Es una perogrullada digna del filósofo de Güemes recalcar que las crisis políticas –de seguridad o de control institucional– tienen su caldo de cultivo y se desarrollan vertiginosamente allí donde no hay posibilidades de crecimiento económico, o donde éste se encuentra estancado y la población queda paralizada, sin expectativas reales.
Es también un lugar común afirmar actualmente que la crisis de legitimidad por la que atraviesa el “gobierno” mexicano –o lo que queda de él– hubiera sido menor o inexistente de estar disfrutando de los ritmos de crecimiento que los toluquitas prometieron en campaña.
Lo que contrasta con la anterior hipótesis es encontrar una profunda crisis política y consecuente descomposición social en estados boyantes, de crecimiento exponencial, que exhiben cifras de primer mundo y arrojan desastres sociales de quinto patio.
En efecto, donde hay crecimiento económico las crisis no prosperan con facilidad. La exuberancia y la abundancia no son compatibles con el infelizaje y la tristeza. Las crisis, generalmente, se dan en medio de la desolación.
La excepción a esta regla de oro es el desastre y la miseria moral que observamos todos los días en todas las regiones geográficas del Estado de México, empecinado en destruir el proverbial mito hankiano de Zacazonapan, para sustituirlo con un horrendo paisaje urbano de miseria semisalvaje.
La cara bonita: muy por encima de la participación total en la economía de estados como Jalisco, Nuevo León y Chihuahua, el Estado de México aporta más del diez por ciento del producto nacional bruto, con una planta industrial de 25 mil factorías.
El Estado de México es un lujo del desarrollo. Con un promedio de escolaridad de diez años, muy por encima de la media nacional, ha logrado erradicar casi en su totalidad el analfabetismo. ¡Viva Zacazonapan!
Una economía estatal que sostiene entre sus indicadores principales, un crecimiento constante del empleo y el consumo interno. El Estado de México, solito, tiene el tamaño de toda la economía de Egipto.
Emparenta en el ritmo de crecimiento con las economías del centro y el norte del país que registran un ritmo superior al seis por ciento anual, mientras el país en su conjunto no puede remontar el afanoso 2%, jalado hacia abajo por el barril sin fondo del sureste.
EdoMex: No Merece a su “Clase Política”
El rostro real: desgraciadamente, los políticos del Estado siguen pautas de comportamiento similares a aquel corporativismo japonés, alentado por el procónsul Mac Arthur. Sólo que acá son nipones de Ocoyoacac.
Al tomar posesión de sus cargos en el gobierno estatal, los burócratas mexiquenses de cuello blanco resuelven los problemas de toda su vida. Inmediatamente, se suman a los consejos de accionistas de cada una de las empresas privadas que produzcan bienes que tengan que ver con la materia del sector al que arriba el nuevo titular.
De esta manera, se establece una sinergia, mejor dicho, una simbiosis, una complicidad, en la que se diluye la diferencia entre el fruncionario y el empresario, se corporativiza la relación, se anula el aparente conflicto de interés.
Ya no hay dos intereses, el público y el privado. Hay uno solo, el de la alianza y la complicidad de los dos. Uno, dedicado a producir. El otro, dedicado con esquizofrenia a comprar, a abrir permanentemente obras, aunque no sean necesarias, para mantenerlo registrando las ganancias comunes.
Así como es permanente el estado de obra, lo es el estado de compra de todos los suministros, muebles e inmuebles. Fábricas de carros, talleres de construcción de adminículos, materiales, alimentos, chatarras, vestuario, equipo, toda suerte de proveedores encuentran allí el delirio terrenal.
Por eso, los mexiquenses nunca entenderán lo que significa la violación de la ley, la colusión con las empresas proveedoras, el maridaje legal entre lo público y lo privado, los límites de la decencia en el saqueo y en la auto estimulación patrimonialista.
Para ellos, el incidente menor de la Casa Blanca de las Lomas no es agravante. Incluso, ya se había encargado el equipo de prensa y relaciones públicas del Guamúchil Party de propalarlo en una de las revistas más caras del mundo.
La complicidad con inmobiliarias y constructoras como el fantástico Grupo Higa, que acapara todas las mejores obras del país, es moneda de cuño corriente. En una de esas, hasta hacen a Juan Armando Hinojosa un vulgar prestanombres, y aparecen ellos en el verdadero telón de fondo.
Todo el intríngulis de las licitaciones del nuevo aeropuerto galáctico que empezará a funcionar dentro de veinte años, no existe. ¡Ni tiene por qué existir!
¿Las tropelías del tren bala a Querétaro? Nada: ¡Que venga el responsable multinacional de la OCDE, se ponga como trapeador y limpie la casa! Aquí no va a pasar nada. Nada de nada. De una vez, tapien el Convenio con el Club de los Ricos, clasifíquenlo como “información reservada”, para que nadie conozca las bases de lo que se quiere transparentar. ¿Así o más claro?
