Yo Campesino / Le dolió
• Vallas, provocaciones, insultos, descalificaciones, arsenal del ganso contra demócratas
*Miguel A. Rocha Valencia*
Ya no le alcanza la sonrisa socarrona para burlarse o descalificar a quienes queremos un mejor país donde la pobreza no sea una base electoral sino un recuerdo, una realidad minimizada por el éxito de políticas públicas con un fondo de justicia social en democracia. Ahora recurre a las vallas, provocaciones, insultos y acusaciones sin pruebas o infundios.
Así es el ganso cada vez más preocupado por las manifestaciones populares que le ganan la plaza pública, las calles y superan con mucho las supuestas 60 manifestaciones que según él realizó en el Zócalo en su lucha por el poder. De ellas, las más copiosas las ha hecho precisamente encaramado en la administración pública con acarreos mal disimulados, coacciones y reparto de dinero, tortas y refrescos, es decir, con el uso de los recursos públicos.
Como si un zócalo representara a la mayoría de los mexicanos. Si así fuera, tendrían que medirse de igual a igual, convocatorias sin acarreos y bajo la misma premisa y no falsas como la que adelanta, se realizará en 18 de marzo con motivo de la expropiación petrolera que por cierto cae en sábado y posiblemente la cambie al día siguiente, con la cual pretende “aplastar” las realizadas en noviembre y el pasado domingo.
Hace unos ayeres en examen en la Libre de Derecho me preguntaron ¿Por qué si el voto es libre y directo, no se juntan los electores en el zócalo para votar? La respuesta es “porque no cabemos todos”.
Así de fácil. Según las cuentas del ganso, el domingo se reunieron en la marcha en defensa del INE entre 80 mil y 90 mil personas con todo y las que había en 16 de Septiembre, Cinco de Mayo y Madero. Somos 90 millones de electores. Efectivamente no cabríamos todos, ni siquiera los 15 millones que dicen es el voto duro de Morena.
Además, a diferencia de las manifestaciones de acarreados de quien se siente rey, el domingo se vieron otras plazas llenas como las de Guadalajara y Monterrey. Otras como Veracruz, Guerrero, Guanajuato, Aguascalientes o San Luis Potosí, también contaron asistencias por miles. Con ello, se habla de varios cientos de miles de mexicanos que no están de acuerdo con la intentona del mesías tropical por minimizar al INE.
Por más que durante casi un mes torpedeó y boicoteó desde Palacio Nacional la marcha, donde no aparecieron por cierto banderas ni liderazgos partidistas, la gente acudió, rechazó las provocaciones de Morena e incluso las agresiones que desde el Congreso de la Ciudad de México se enderezó contra los manifestantes.
Desde el poder mismo acorralado en Palacio Nacional con vallas metálicas de tres metros de alto, que ni en los peores tiempos del “neoliberalismo” y de la hegemonía del PRI o PAN se habían alzado, se intentó desvirtuar el objetivo de la concentración acusándola que se trataba de defender al ex secretario de Seguridad Genaro García Luna. Ni se le mencionó, fueron los morenos pagados, sus lacayos quienes lo sacaron a colación, tal vez sabedores de que en la investigación contra el crimen organizado están muchos de ellos iniciando por su dirigente Mario Delgado, ese que compró los trenes de la línea 12 del Metro y le siguen las huellas el FBI y la DEA.
Cuidado porque además de él, la siguen la huella al mismo tlatoani de Tepetitán no sólo por su cercanía y complacencia con el mismo cartel con el que supuestamente García Luna protegió sino también por otras acciones y omisiones en las que se inscribe la intentona de reducir y cooptar los órganos electorales y de justicia.
Por eso le urge al profeta cuatrotero que del otro lado renazca su mancuerna Donald Trump a alguno de sus secuaces, aunque se tenga que “doblar” de nuevo. Sabe que, si la justicia de los demócratas lo alcanza, no habrá rincón de Macuspana para esconderse, ni siquiera en los desaparecidos manglares de Paraíso.
De ahí su preocupación, de ahí su urgencia porque surja un líder opositor para centrar sus baterías, encontrarle debilidades, golpearlo desde Palacio Nacional, desprestigiarlo, acusarlo de traidor a la patria, corrupto, delincuente y si es posible perseguirlo con sus hombres de horca y cuchillo en la UIF con el rábano de Pablo Gómez o desde la Fiscalía General de la República con el decrépito millonario de los pies fríos, Alejandro Gertz.
Si está preocupado el tlatoani, no lo puede ocultar, la risita se le borra y la cambia por una mueca. A ver si no le da un infarto por los corajes y las presiones que cada día le llegan más cerca del colgado cuello y le abultan la panza más que las tlayudas y tamales con chipilín.