In principio erat Verbum©
Simón Vargas Aguilar©*
“La trata de personas es una herida abierta en el cuerpo de la sociedad contemporánea, un flagelo en el cuerpo de Cristo. Es un crimen contra la humanidad”.
Papa Francisco
Niñas torturadas, niñas enloquecidas, niñas esclavizadas […] Niñas olvidadas… escribió Jorge Volpi en su obra Las elegidas, una novela inspirada en los hechos que desde hace años se desarrollan en Tenancingo. La ficción ha sido superada por la realidad, en este municipio los padres educan a sus hijos para traficar con las mujeres, para enamorarlas y venderlas en el extranjero, y aunque el tema ha sido muy abordado en la última década pareciera que los esfuerzos no han rendido los frutos esperados, ni en este lugar de México ni en muchos otros alrededor del mundo.
El próximo sábado 30 de julio, se conmemora un año más de la lucha contra la trata de personas y las cifras no han mejorado, de acuerdo con el Informe Mundial sobre la trata de personas 2022 de la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito las crisis han hecho que los patrones de conducta en las redes delictivas cambien, es así que las tasas de detección cayeron un 11% en 2020 y las condenas se desplomaron un 27%, lo que ilustra una ralentización mundial de la respuesta de la justicia penal a la trata.
México se encuentra en un complicado escenario, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de enero a junio de este año se registraron 381 casos de trata de personas, siendo la Ciudad de México, el Estado de México, Baja California, Quintana Roo y Puebla, las cinco entidades que reúnen 306 del total de casos.
Y aunque este crimen afecta con mucha más fuerza a las mujeres y niñas, en datos de la Embajada de Estados Unidos en México entre los grupos considerados de mayor riesgo se encuentran los indígenas, los solicitantes de asilo, los migrantes, las personas LGBTQI+, los trabajadores del sector informal y los niños en territorios controlados por pandillas.
Hay que reconocer que la pandemia hizo que los delincuentes buscaran otros escenarios, ya en 2021 se había detectado un incremento en cuanto al uso de espacios cibernéticos y redes sociales, pero recientemente se ha comprobado también el aprovechamiento de videojuegos. Ahora los denominados cibertratantes o gamertratantes, buscan sobre todo niñas, niños y adolescentes, a quienes se ganan creando un vínculo en torno al gusto por los juegos en línea para posteriormente, solicitar fotos íntimas y finalmente encuentros personales que concluyen en el rapto del menor.
Este grave delito no solo menoscaba a los involucrados, sino que además daña gravemente a los padres y familiares, ¿cómo vivir con el dolor de la desaparición de una hija o hijo?, ¿de qué forma superar las monstruosidades que suponemos cuando bien sabemos que la trata rompe la dignidad humana?, pero sobre todo ¿cómo vencer la ansiedad, el miedo, la angustia y el sufrimiento que enfrentan las víctimas si logran escapar a la tortura?, y ¿de qué manera las instituciones públicas y privadas deben ayudar?
Conmemoraciones pueden ser dedicadas al tema, foros y análisis se desarrollan de forma constante y diversas políticas públicas son creadas, pero nada de eso ayudará si la parsimonia y la impunidad continúan permeando en las instituciones de seguridad, y en las de procuración y administración de justicia. Por otro lado no se debe olvidar que como sociedad nos debemos enfocar en la erradicación de los prejuicios y en la anulación de una cultura donde las niñas y las mujeres siguen siendo vistas como “objetos”, porque el trabajo es de todos.
* Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
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