¿Colusión, maridaje, violación, conflicto de intereses? Otra vez nada. Son palabras huecas. Allá lo practican desde que nacen a la vida pública. Peña tuvo la suerte de ser arropado por sus mentores en el Palacio de Toluca a diario y ser conducido por esas aguas tranquilas. En Los Pinos está solo.
No tiene a diario la ventaja de ser “soplado” por Montiel, Del Mazo, Monroy, Legorreta, et al. Aquí tendría que exhibir sus carencias con Videgaray, Nuño y Oso..rio. Y no le es sencillo estar acusando –un día sí y otro también– con ellos a los que sólo acuden a querer aconsejarlo.
Policías y Fruncionarios, Peor que Criminales
Desde que los grandes narcos norteños fueron autorizados, con pompa y circunstancia, a sentar sus reales en las casonas de San Carlos en Metepec –conurbación con Toluca– cambió la fisonomía de las actividades delincuenciales mexiquenses.
El enorme pozo de corrupción en que se convirtieron la policía preventiva y los” batallones de radio patrullas” con Ríos Galeana y la Procuraduría Estatal desde Del Mazo, garantizaron la contaminación de todo el sistema judicial.
Como muestra, Alberto Bazbaz, el procurador-investigador-encubridor del macabro caso de la niña Paulette, el mismo que hoy declara desde la “unidad de inteligencia financiera” (jejeje) de la SHCP “no hubo ni habrá impunidad en el caso Ficrea”.
¿Por qué ahora protegen a los rateros del Tribunal Superior de Justicia del DF y de Coahuila que se dicen defraudados por Ficrea, cuando fueron los togados quienes realizaron las meticulosas triangulaciones para tomarlos por sorpresa y llevárselos al baile?. Todos son culpables.
Como un galardón de la descomposición imperante que forma parte de su ADN de barbacoa, el caso Tlatlaya, donde 20 fruncionarios de la Procuraduría estatal han sido cesados para poder llegar al fondo de las bodegas llenas de droga que sedujeron y enredaron a los “verde olivo”.
Decenas de oficiales del instituto armado amparados contra el giro de órdenes de aprehensión, acusados de estar involucrados en ese aquelarre. Decenas de soldados rasos físicamente violados por sus compañeros de armas en el interior de esas ergástulas. El miedo y el horror.
Turbas de incendiarios. Legiones de asaltantes, secuestradores y violadores, que a diario nos sorprenden, cometiendo ilícitos inenarrables en el Estado de México. Una entidad económicamente boyante, con cifras de lujo.
El Rostro Nice del Ogro Mexiquense
A lo mejor, el error fue de Montiel. Al decidir que el sucesor de EPN fuera el descocado Eruviel Ávila, un hombre insaciable de todo. A contrapelo de las intenciones del Clan del Mazo de colocar a su querubín, el dedazo causó decepciones y fisuras de todo tipo, imposibles de remendar.
Y como dice el proverbio árabe –“la primera vez que tú me engañes la culpa es tuya; la segunda vez, la culpa es mía”– nadie se puede llamar a engaño en el caso del comportamiento errático y voluble de Eruviel. Todos sabían de qué lado mascaba la iguana. Si no, pregúntenle al junior del ex gobernador Jorgito Jiménez, quien era el encargado de promoverlo, cómo fue que ocultó todas las “exquisiteces” del de Ecatepec.
Así, actualmente, el Estado de México es lo más parecido a la obra teatral La cage aux folles, de Jean Poiret, que luego se convirtiera en varías películas intituladas La Jaula de las Locas. Herederos ejemplares de la sociedad secreta de las siete dalias, y del fenomenal escándalo de La Casa del Risco, los mexiquenses entraron por la puerta triste de la decadencia.
Nada que ver con aquellos políticos campiranos de chamarra, bigote y cachetes gruesos que asolaban la campiña, traficando con los terrenos comunales para convertirlos a base de fraudes y asesinatos en fraccionamientos para las clases medias y populares. Ahora, las marcas Versace, Oscar de la Renta, Ferragamo y Hugo Boss, imponen la moda. Se transfiguró el ogro patrimonialista.
Los modos y maneras de hacer política no desmerecen de ningún postín. Lo que pasa es que los sultanes toluquitas no pueden alternar con los desarrapados de Ayotzinapa, que insisten en crear comités de salud pública alentando el terror.
Son dos lenguajes y dos historias. ¡Y eso no estaba en el libreto de la comedia rosa que les inventaron los mejores guionistas de la tele!
¿O sí?
Índice Flamígero: Brincan de un partido a otro y don Alfredo Álvarez Barrón los pesca al vuelo en el epigrama que nos comparte El Poeta del Nopal: “Qué poca… delicadeza, / qué falta de compromiso, / renuncian, sin previo aviso, / en busca de nueva presa; / son tema de sobremesa / sus argumentos balines, / políticos malandrines / a salvo de toda pulla; / no votes, por vida tuya, / ¡no votes porchapulines!”.
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Excelente artículo, súper completo y con excelente estilo de redacción. Gracias. Da gusto informarse así.