En toda actividad política el tiempo es un espacio oportuno, decisivo para aplicar soluciones, para reflexionar en la toma de las decisiones ejecutivas, para mostrar el oficio, para convencer previa disuasión o negociación de los conflictos, para pensar en los rebotes en sectores, regiones, clases y colectividades, para ejercer el poderoso arte de zurcir las almas.
Pero el tiempo también es el enemigo implacable de los políticos improvisados, de los que creen que con cualquier pretexto, en cualquier momento, pueden tragarse el mar en un buche de agua, de los que desconocen el compás del proceso de toma de decisiones, de los que pretenden que la cronología de los acontecimientos se adapte a sus prisas.
Tempus fugit, decían los clásicos. La frase no sólo era una concepción simple sobre el inexorable paso del tiempo, sino la comprensión exacta sobre el acompañamiento de las propuestas, en el momento y lugar exacto: utilizar los tiempos para darle rumbo a la sociedad, para aplicar los ritmos y los tonos de cualquier medida.
En la concepción clásica de este asunto, Azorín, el máximo exponente español de los modos y maneras del político, llegó a expresar que el fondo era inseparable de la forma, pues todo contenido debe someterse previamente al procedimiento temporal de formular las ideas, de ejecutar lo más benéfico, de hacer que lo ordenado se obedezca y se cumpla.
Los tiempos de un político improvisado miden el tamaño del absurdo
Para el estadista que sabe utilizarlo, el tiempo es siempre el gran aliado. Para el diletante e improvisado, el tiempo es un veneno letal. Fuera del contexto de los tiempos adecuados, las decisiones políticas se convierten fácilmente en un despropósito, en algo que jamás debió hacerse. El tiempo es también el cronómetro que mide el tamaño del absurdo.
Un político improvisado es fácilmente identificable por su torpeza al utilizar no sólo los modos y maneras de hacer su trabajo, sino por la aplicación inoportuna, reiteradamente fallida, de los tiempos, los ritmos y las pausas en el ejercicio del poder. Siempre acaban poniendo albarda sobre aparejo. Si a lo anterior aplican la mentira, aquello es el desastre.
A iniciativas sin lógica, aplican soluciones superficiales fuera de tiempo
La casta de tolucos y pachuquitas en el pandero, ha logrado hacer del manejo y la aplicación de los tiempos un mecate de cochino. La estupidez gubernamental en este terreno rebasa los estándares normales de ineptitud. Ante los problemas que generan estos sujetos con su ignorancia y corrupción, todavía abonan un enredo de manicomio político con su mendacidad rastacuera.
Ante iniciativas que no tienen lógica ni explicación posible, agregan soluciones superficiales, simplemente porque consideran que el tiempo se les pasó. En ese momento lo barato sale caro. El caldo cuesta más que las albóndigas, el trapito supera al remedio. Nunca aguantan las ganas de regar el tepache, no saben asimilar los efectos de su torpeza.
Gamboa perdió tiempo metiéndose en la campaña de Alfreditito III
Lo más parecido a ese zafarrancho de decisiones es lo que pretenden hacer en la agenda legislativa de un inoportuno período extraordinario de sesiones del Congreso, que de algún modo hay que llamarlo. El impresentable Emilio Gamboa Patrón, lacayo de Humberto Castillejos Cervantes, fustiga a sus pares, los regaña por haber desperdiciado los tiempos. ¡Hágame el refabrón cavor!
Dice el adelantado Gamboa, habilitado de senador, que fue una lástima perder el tiempo en andar metiéndose en la campaña de Alfreditito III, descuidando la necesidad imperiosa de cambiar el rostro de la Nación con sus leyes mendaces e inoportunas. Mete al Congreso en un túnel incomprensible, pretende salvar la cara.
Para el indecible Gamboa, los parches de sastre chambón son los que se necesitan para no ser rehenes de los conflictos post electorales del Estado de México y Coahuila, en el que participaron, él y sus muchachitos, como principales ayudantes del cochinero. Ahora dice que los legisladores deben dejar todo en manos del INE del hijín de Arnaldo, el que ya enseñó lo sucio que nos espera.
Lista de pendientes legislativos y una prisa demencial por aprobarlos
Por ignorancia y mala fe, lesiva para las cuentas atrasadas del toluquismo, Gamboa redacta, con algunos de los paniaguados senadores verdes, blanquiazules, amarillos, evangélicos, pobresores y tricolores, una lista de pendientes legislativos que deben ser aprobados en el contexto de una prisa demencial que otra vez no lleva a ninguna parte, excepto al ridículo.
