Por José Alberto Sánchez Nava
“Cuando la justicia se somete al aplauso de las masas y al capricho del poder, no se democratiza: se prostituye; y en esa venta del alma judicial, la República no vota, agoniza.”
- Introducción: El Gran Circo de la Justicia Electoral
En un acto que bien podría ser el clímax de una tragicomedia nacional, México se prepara para un experimento inédito: elegir jueces, magistrados y ministros por voto popular, este próximo 1 de junio. El Instituto Nacional Electoral (INE), con una logística que raya en lo surrealista, permitirá que los ciudadanos acudan a las urnas con “acordeones” –listas de candidatos preferidos, ya sea en papel o en el ubicuo celular– para, supuestamente, evitar “errores y confusiones”. Uno se pregunta si el siguiente paso será permitir calculadoras para las elecciones presidenciales.
Pero no nos engañemos con esta apariencia de democratización. Detrás de esta ocurrencia, calificada por críticos y no pocos escépticos como una maniobra audaz –o descarada– para que el Ejecutivo termine de ponerle la correa al Poder Judicial, se agita el fantasma del autoritarismo. Esta reforma, parida por la administración anterior y ahora arropada con fervor por la presidenta Claudia Sheinbaum, ha encendido todas las alarmas dentro y fuera de nuestras fronteras, porque México en materia de seguridad se encuentra secuestrado y en llamas.
- La Constitución, ese Papel Mojado
La tinta de nuestra Carta Magna parece correrse ante el embate. Esta reforma judicial no solo coquetea, sino que baila un zapateado sobre principios sagrados como la separación de poderes. No lo digo yo, lo susurran con preocupación organismos de la talla de la Comisión de Venecia del Consejo de Europa, que advierte, sin medias tintas, sobre el peligro de entregar la independencia judicial al vaivén de las simpatías populares. Y recordemos que México firmó el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ese que exige tribunales no solo independientes, sino también competentes. ¿Se puede garantizar competencia con un voto basado en la popularidad o, peor aún, en la desinformación?
- Candidatos de Dudosas Credenciales: ¿Jueces o Cómplices?
El desfile de aspirantes –más de 5,000, una cifra que marea– revela un panorama desolador. Entre quienes buscan impartir justicia, emergen perfiles que hielan la sangre: ex defensores de capos del narcotráfico, figuras con nebulosos vínculos con la opacidad por ineptitud por adolecer de una formación sustentada en la carrera judicial, por la parcialidad ideológica en favor de grupos en el poder, y hasta por falsificación de documentos académicos para obtener malsanamente la idoneidad de un cargo para el cual no están preparados. Organizaciones civiles, con la lupa en mano, ya han puesto el dedo en la llaga: al menos una veintena de candidatos arrastran antecedentes penales o conexiones con redes criminales. Un casting perfecto para una película de terror judicial.
El INE, en un intento por lavar la cara de este proceso, promete mecanismos para investigar y, si las estrellas se alinean, anular triunfos de candidatos impresentables, especialmente aquellos manchados por violencia de género o corrupción. La pregunta flota en el aire: ¿será suficiente este filtro para contener la marea de intereses oscuros que buscan un asiento en el banquillo de los jueces?
- El Bolsillo Tiembla y la Confianza se Desvanece
La economía, ese termómetro sensible a las fiebres políticas, ya acusa recibo. Instituciones financieras y organismos internacionales no ocultan su nerviosismo ante la previsible erosión del Estado de Derecho. La Cámara de Comercio de Estados Unidos, con la claridad que da el proteger sus inversiones, ha lanzado una advertencia contundente: esta reforma podría dinamitar la certeza jurídica, debilitar las operaciones comerciales y hacer añicos las garantías para el capital extranjero.
Y para rematar, la calificadora Fitch ya puso sobre aviso: si la autonomía y la calidad del sistema judicial se comprometen, el ambiente de negocios en México sufrirá un golpe del que tardaremos en recuperarnos. ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio por un capricho político?
- La Ciudadanía Dice ¡Basta!
Pero no todo es silencio cómplice. Desde la trinchera de la sociedad civil, una creciente ola de indignación se alza en defensa de la independencia judicial. Abogados con agallas, académicos con memoria y ciudadanos con dignidad han tomado las calles y las redes, bajo el grito unificador de “Sin jueces independientes no hay justicia”. Estas manifestaciones son el síntoma de una sociedad que se niega a ver cómo se desmorona uno de los últimos diques de contención contra la arbitrariedad.
- Conclusión: Al Filo de la Navaja Judicial
La elección popular de quienes deben encarnar la justicia representa una encrucijada histórica para México. Lo que se nos vende como un salto hacia la democracia participativa, podría ser, en realidad, un salto al vacío: la politización absoluta de la justicia y la consolidación de un poder hegemónico que no admite contrapesos.
La independencia judicial no es un lujo, es el cimiento de cualquier democracia que se precie de serlo. Su debilitamiento no es una anécdota, es una herida mortal al Estado de Derecho. México se juega en esta urna no solo la salud de su sistema judicial, sino el alma misma de su democracia. Y el veredicto, temo, podría ser brutal.