Por Aurelio Contreras Moreno
Días de extrema violencia se vivieron los últimos días en el estado de Veracruz, particularmente en la zona sur.
De acuerdo con las versiones oficiales, tan sólo en el municipio de Jesús Carranza, en los límites de Veracruz con Chiapas y Oaxaca, se registraron 20 personas muertas como saldo de enfrentamientos armados entre las fuerzas de seguridad locales y federales con presuntos integrantes de bandas de delincuentes.
El saldo estatal, de acuerdo con versiones periodísticas, supera los 30 muertos desde el fin de semana, lo que representa una escalada violenta de importante y preocupante envergadura.
Era previsible que ante la llegada del nuevo gobierno, los últimos equilibrios con los grupos criminales que operan en Veracruz desde hace al menos 12 años se terminaran de romper.
Diversos analistas y estudiosos del tema de la seguridad en el estado habían advertido de un aumento en el número y la intensidad de los hechos sangrientos, tanto por el hecho de que el poder fáctico de la delincuencia se resistiera a ceder espacios a la llegada del nuevo gobierno, como por la entrada de otros grupos criminales a intentar apropiarse de los territorios que perdieran sus adversarios.
El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares anunció un operativo conjunto entre su gobierno y las fuerzas armadas, a través del Grupo de Coordinación Veracruz, para contrarrestar a las bandas criminales, lo que entraña el riesgo de una militarización de la entidad, que no es en absoluto lo deseable, pero probablemente tampoco pueda llegar a evitarse.
A pesar de la acción de las fuerzas de seguridad estatales y federales, la escalada violenta no se va a detener de la noche a la mañana. El asentamiento de los grupos delincuenciales en diversas regiones de la entidad se toleró –si no es que se alentó- por años. La complejidad del fenómeno es enorme, porque ya no se trata de grupos delincuenciales compactos al mando de cabezas visibles, sino de células dispersas, pandillas regadas por el territorio estatal, muy violentas y con alta capacidad de responder al fuego.
Sin duda, si a un tema le sabe el gobernador Yunes Linares es al de la seguridad pública. En el Gobierno Federal fue director de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación en el periodo de Ernesto Zedillo; así como secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad Pública y subsecretario del ramo con Vicente Fox.
Además, durante su gestión como secretario de Gobierno en el sexenio de Patricio Chirinos Calero como gobernador de Veracruz, Yunes Linares también tuvo a su cargo las tareas policiales y de seguridad pública. Un improvisado no es, pues, en estos temas.
Así que necesitará de todos sus conocimientos para hacer frente al que en realidad es el principal reto de su administración. Mayor aún que el de la quiebra financiera de la entidad. Y no tiene mucho tiempo para ofrecer resultados.
Ésta fue solo la “bienvenida”.
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