Conferencia de la historiadora Leonor Ludlow
Por Norma L. Vázquez Alanís
(Primera de tres partes)
Un tema poco explorado por la historiografía nacional, el de los empresarios, fue seleccionado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), de la Fundación Carlos Slim, para su ciclo de conferencias de otoño 2018 y abarcó un amplio periodo que va de la Colonia al Porfiriato.
Abrió esta serie de charlas la historiadora Leonor Ludlow, doctora en ciencias sociales por el Colegio de Michoacán, con el tema ‘Empresas y empresarios: tradiciones y cambios’, que llevó a los asistentes por un recorrido sobre cómo fue el desarrollo empresarial en esa etapa.
Dijo que la primera cuestión importante es tener presente que ‘empresario’ es aquel que maneja un negocio por su propia cuenta y que implementa los diferentes factores de producción; en general, es alguien que trabaja, que pone su capital, su inteligencia, su capacidad de riesgo y su capacidad de adaptación.
Hay que distinguir entre lo que es un patrón o un gerente que no es dueño de una empresa, sino simplemente un gestor de ésta, y un empresario que es quien emprende una acción, corre el riesgo por ella y obviamente realiza todas las operaciones, agregó Ludlow.
Especialista en historia de la economía, la ponente explicó que la definición de empresario es un tema planteado desde el siglo XVIII, cuando el francés Richard Cantillon (1680-1734), reconocido por muchos historiadores como el primer gran teórico de la economía, acuñó la frase “el empresario es aquel que compra a precios ciertos y vende a precios inciertos”. Luego el economista inglés David Ricardo estudió el papel del empresario y su relación con el trabajo, que después Karl Marx analizó ampliamente a finales del siglo XIX.
Mientras que el economista francés Jean Baptiste Say, quien tuvo más influencia sobre España y México que Adam Smith, señaló que “el empresario está en el centro del funcionamiento de la economía”. Él y la escuela de la sociología alemana consideraron que el empresario era uno de los factores fundamentales de la economía, junto con el Estado y con los trabajadores.
Este pensador sostuvo que “estudiar al empresariado es entender el microcosmos del sistema capitalista. Si uno entiende cómo funciona una empresa, cómo se maneja un empresario, entenderá justamente el meollo de todo el sistema productivo que se está llevando a cabo”.
La doctora Ludlow indicó que de estos planteamientos se concluye que ha habido tantos tipos de empresas y de empresarios, como cambios en la economía; “no podemos pensar en los empresarios del siglo XIX o de finales del siglo XVIII como lo hacemos con los de finales del siglo XX o ahora los del XXI.
Sostuvo también que este tema fundamental para la historia económica hay que entenderlo como un proceso de cambio y de transformación, de aparición-desaparición, de éxitos y fracasos, de ganancias y quiebras, elementos siempre ligados con la cuestión económica, porque así como los empresarios y las empresas determinan al sector productivo, también hay que entender que el empresario es un sujeto que depende justamente del conjunto de la economía; son dos variables que están en permanente acción junto con otros elementos y otros sujetos históricos”.
Es necesario -consideró la conferencista- hacer una revisión de este tema, que rara vez llama la atención y sobre el cual existen muchos prejuicios, para determinar hasta qué punto se han realizado estudios sobre los empresarios en el México de los siglos XVIII y XIX.
Los conquistadores, primeros empresarios en América
Algunos autores sostienen que los hombres de la Conquista fueron los primeros empresarios en América, porque la preocupación central de quienes la ejecutaron no fue la evangelización o la culturización de los pueblos nativos, sino obtener ganancias en dicho proceso, lo cual fue posible a través de los famosos contratos o capitulaciones que concedía la corona española a quienes tenían recursos, a cambio de los beneficios del oro, de la plata y del saqueo que hicieron en Nueva España.
Hay un trabajo clásico del jurista e historiador español José Miranda, que aborda este sistema de capitulaciones que requería del financiamiento privado de hombres que por su cuenta se embarcaban en los puertos españoles y venían a estas nuevas tierras en busca de fortuna, comentó la doctora Ludlow.
Pero el tema fue prácticamente abandonado hasta que sociólogos y politólogos de la década de los 60, cuando estaba en boga el estudio de los obreros, empezaron a interesarse en los empresarios, fundamentalmente a través de asociaciones, concentraciones industriales, confederaciones de comercio, etcétera. Los primeros trabajos de los sociólogos se centraron en ciertas características del empresariado, fuera por regiones o por sectores, es decir, el ramo textil, de manufactura o el alimentario, que era gran parte de la industria mexicana de principios del siglo XX.
Posteriormente el auge de los estudios regionales en los años 80 llevó a varios historiadores a preguntarse concretamente por esos individuos que habían transformado su región o localidad, antes de poner atención en los empresarios de la Ciudad de México; entonces lo vieron de manera individual y los primeros trabajos de los años 80 y 90 fueron muy de la corriente de la historia empresarial tradicional inglesa o estadounidense, que estudia las cualidades del empresario sin tomar en cuenta otros factores externos; su enfoque se centra simplemente en una capacidad individual, a la cual se atribuye el éxito de la empresa.
Esta literatura inicial fue criticada por ser muy limitada en sus visiones, explicó Ludlow, ganadora en el año 2000 del premio del Comité Mexicano de Ciencias Históricas al mejor artículo de historia mexicana del siglo XIX.
Sin embargo, sostuvo la conferenciante, lo que sí fue importante de esta recuperación del tema, fue que amplió su temporalidad de estudio, la historia empresarial clásica empieza a partir de la fábrica, a partir de la revolución industrial, por lo que se planteó la necesidad e importancia de estudiar el siglo XVIII porque ahí se habían comenzado a fortalecer muchas empresas de distinta naturaleza que fueron muy significativas para el crecimiento y la transformación de este periodo de auge del XVIII en Nueva España.
En este sentido, trabajos como el de John Kicza sobre empresarios coloniales, y el de David A. Brading sobre mineros y comerciantes, fueron muy importantes para que los historiadores se preguntaran sobre qué eran estos sectores y en qué consistían los elementos de modernidad y los arcaicos, así como hasta qué punto eran modernos en la gestión de la empresa, en la obtención del financiamiento, en el manejo de la mano de obra, en la capacidad de la empresa por su número de trabajadores o mineros, etcétera.
Hubo otro tipo de empresarios que llegaron en este periodo de grandes migraciones de España y del resto del mundo a América, que rompía su monopolio comercial y permitía la entrada de muy variados tipos de mercancías; en esa época, el siglo XVIII, entraron fundamentalmente cantábricos y asturianos que funcionaron como comerciantes, comisionistas o inversionistas en el sector agrícola.
Esta entrada de México al capitalismo internacional, una vez roto el monopolio comercial que los españoles habían tenido durante mucho tiempo, representa para diversos historiadores el momento más apropiado para iniciar los estudios de la historia del empresariado en el país, expuso la doctora Ludlow.
(Continuará)
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