* Al acudir a su comparecencia ante la representación popular, el señor Gerardo Ruiz Esparza dejó en la puerta la virilidad, para conducirse como “mujeruco”
Gregorio Ortega Molina
Desconozco la condición anímica del secretario de Comunicaciones y Transportes; lo que sí puedo afirmar es que su comportamiento durante la comparecencia ante la representación popular con motivo del enorme misterio del socavón exprés, fue la de un “mujeruco”, término que le escuché por vez primera a María Félix, para expresar su personal opinión sobre Carlos Fuentes.
Tampoco sé cuál es su ámbito familiar, aunque deduzco que el dinero en exceso acalla toda inquietud, hace que desaparezca cualquier sombra de duda sobre el origen de una muy bien merecida abundancia -dice Karime-, aunque en la más íntima de sus intimidades su esposa e hijos empiecen a verlo de manera distinta.
Pero eso no debe ser motivo de preocupación de los mexicanos. Lo que sí debe inquietarnos, es conocer cómo nos ve él a nosotros, porque quizá si podemos determinar que para el señor Ruiz Esparza no merecemos explicación de su parte, no somos de la estatura de su vida (dice el bolero), podremos entender que fuese pusilánime, o collón, y eludiera asumir su responsabilidad administrativa, su condición humana.
En esta nación nunca hay responsables de primer nivel administrativo. Es posible que lleguen a pisar la cárcel una vez que dejaron de ser sirvientes del tlatoani, para empezar a ser como los conocieron sus cónyuges: de carne y hueso, ajenos al aura del poder.
En la lógica del señor Ruiz Esparza, la reparación del daño por pérdida de vidas, el olvido de la muerte de seres queridos, no se logra con el sacrificio político, sobre todo si el sacrificado es él.
Tras esa postura debemos empezar a preguntarnos si su esposa e hijos continúan viéndolo como el proveedor maravilloso, hacedor de milagros económicos, que los llena de bienestar hoy y para la eternidad, o ya dudan del comportamiento del padre y el marido, que pierde virilidad, congruencia, honestidad, para convertirse en caricatura de lo que alguna vez prometió ser, o quizá siempre fue un dibujo animado.
¿Leen lo que se dice de padre y marido? Si así fuera y lo olvidan de inmediato, les recomiendo que acudan a los ensayos de Michel de Montaigne, donde podrán encontrar una luz para comprender la conducta de Gerardo Ruiz Esparza, y así empezar a verlo bajo otra luz:
“Dejemos a un lado esa larga comparación de la vida solitaria con la activa y en cuanto a ese hermoso dicho con el que se encubre la ambición y la avaricia: que no hemos nacido para lo privado sino para lo público, remitámonos a los que están en el cotarro, y que rebusquen en su conciencia a ver si por el contrario no persiguen las dignidades, los cargos y todo ese ajetreo del mundo, más bien para sacar provecho privado de lo público”.
Regresamos a lo dicho. Al acudir a hacer pública su auto exculpación penal y administrativa ante la representación popular, el señor Gerardo Ruiz Esparza dejó en la puerta la virilidad, para conducirse como “mujeruco”.
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