mi consuelo, saber que él jamás volverá para ti, así como tú tal vez jamás lo hagas para mí”.
Sentado aquí afuera, intento por… Ay. Ya no sé decirlo. Lo único que pienso y me repito es todo esto: “Tu papi murió. Y ojalá que lo estés sufriendo mucho todavía, que te sientas solo y abandonado IGUALITO que yo”.
Ojalá te estés sintiendo como yo: solo, perdido y abandonado. Humillado, vejado e insultado. Porque todo esto es lo que me causaste “con tu abandono”.
Y él, tu padre, ¡jamás ha de volver! Jamás nunca regresará para mirarte, abrazarte y amarte. ¡Qué consuelo tengo entonces! Porque solamente así puedo soportar el dolor que todavía sigue haciéndome sentir el que tú me hayas ignorado.
¡Te lloré como un niño! ¡Tú también lloraste a tu papi como un niño! Y yo fui quien te sostuvo tu mano. Te la apreté y no paré de decirte: “Te amo, ¡te amo!”
Hoy solamente siento odiarte. Tanto es el odio que parezco sentir por ti, que hasta he llegado a sentir que me da mucho gusto que HAYAS PERDIDO A TU PAPI.
Me pregunto qué es lo que él te hacía sentir. ¿Protección, seguridad? Ah. Yo estas dos cosas JAMÁS las sentí. Y ahora me da gusto que tal vez te estés sintiendo IGUALITO que yo.
¡Solo y abandonado! ¡Perdido y sin sentido! Pido al Cielo para que te envíe más y más sufrimiento. Y que un día, dentro de tu sufrimiento, logres recordar que una vez existió alguien que te amó por sobre todas las cosas. Ese alguien era yo.
Pd. Tu padre está muerto, ¡muerto! ¡Jamás ha de regresar! ¡Qué consuelo el mío, maldito!
Anthony Smart
Enero/26/2021