Norma L. Vázquez Alanís
Igual número de mexicanos van ahora a EU, que los que regresan
(Segunda y última parte)
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de junio (AlmomentoMX).- El tema de la ‘Migración en la globalización’ incluye determinar de qué manera la emigración por el territorio mexicano y el sistema migratorio están relacionados con elementos de la globalización, expuso la doctora en antropología Susann V. Hjorth al participar en el ciclo de conferencias ‘Los que llegaron inmigrantes a México’, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), de la Fundación Carlos Slim, para examinar este fenómeno sociopolítico desde múltiples perspectivas.
Existen diferentes formas de movilidad, dijo la especialista. La emigración es una de ellas, pero no se trata solamente de mexicanos o centroamericanos que van a Estados Unidos a buscar mejores oportunidades económicas, sino que se incluyen también los mexicanos que cambien de lugar de residencia dentro del país y los centroamericanos que llegan a México en busca de asilo o trabajo, o bien en tránsito hacia el vecino país del norte.
México es como un puente terrestre entre Estados Unidos y el resto de América Latina, es un punto de llegada de personas que vienen de Centroamérica o del cono sur; hoy día también de África y Asia. México es un país de tránsito e históricamente lo ha sido.
Migración interna en México
México es un país enorme en donde la gente se traslada del sureste a los campos de cultivo del norte y hay movilidad de población de varias partes de la República, sobre todo para la agricultura, aunque también para la industria. Pero además existe una emigración histórica de Centroamérica hacia México, hay guatemaltecos que entran a Chiapas para trabajar en el sector primario.
Asimismo, hay migración pendular, que es cuando alguien trabaja en un lugar y vive en otro, personas de una localidad que cada semana se trasladan a trabajar en otra, o quienes habitan en el Estado de México y diariamente van a la Ciudad de México para trabajar: estas son formas de movilidad.
La migración interna sigue la misma lógica que la internacional, explicó Hjorth, quien pertenece al Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. En México hubo mucho desplazamiento interno después de la crisis económica nacional de 1995, pues la recuperación puso énfasis en el sector exportador y con ello crecieron en el norte del país las maquiladoras, así como la agricultura de exportación, lo cual combinado con el Tratado de Libre Comercio produjo un efecto simultáneo de globalización.
Entonces la industria maquiladora en el norte de México tuvo un crecimiento muy importante y dio empleo a 1.3 millones de trabajadores, esa también es una forma de globalización en la cual las empresas se trasladan a México en lugar de quedarse en Estados Unidos y llevar trabajadores para allá. Esta situación impulsó una migración importante de Veracruz, Yucatán y Tabasco hacia la zona norte, donde las ciudades crecieron; hoy en día Tijuana y Juárez tienen más de un millón de habitantes cada una.
La globalización atrae fuerza de trabajo y eso funciona lo mismo dentro de los países que de manera internacional, precisó la conferenciante.
Inmemorial, la emigración de México a EU
La emigración México-EU es muy antigua porque había ancestrales lazos familiares, esa frontera que quedó después de 1848 era una zona limítrofe sin ningún control, pasaba la gente que quedó del otro lado del río Bravo e igual los de acá que tenían familia en el norte. Quienes ya eran estadounidenses porque la frontera los privó de su nacionalidad mexicana venían hacia territorio mexicano. Es una característica de todos los estados del sur de la Unión Americana donde está la mayor parte de la emigración mexicana, pues son territorios históricamente mexicanos.
La Revolución Mexicana propició un desplazamiento de población ida y vuelta a la frontera norte que se asentaba o iba por periodos al otro lado de la línea fronteriza. Puntualizó la doctora Hjorth que es casi desconocido un primer programa ‘bracero’ que tuvo lugar durante la Primera Guerra con un reclutamiento de mexicanos para trabajar el campo de EU durante la conflagración.
Cuando se presentó la depresión económica de 1929 en Estados Unidos, más de un millón de mexicanos fueron deportados y regresaron a un país que había logrado el reparto agrario e iniciaba un proceso de industrialización; y encontraron trabajo en las fábricas o el campo.
En 1942 Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial y la gente que trabajaba en el campo se fue al ejército o la industria bélica, por eso se firmó el Acuerdo Bilateral de Trabajadores Temporales, conocido como el ‘Programa bracero’, diseñado para proveer al país vecino de trabajadores temporales para el campo mientras hubiera conflagración. Primero entraron 50 mil personas al año, pero conforme se prolongó este programa fueron cientos de miles los mexicanos que iban cada año a laborar en el campo estadounidense.
Al concluir la guerra, ni los soldados ni quienes trabajaron en la industria bélica regresaron al campo porque los salarios eran menores y la industrialización que estaba en auge requería mano de obra, así el programa siguió hasta 1964. Para la década de los 50 entraban cada año entre 400 mil y 500 mil mexicanos a trabajar en la agricultura; ese es el origen de la emigración de fuerza de trabajo mexicana a EU y el antecedente histórico más significativo, más allá de la anexión de la mitad de México a su territorio.
El acuerdo fue revocado en 1964, pero los trabajadores mexicanos siguieron entrando con o sin permiso, porque su fuerza laboral era indispensable para el sector agrícola estadounidense, que llegó a depender completamente de trabajadores mexicanos y latinoamericanos.
Crecimiento económico de EU
fomentó inmigración indocumentada
Señaló la doctora Hjorth -cuyas líneas de investigación abarcan globalización, territorio y sociedad- que esa emigración siguió, pero de manera indocumentada, pues los empresarios estadounidenses evadían la burocracia al conseguir de manera directa el número de trabajadores que necesitaran, esa inmigración indocumentada masiva persistió hasta los años 90.
En esa década se implantaron controles migratorios más fuertes, se militarizó parte de la frontera y se redobló la vigilancia, pero el crecimiento económico de EU demandaba trabajadores no sólo en la agricultura sino en la industria y los servicios, sobre todo en el sector de la construcción, por ello mexicanos, centro y sudamericanos llegaron a todos los estados de la Unión Americana. En California, por ejemplo, fueron empleados para hacer las instalaciones olímpicas de Los Ángeles.
A partir de los años 90, ya con Tratado de Libre Comercio y en plena globalización, los mexicanos en EU incursionaron en los puestos de trabajo que la población de allá no ocupa por peligrosos, mal pagados y con jornadas largas o extenuantes. En el sector servicios se emplearon en intendencia, limpieza de casas o cuidado de ancianos y niños, que además son empleos sin posibles ascensos en la escala laboral.
La dinámica de la economía global está altamente vinculada con el flujo de la fuerza de trabajo, comentó la ponente, los emigrantes van a EU porque hay una demanda laboral, pero cuando desaparece la gente no cruza la frontera; hoy México no expulsa más gente, se registra un saldo migratorio cero: hay tantos mexicanos que regresan, como los que se van.
Este dato es importante porque se quiere hacer creer que hay una avalancha de mexicanos intentando entrar a Estados Unidos, lo cual no es cierto pues México está en una transición demográfica en que la población crece en términos relativos y la economía logra absorber la fuerza de trabajo interna.
A pesar de que cada vez menos mexicanos quieren ir a EU, existe una tendencia hacia políticas migratorias más restrictivas y es mucho más difícil solicitar asilo, los programas de trabajadores temporales se recortaron y hay deportaciones indiscriminadas, finalizó la doctora Hjorth.
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