* Es tal el encono que el gobierno propicia, favorece y empuja entre los candidatos, que el costo de la reconciliación nacional se multiplica geométricamente. El periodo de transición pudiera llegar a convertirse en un rosario de Amozoc de cinco meses
Gregorio Ortega Molina
Se anticipa un periodo poselectoral crítico, con aproximaciones a las puertas del Infierno, con ribetes de apocalíptico. Las corridas contra el peso durante el interregno entre José López Portillo y Miguel de la Madrid Hurtado, o las efectuadas después de los amagos de renuncia de Jorge Carpizo, el asesinato de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu y el neozapatismo, como umbrales al error de diciembre, podrían quedar totalmente rebasadas entre el 2 de julio y el 1° de diciembre próximos.
A lo anterior se sumará la estrategia de desinformación del actual gobierno, para responsabilizar exclusivamente de lo que suceda durante esos cinco meses a los efectos y consecuencias de la sucesión presidencial, porque querrán eludir su responsabilidad, su exclusiva responsabilidad, en el tiradero social, político y económico que dejan al sucesor de EPN, sea quien sea.
El rompimiento constitucional es profundo, casi irreparable; arreglarlo exige cirugía mayor, actos de prestidigitación política nunca antes imaginados y exhibidos, porque la desconfianza en las instituciones sobrepasa todos los límites, como el saqueo metódico de los recursos fiscales y a la riqueza de la nación rebasó lo inimaginable: la concupiscencia por el dinero de los contribuyentes, los moches, las mordidas, las comisiones y, peor, el arrasamiento de toda ética en el uso político de la procuración y administración de justicia: no hay peor corrupción ni lesión más grave al Estado de derecho.
Es tal el encono que el gobierno propicia, favorece y empuja entre los candidatos, que el costo de la reconciliación nacional se multiplica geométricamente. El periodo de transición pudiera llegar a convertirse en un rosario de Amozoc de cinco meses.
El presidente constitucional de los mexicanos decidió escuchar a Luis Videgaray Caso, apresuró la renegociación del TLC en la creencia de que al hacerlo obtendría una baza electoral a favor de su secretario de Relaciones Exteriores y de él mismo, por la necesidad de una impunidad que ya ni con el triunfo de su actual candidato puede obtenerse, porque rompieron el molde y, al hacerlo, lo que ya era un orden constitucional quebrado devino en uno hecho añicos.
El desenlace no concluido de la renegociación fallida del TLC anuncia un hoyo negro en la economía propiciado por los aranceles al acero y el aluminio. Lo demás ya es parte de la anécdota.
Existirá y se difundirá la aparente civilidad durante la transición de cinco largos meses, pero en la sombra las dagas sicilianas lesionarán supuestos compromisos adquiridos y acuerdos por realizarse, pues intuyen ya que la inquietud social se desborda y exige, clama justicia en contra de estos últimos gobernantes que son la cola de un largo proceso de decadencia, de implosión de un presidencialismo que ni con un gobierno de coalición puede sobrevivir, porque equivale a insistir en más de lo mismo.
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* Título de novela de Javier Marías