Guillermo Portugal Vela
Es meritoria la defensa del pasado 20 de noviembre hacia el “México profundo” de los campesinos e indígenas del capítulo “El Campo y la Soberanía Alimentaria” de la propuesta del Plan de Desarrollo 2018-2024 que presento Andrés Manuel López Obrador; sin embargo, de acuerdo al Diagnóstico del sector rural y pesquero de México 2012 (Sagarpa / Fao 2014) relativo a la estratificación del nivel de ventas donde las unidades económicas rurales (UER) que totalizan 3,888,764 unidades corresponden al 73 por ciento de los 5,325,223 UER del país y que son los preponderantes que da el mencionado capítulo sobre los Estratos de UER familiares de subsistencia sin vinculación al mercado, alcanzando estos magros ingresos esporádicos; y el de las UER familiar de subsistencia con vinculación al mercado, con ingresos por ventas promedio anuales de $17,205.
En contraparte se subestimo a los Estratos empresariales, cuyos ingresos por venta promedio anual corresponden a: UER en transición con $73,931; UER Empresarial de rentabilidad frágil con $151,958; UER Empresarial pujante con $562,433 y UER Empresarial dinámico con $11,700,000.
Para dimensionar la diferencia de competitividad de los Estratos, véase el equivalente de los múltiplos de los ingresos por ventas promedio anual del Estrato UER familiares de subsistencia con vinculación al mercado de la cifra mencionada con respecto a este mismo tipo de ingresos de los Estratos empresariales, resultando: de 4.3 veces más para los de transición, de 8.8 veces más para los de rentabilidad frágil, de 32.7 veces más para el Empresarial pujante y de 680 veces más para el Empresarial dinámico.
Se infiere diferencias en competitividad entre los Estratos, por lo que se debe refuncionalizar a los dos primeros Estratos y a los empresariales seguirles incentivando por ser decisivos en el abasto del mercado nacional y de exportación alimentario.
Se coincide en general con los propósitos de política del sector, los derechos económicos, sociales y ambientales de los subsectores rurales (posicionamiento de las demandas y estrategias); pero con el requisito de utilizar metodologías de formulación de proyectos probadas.
Ejemplo la “matriz de marco lógico”, para verificar que el diseño conceptual, la coherencia y eficacia de las propuestas planteadas sea funcional y viable; y además es imperativo buscar el consenso de la sociedad rural sobre dichos aspectos.
Abundando, el enfoque de los medios de vida sustentables es adecuado, por que identifica las estrategias de vida de los hogares y “el contexto de vulnerabilidad”.
Pero no se está de acuerdo que se subestime a los campesinos de subsistencia sin o con vinculación al mercado, al alinearlos de forma dominante hacia la vulnerabilidad; además se cuestiona que eje del subdesarrollo del campo sea la exclusión y precariedad de los campesinos e indígenas y por ende de la “desruralización forzada, compulsiva”.
Adoptar dicha posición es negar el esfuerzo de los productores que proveen el mercado interno (entre otros productos) en alrededor (según Inegi 2016), “del 20 por ciento del consumo nacional del arroz; el 70 por ciento del maíz y el 58 por ciento del trigo”.