Por qué es imperativo subir el salario mínimo en México más por Piaget que por Marx
Ramsés Ancira Saba
Basado en estudios sociológicos Jean Piaget Introduction à l’épistémologie génétique, publicado en español por Paidos, 1975. Buenos Aires
La historia no es el pasado, es la explicación y la síntesis de nuestro presente.
Si bien es cierto que nadie se baña dos veces en el mismo río, como lo dijo Heráclito hace 2 mil 400 años, lo cierto es que no hay ningún problema del presente que no haya tenido su equivalente en el pasado.
La tragedia Trump, si aprendiéramos a leerla, si nos pusiéramos a hacer un inventario de nuestros bienes, de nuestros recursos naturales, de nuestro patrimonio humano integrado por 130 millones de mexicanos, incluidos los que pueden regresar de Estados Unidos para trabajar por México, se puede convertir en una historia gozosa, en una farsa donde el Tartufo, el Donald, no es más que el bufón de la comedia.
Si Trump quiere crear un muro entre Repúblicas modernas, bien podríamos regresar a la República de Indios que intentaron los españoles tras la conquista. Una República así hermanaría a los yaquis con los tojolabales, a los mayas de Guatemala y el Salvador con los Chamulas de Chiapas. Una gran república con enormes recursos naturales, mineros, turísticos, medicinales, artesanales, musicales y muchos más que podrían tener un valor mucho más grande que los que posea cualquier imperio.
Con estos intereses es que hoy pretende nacer esta nueva serie de artículos con el título Historias para A(r)mar la Historia, que a diferencia de Diario de un Reportero, pretende sustentar sus tesis en documentos históricos que lejos de ser viejos, tengan plena vigencia para darnos luz de cómo se puede conseguir un mejor presente.
Empecemos diciendo que el funcionario histórico más antiguo que tiene México, con el mayor sueldo, es Basilio González Núñez, quien percibe un salario equivalente a 2,474 salarios mínimos. Su trabajo consiste exactamente en impedir que se cumpla la Constitución, es decir que el salario no alcance para que un jefe de familia pueda cubrir los gastos de vivienda, transporte y alimentación para sí y para su cónyuge e hijos.
El esfuerzo por encontrar explicaciones a la forma en que se organiza la sociedad y el estado en que se encuentra en un momento determinado de la historia hace coincidir el pensamiento de Carlos Marx y el análisis de Jean Piaget, el primero basado en la lucha de clases y el segundo en la genealogía del conocimiento, esto es la forma en la que nace y se desarrolla el conocimiento.
Piaget es más conocido por su trabajo sobre la didáctica y la pedagogía para el mejor aprovechamiento infantil, pero también analizó a la sociedad en su conjunto y para ello estudió a Basilio Pareto, autor del Principio de Pareto mediante el cual se entiende que históricamente “pocos tienen mucho y muchos tienen poco”. No es nada más una definición de calidad, cualitativa, sino también de cantidad, cuantitativa, y la establece en esta proporción: un 80 por ciento de los recursos lo tiene el 20 por ciento de la gente, por el contrario el 20 por ciento de las personas acumularía el 80 por ciento de la riqueza.
La estimación fue hecha por Pareto en función de la propiedad de la tierra francesa en su época, a principios del Siglo XX. Podría ser aplicada a otras formas de propiedad en el Siglo XXI y es probable que la desigualdad haya crecido aún más, por ejemplo podríamos considerar el porcentaje de personas que son propietarias de un negocio, en relación a las que son empleadas de las mismas.
En México, un estudio del banco Credite Suisse, publicado en la Revista Expansión del 16 de octubre de 2014 (http://expansion.mx/mi-dinero/2014/10/16/mexico-entre-los-paises-con-mayor-concentracion-de-riqueza) estimaba que el 10 por ciento de los mexicanos, equivalentes en ese momento a 12 millones de personas, poseían 64 por ciento de las riquezas, por lo tanto otros 110 millones de mexicanos se distribuían el 36 por ciento restante.
Si el 36 por ciento de la riqueza se divide entre el 90 por ciento de la población, esto significa que a cada uno por ciento le quedaría el 0.4%, de manera que si los cálculos son correctos, del 80/20 que estimaba Pareto la relación habría pasado al 99.60/0.40.
Siguiendo al propio Piaget:
Cada acción de x sobre x’ constituye un servicio, es decir un valor. Una parte aporta tiempo, trabajo, objetos o ideas, que conduce a una satisfacción (positiva o negativa) de la otra.
Y continúa:
De aquí resulta la intervención de dos clases de valores virtuales: cuando x’ ha experimentado la satisfacción contrae una deuda en favor de x (…) estos valores virtuales son de una importancia completamente general, los valores pueden tomar la forma de gratitud y del reconocimiento en todos los sentidos del término, que obligan en grados diversos al individuo (en el sentido en que se dice que uno se siente “obligado”) por otra parte los valores expresan el ascendiente, la autoridad, el crédito moral, adquirido gracias a las acciones, tanto como el crédito económico.
Eliminando las fórmulas matemáticas, que entorpecerían la comprensión para los no iniciados en la materia, Piaget continúa diciendo que el equilibrio del intercambio está determinado por las condiciones de igualdad. “Pero está claro que de hecho rara vez se alcanza. Por el contrario son posibles todas las desigualdades según se desvaloricen o se sobrestimen los servicios prestados, según se les olvide o se exagere su importancia en la memoria, según se traduzcan estos recuerdos en una estima más o menos grande de la otra parte, etc.,
Dice Piaget que el valor del trabajo y su compensación alcanza un equilibrio, hasta que cambia el contexto.
Hasta ahora el contexto era que en Estados Unidos se podía recibir por el trabajo más humilde un valor de recompensa de por lo menos 10 veces el que tenía en México. Esto ya no es así. El salario mínimo en Haití es de 5 dólares con 23 centavos y lo pagan las maquiladoras, en México ronda los 4 dólares. También se paga menos dinero que en El Salvador.
Con Donald Trump ha cambiado el contexto y estamos pensando que es una tragedia, si esta coyuntura sirve para aumentar el valor del trabajo, puede cambiarse por una comedia, y esto de ninguna manera tiene que ser inflacionario.
De 122 millones de mexicanos, acaso un 10 por ciento, 12 millones, pueden ahora darse el lujo de comer en un restaurante un fin de semana. Si aumentara el salario mínimo en 30 por ciento, todavía no le alcanzaría con eso a la gente para comprar un boleto para el cine, pero sí más tortillas o frijoles, que por cierto estos valen más baratos en Estados Unidos que en México. Con eso no se va a comprar el proletario un auto y difícilmente un electrodoméstico, de manera que no es un aumento inflacionario. Lo que sí podría ocurrir es que se pasara de la pobreza extrema, o alimentaria a la pobreza a secas bajando la presión sobre los recursos compensatorios, como los de Progresa
Y si además se deja de pagar en dólares la refinación, la gasolina baja de precio y el PRI se queda sin pretexto para decir que no le queda dinero para programas sociales.
Darle un valor justo al trabajo es uno de los principios para afrontar las nuevas reglas. Nuestro gobierno de economistas que no pasaron por la UNAM no tiene que haber leído a Marx para mejorar la situación, con que lean y apliquen a Jean Piaget es suficiente.