Expulsa de su atrofiado pecho una catilinaria legislativa digna de mejor causa. Dice que el Congreso Federal debe aprobar más rápido que inmediatamente, una sarta de ocurrencias sin fin: el mando mixto, devastado desde su origen, la Ley de Seguridad Interior, un auténtico Caballo de Troya de los intereses imperialistas…
… redactar las partes finales del Sistema Nacional Anticorrupción, elegir al Fiscal de la materia, las nuevas disposiciones sobre la salvífica Segunda Vuelta Electoral, un sinsentido fundado en la esperanza de que para el 2018 el priísmo ocupe el segundo lugar en las votaciones para recuperarse con el toque mágico …
… la legislación en materia de delitos de la rapiña, más un largo compendio de mentiras sobre uso de los dineros en campaña, gastos anticipados de suspirantes y, de paso, investigar a los tolucos y pachuquitas huachicoleros, todo lo que usted sabe que se hace en lo oscurito, con o sin leyes de por medio. Para esos actos de corrupción no existe medida, ya lo vimos en la tragedia de Toluca. La casa de la risa.
En realidad, vacuidades que no atacan la corrupción ni nuestra seguridad
Aunque ya se les pasaron los tiempos constitucionales para hacer realidad la Segunda Vuelta, Gamboa no quita el dedo del renglón y espera que puedan llegar a acuerdos para remendarlo. Obviamente, piensa en otra reforma a la sufrida Carta Magna, para volver a torturar los tiempos.
En un afán por remendar todo de última hora, el toluquismo ha entrado en un túnel de acertijos; en un pantano que no tiene solución razonable. Ninguna de las cuestiones propuestas en esa agenda legislativa tiene salida por sí misma. Si la casta de mexiquenses empoderados no ha decidido un combate eficaz contra la corrupción y el abuso de las fuerzas armadas, lo demás es sencillamente lo de menos.
No pueden pedir credibilidad a la población sobre materias que están suficientemente juzgadas por el respetable. Todos los que aparecen en esa lista de vacuidades son asuntos que se han sufrido al extremo. Tan fácil que hubiera sido decir la verdad a tiempo, apechugar los errores, descubrir lo evidente. México es ya un océano de corrupción.
Nefasta ley de Seguridad Interior, ordenada por los comandos imperiales
El llevado y traído Mando Mixto se ha convertido en una amenaza contra los mandatarios locales que no se dobleguen al mando central del toluquismo. Lo que pasa es que los honrados e ilustres gobernadores ya desconfían hasta de su sombra. Los han agarrado como chivos expiatorios para pagar las culpas que los mandarines atracomulcas quieren evadir. Casi todos andan bajo sus escritorios o a salto de mata, con las maleta$ en las espaldas.
La nefasta Ley de Seguridad Interior, una iniciativa vendida con el garlito de atemperar la intromisión de las fuerzas armadas en las cocinas ciudadanas de la integridad, es sólo el disfraz para cubrir el entreguismo desatado a las indicaciones de los Comandos imperiales, la imposición de sus conveniencias en todas las áreas de seguridad pública y nacional.
La manera en que creen facilitar medidas vinculantes a la anexión imperial, la que se ha convertido en una competencia entre Ejército y Marina, para demostrar, cada uno por su lado, cuál de ellos es más obediente al patrón, poniendo la seguridad ciudadana como simple valor de cambio. Inaudito y execrable.
¿Castillejos a la “Corta”? Para regalarle a EPN 10 años de impunidad
Pretenden también acabar de diseñar el engaño descubierto de un Sistema Nacional Anticorrupción, rasurado por el Senado desde que dio a conocer ese paquete de medidas, para dejar a salvo los delitos mayores, los conflictos de interés para medrar con México. En el mejor de los casos, facilitar el arribo a la Fiscalía General a quien ya haya decidido el patroncito Humberto Castillejos Cervantes –quien renunció ¡para casarse!.. con una silla de ministro en la SCJN–, con el objetivo de regalarle a Peñita la inmunidad por al menos diez años después de dejar la Silla.
Torcer los tiempos con mentiras, es un absurdo de leso ridículo público. Pero para éso están. Son hijos de la mendacidad, el descuido, la rapiña, el engaño y la ignorancia. Son rehenes de su ineptitud.
¿Usted qué haría?, pregunta la incógnita que se sienta en Los Pinos.
Índice Flamígero: Silvano Aureoles, el rebasado “gobernador” de Michoacán, muestra a propios y extraños su verdadero talante: represor. Intenta mostrar firmeza cuando se refocila del abuso de la fuerza en contra de normalistas de su entidad en Aguascalientes; ordena que se divulguen aspectos de la vida privada, que pueden o no ser ciertos, de un secuestrado. Alguien le dijo que su imposible precandidatura presidencial por el sol azteca debería girar en torno a la firmeza, pero se le pasa la mano.
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